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A prisión por un capricho

Un hombre conocido como Gato fue condenado a 12 años de cárcel por matar en 2009 a un vecino que le fue a reclamar los postes de un arco de fútbol que había sacado con una amoladora.

Juntarse los sábados a comer asado y jugar al fútbol en la canchita de Fraga y Génova de Empalme Graneros era hasta fines de 2009 una cita indiscutida para unos 20 muchachos del barrio y, a la vez, una maldición para el Gato, un vecino lindero con el predio. Para poner fin a su martirio, el hombre cortó con una amoladora los palos del arco y ante el reclamo de la muchachada salió a los tiros, matando a un vecino de 31 años. Por este crimen, fue condenado a 12 años de prisión.

El 7 de noviembre de 2009 un tiro en el torso terminó con la vida de Rubén Darío Valcarcel. El Canguro, como se hacía llamar, se acercó a la casa de Hernán Galetto, alias Gato, de 33 años, para pedirle los palos del arco. Fue allí, pasado el mediodía y con el asado sobre la parrilla, que los vecinos cruzaron algunos insultos, hasta que el Gato esgrimió un arma de fuego y el Canguro se retiró gritándole: “Si me apuntás, tirame”.

Los testimonios recolectados en la investigación coinciden en que el grupo de amigos siguió con el asado pero que la pica entre Gato y Canguro quedó, ya que este último siguió gritándole cosas al vecino, que alardeaba con el arma en mano. Pero el sonido de varios tiros dispersó la reunión. Todos corrieron, incluso el Canguro, que en un momento se levantó la remera y vio que tenía un disparo en el pecho. El herido murió mientras era trasladado por una vecina al hospital mientras que el tirador se fue del barrio y no lo vieron más.

Dos meses después, el 14 de enero de 2010, un llamado anónimo a la seccional 20ª daba cuenta de que Gato se encontraba en calle La República y Donado. Ante la presencia policial el sospechoso fue detenido y antes de subir al móvil dijo: “Ya perdí”, “algún día me iban a agarrar”.

No obstante, en su declaración judicial negó haber tenido participación en los hechos y aseguró que no conocía a la víctima. Como coartada agregó que en el momento del homicidio se encontraba en la casa de un familiar preparando una torta para el bautismo de uno de sus hijos, que se celebró ese mismo día.

Pero ni sus dichos ni el de los testimonios que avalaron su coartada convencieron al juez de Sentencia 5ª, Gustavo Salvador, quien lo condenó a 12 años de prisión por el delito de homicidio agravado por arma de fuego.

“Abocándonos al análisis de la versión brindada por la testigo, se aprecia que el relato que efectúa aparece desde el primer momento como poco creíble, pues más allá del eventual parentesco que posea con el imputado desde que es la hermana de su pareja, la versión que brinda respecto al desarrollo de los acontecimientos en modo alguno concuerda con la esgrimida por las demás personas que depusieron en la causa”, dice un párrafo del fallo condenatorio.

Para el juez no existe discrepancia en cuanto a que el origen de la discusión se encuentra en el cuestionamiento de parte de la víctima a Galetto, reprochándole haber sacado los arcos del campito de fútbol, “produciendo en el imputado una reacción que diera motivo a una gresca entre ambos en la que, no caben dudas, terminó con Galetto esgrimiendo un arma de fuego y disparando contra la integridad física de Valcarcel, impactándole y provocando como consecuencia de ello su deceso”.

La condena impuesta por el juez Gustavo Salvador fue menor a la pedida por el fiscal Marcelo Vienna, quien había solicitado una pena de 15 años de prisión.

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