Gabriel Heinze levanta los brazos y festeja con intensidad el gol de Ramiro Sordo, como si se tratara de un hincha en la Diego Maradona. Luego se da vuelta y choca sus manos con Mariano Toedtli, su ayudante de campo. Y termina la secuencia festiva con un gesto donde levanta los dos índices y al aire tira: «una, una tenía que salir».
Newell’s acaba de hacer un gol con el sello que el Gringo pretende imponer. El inicio fue cerca de la línea de fondo por izquierda, donde Pittón ejecutó un lateral hacia Willer Ditta, a pesar de la presión rival. La pelota cruzó el área y pasó por los pies de Hoyos -un jugador de campo más- y Ortiz, antes de volver al colombiano. La paciencia que pide Heinze estuvo en el avant premier del gol. Indefectiblemente el balón pasó por la aduana de Juan Sforza dos veces (o no vale), y en un momento apareció un interno, en este caso Ferreira, para comenzar a profundizar el ataque. Ditta recibió del ex River y lazó un pase largo para un Pittón que apareció como extremo, tras sacar un lateral en su área 40 segundos antes. La jugada tuvo un final feliz porque Ramiro Sordo tuvo un gran control tras el centro de Pittón y sin apurarse, apuntó al palo más lejano de Medina. Una tenía que salir como pedía Heinze. Once toques desde atrás y un gol que forma parte del ADN que intenta imponer el entrenador. Aunque a veces el murmullo tribunero se resista a esos pases hacia atrás.
Heinze trajo una idea. Sabía que imponerla iba a llevar tiempo. Y también era consciente que los resultados, más allá de su crédito propio, iban a ser necesarios para bancar un estilo que no consigue adeptos con facilidad. Tal vez engañó a muchos que pensaban que su idea era de una verticalidad extrema. Mucho más a aquellos que nunca supusieron que el pase hacia atrás para reiniciar jugadas era parte de su proyecto dentro del campo de juego. Pero el DT siempre tuvo claro que lo más importante era que los jugadores entendieron su idea, creyeran en ella y buscaran ponerle en práctica. Sin sucumbir ante la primera reprobación o frente a la adversidad de malos resultados. El técnico bancó a sus dirigidos en conferencias de prensa donde podría fácilmente imaginar que estaba enloqueciendo o que había visto otro partido. La realidad es que el Gringo veía que la construcción de un proceso estaba y debía poner la cara hasta que en cancha se viera más clara y efectiva su idea.
Hoy toda parece más lógico. El hincha nota que hay un estilo que está imponiéndose, con mejores y peores partidos. Reconoce el esfuerzo de los futbolistas, que físicamente están en un estado irreprochable y anímicamente muy fuertes. Y hay buenos resultados, como el liderazgo del grupo en la Copa Sudamericana; el buen rendimiento en el Coloso, con el arco en cero de Hoyos como una sana costumbre; y un lugar expectante en zona de clasificación copera en la Liga.
Y ese crecimiento como equipo, va de la mano de algunos rendimientos individuales altos, que además potencian económicamente a algunos jugadores formados en el club.
En ese sentido, Ramiro Sordo, autor de los dos goles y figura ante Arsenal, volvió al nivel mostrado en buena parte del ciclo Sanguinetti, pero se intuye que esta vez su techo puede ser mucho más alto. «Sordo lo buscó de todas las maneras y de la forma en la que lo hacemos nosotros. Hace falta tener las situaciones para saber cómo decidir, cómo ejecutar. Cuantas más situaciones tenga un futbolista, mucho mejor. Está decidiendo cada vez mejor y está entendiendo muchísimo lo que uno le pide. Era cuestión de tiempo, tiene unas condiciones tremendas», destacó Heinze.
Y los números lo respaldan. Hizo dos goles, ganó 10 de doce duelos mano a mano, tuvo una eficacia del 80% en pases entregados y fue una pesadilla para la defensa de Arsenal cada vez que tocó la pelota.
Algo similar sucede con Brian Aguirre, citado para jugar el Mundial Sub 20. El pibe de 19 años se potenció con la llegada de Heinze, ya que en su estilo de juego los extremos son muy importantes.
Dos chicos del club, dos jugadores potencialmente vendibles en el próximo mercado por encima de cualquier cotización imaginada hace algunos meses.
