Por Emiliano Rodríguez /
Javier Milei dejó en claro en los últimos días que está decidido a jugar a fondo con sus planes reformistas y políticas de shock en el comienzo de su gestión presidencial, sabiendo que posiblemente en cuestión de semanas, apenas, su respaldo popular comience a debilitarse una vez que el tsunami de aumentos que se avecina empiece a golpear en la sociedad.
Primero fue el mega Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que presentó hace 10 días y luego el proyecto de ley «ómnibus» que envió al Congreso para, lisa y llanamente, sacudir los cimientos del contrato político, económico y social en la Argentina: Milei se muestra dispuesto a ir por todo, apuntalado por los casi 14,5 millones de votos que obtuvo en el balotaje del 19 de noviembre pasado frente a Sergio Massa.
En los albores del nuevo Gobierno, el jefe de Estado resolvió adentrarse en una cruzada necesariamente binaria en la que su apuesta puede salir bien o puede salir… mal. De hecho, cuando apenas cumpla 44 días de mandato deberá lidiar con su primer paro nacional, dada la medida de fuerza anunciada por la Confederación General del Trabajo (CGT) para el próximo 24 de enero. La central obrera, sedada casi por completo durante los cuatro años de la gestión peronista que encabezó Alberto Fernández, despertó repentinamente y convocó a la huelga general más rápida de la historia en contra de un jefe de Estado recién asumido desde el retorno a la democracia (en 1983) hasta la actualidad.
Con su DNU 70/2023 -puesto en los últimos días bajo escrutinio legal y cuya constitucionalidad será incluso evaluada por la Corte Suprema de Justicia al término de la feria judicial de enero-, más su voluminoso proyecto de «Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos», el líder libertario decidió jugar a cara o cruz en el tramo inicial de su mandato. Es decir, antes de que el golpe inflacionario comience impactar de lleno en la sociedad y, por ende, en sus niveles de popularidad (en el corto plazo), con el torbellino de aumentos de precios y de tarifas que se aproxima -por resolución del propio Gobierno-.
Si bien a simple vista parece ser una mera cortina de humo, Milei reclama al Congreso «superpoderes» para hacer frente a la crisis por la que transita la Argentina, considerando quizá que los votos que le permitieron convertirse en presidente de la Nación son más legítimos que aquellos que obtuvieron en el cuarto oscuro quienes cumplen hoy funciones legislativas en el Parlamento. De cualquier modo, el jefe de Estado avanza con sus planes con paso redoblado, aprovechando también que la oposición aún luce en estado de shock tras el resultado electoral.
En este sentido, del Gobierno «colegiado» que timoneó Fernández hasta el 10 de diciembre pasado, ninguno de sus tres principales referentes alzó considerablemente la voz en vísperas del ajuste que Milei tiene en mente, ni el ex jefe de Estado, ni el ex ministro de Economía y ex candidato presidencial Massa ni la ex titular del Senado Cristina Kirchner. Mientras tanto, el peronismo acaba de iniciar un proceso de renovación que, muy probablemente, lo sumerja en una nueva disputa de liderazgos.
A su vez, por el lado de Juntos por el Cambio, la alianza opositora se fracturó después de su derrota en los últimos comicios generales y en ese contexto, no está claro a priori si el flamante interbloque de diputados que lidera Miguel Pichetto votará en la Cámara baja en sintonía con el PRO y con el radicalismo cuando haya que avalar -o rechazar- el proyecto de ley «ómnibus» que impulsa el oficialismo. El titular de ese cuerpo legislativo, Martín Menem, se mostró igual confiado en las últimas horas en poder reunir las voluntades necesarias para otorgar luz verde a la iniciativa, al suponer que los ediles de Hacemos Coalición Federal respaldarán finalmente la propuesta, en cuyo ¡artículo 654! el Gobierno incluyó una mención especial del mega DNU, pretendiendo su aprobación.