Hay más. «Elegí a Portillo porque me gustó mucho lo que hizo en el entrenamiento, estar ahí entre líneas. Necesitábamos un jugador más porque ellos presionaban muchísimo», explicó el Gringo. Y no hay dudas que Marcos Portillo es otro de sus preferidos, un jugador al que el Gringo intentará potenciar. Por eso no debería sorprender que al finalizar el primer tiempo se le acercara y le hablara personalmente dentro del campo de juego mostrándole sectores de la cancha. No es la primera vez que lo hace, el DT intuye que el pibe puede ser una pieza clave en el salto de calidad que le falta dar al equipo. Lo mostró con Racing, Blooming y Santos.
Y a la hora de señalar un indispensable, es imposible no referirse a Juan Sforza. El volante central es fundamental en el esquema del Gringo, y si bien se alejó un poco del área rival, juega como un cinco experimentado de esos que piden a gritos una transferencia europea.
Otro que mantuvo su nivel, pero incorporó más herramientas a su juego es Willer Ditta. Hubo dudas cuando el Gringo lo puso de zaguero derecho o cuando le dio la responsabilidad de iniciar cada jugada. Pero defensivamente sigue intacto y hoy es un defensor más completo. Otro que puede significar un ingreso de dinero importante cuando Newell’s deba vender algo en el próximo mercado.
«Méndez debe jugar con espacios, de externo. Mosquera puede jugar tanto de interno como externo». La definición de Heinze explica el debate que hay en la tribuna sobre quién debe jugar por derecha. Y está claro que el DT confía más en el colombiano, a quien eligió el fallecido Horacio García. Aunque si necesita abrir la cancha el uruguayo rinde, como con Arsenal.
«Lo de los aplausos a Ferreira me alegra mucho. Con su fuerza y su dedicación, tuvo esa recompensa». Si alguien bancó a Ferreira fue Heinze. Confía en el mediocampista, incluso cuando no responde. Entiende que tiene un juego para marcar diferencias, que puede ser el revulsivo que le dé mayor valor a muchos ataques. Y este cambio de aplausos por silbidos, sumado al gol ante Tigre, es una buena señal.
Algo similar sucede con Jorge Recalde. el Gringo lo trajo porque pretendía un nueve con juego, de esos que salen de área para asociarse, sin dejar de lado su aporte en la red. Y de a poco el paraguayo muestra su importancia, y se nota que sus compañeros están en mejor sintonía con sus movimientos. Con Arsenal distribuyó el balón con criterio y certeza, corrió mucho para presionar la salida del rival, tuvo un par de chances para anotar, y asistió con precisión a Montenegro en la jugada que terminó con el segundo gol leproso. Y si bien hay hinchas que reclaman insistentemente un nueve de área, ya son menos los que reprueban a Recalde, incluso algunos lo consideran el enganche del equipo.
Ni hablar de la banca a Lucas Hoyos, a quien Heinze trajo como prioridad por el conocimiento del arquero a su forma de jugar. Hubo horrores que le hubieran hecho perder la titularidad a cualquiera, pero el Gringo lo bancó y hoy nadie lo discute. Y es una pieza importante por su entendimiento de cómo iniciar las jugadas, más allá de buenas atajadas y mucha mejor tarea en los centros.
Y a la hora de aciertos, la llegada de Iván Gómez no admite discusiones. Poco cartel y escasa expectativa externa en su llegada. Indiscutible y cada día más importante en la estructura de Newell’s.
«No creo que le esté dando una oportunidad a los juveniles sino que ellos se la están ganando. Lo que hacemos es estar con ellos pero el trabajo más importante es el de los formadores». Este punto también es importante. Heinze siempre supo que iba a necesitar de los juveniles como recambio. Algunos se asentaron, otros no tanto, pero al DT no le tiembla el pulso para poner en cancha al que vea bien. Por eso Facundo Mansilla fue titular hasta su lesión, y aparecieron con buenos ingresos Portillo, Montenegro y Pérez Tica, quienes hoy forman parte de la rotación del plantel incluso por encima de refuerzos como Menéndez y Reasco.
Newell’s está en construcción. Pero ya se ve que es un proyecto interesante. Y los buenos resultados parecen ser consecuencia de una idea que está mucho más visible dentro de la cancha. ¿El límite? Puede ser mayor al que muchos imaginaban.