«Cambios de semejante envergadura»
Más allá de la particular coyuntura por la que transitan las principales agrupaciones políticas en la Argentina después de las elecciones, no es seguro que Milei consiga en el Parlamento los resultados esperados sino que, por el contrario, existe lógicamente la posibilidad de que tanto el decreto que apunta a «desregular la economía» como el ampuloso texto que el ministro del Interior, Guillermo Francos, entregó días atrás al propio Menem reboten en el ámbito legislativo.
«De momento, lo que propone Milei es una enumeración teórica; en el Congreso no tenés idea de lo que puede pasar», dijo al respecto Mariel Fornoni, socia directora de la consultora Management & Fit. «Es cierto que muchos cambios eran necesarios y la gente votó un cambio, pero no sé si de semejante envergadura», agregó en diálogo con Noticias Argentinas.
En ese sentido, Maximiliano Aguiar, presidente de la Asociación Argentina de Consultores Políticos (ASACOP), acotó: «Los primeros movimientos de Milei son enormemente ambiciosos, con altísimos niveles de decisionismo». Consideró también que el jefe de Estado motoriza la discusión de «temáticas que no han sido puestas en debate en las últimas dos décadas» en la Argentina.
«Milei es consciente de su debilidad institucional y esa debilidad institucional lo lleva a avanzar de una manera audaz y hasta temeraria, a todo o nada», evaluó por su parte Gustavo Marangoni, director de la consultora M&R Asociados, en referencia al acotado número de legisladores que posee La Libertad Avanza tanto en Diputados (37, menos del 15 por ciento sobre un total de 257) como en el Senado (por debajo del 10%, con solo siete bancas de las 72 que integran la Cámara alta).
En ese contexto, el primer mandatario reclama facultades extraordinarias para gobernar (llegado el caso, hasta el final de su gestión incluso), pese a que aún no se conoce su estilo de conducción, sus cualidades de liderazgo ni la capacidad de sus equipos para capear la tormenta y torcer el rumbo de la Argentina antes de que el barco impacte de lleno contra el iceberg, a juzgar por el diagnóstico apocalíptico que enarbola cada vez que puede el propio Milei en un intento por convencer a la sociedad de que la única salida es la que él plantea, pese a que los frutos del esfuerzo demoren en llegar.
El jefe de Estado sostiene que bajar la inflación podría demandar entre 18 y 24 meses, es decir, está hablando como mínimo de 2025, cuando está previsto que se celebren las elecciones de medio término y que podrían convertirse en una instancia bisagra para su mandato. En definitiva, habrá que ver, en las próximas semanas, hasta cuándo le dura el envión a Milei para sostener su actual y efusivo espasmo reformista.
«La gente sabe que se viene algo, pero aún no sabe bien qué es y aparte ahora la gente está pensando en las vacaciones. En lo personal, creo que todo lo que él propone no lo va a poder hacer», planteó Fornoni en declaraciones a esta agencia. «Me parece que el común de la gente no tiene en claro aún las consecuencias en su vida cotidiana hasta que llegue el golpe de los aumentos», acotó en referencia al «plan motosierra» de Milei.
«Todo eso con congelamiento de haberes, porque con la recesión que va a haber no sé qué empresa va a querer aumentar sueldos. Ningún sueldo va a ganarle a la inflación», aventuró Fornoni. «Hoy la gente siente que el esfuerzo no lo va a terminar haciendo la casta, sino ellos. Por eso, no sé si la gente va a tener mucha paciencia en medio de medidas de mucho ajuste. Creo que Milei mucho margen no tiene en ese sentido», añadió.
«El impacto sobre los ingresos es fortísimo»
Aguiar, otro analista político que dialogó con NA a modo de corolario de 2023 y también para brindar sus expectativas de cara al comienzo del año próximo en materia política, opinó que «el proceso que se vislumbra ahora es de un enfrentamiento entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo», antes de que la figura del jefe de Estado «comience a debilitarse» una vez que golpeen en la población los aumentos que se vienen y empiece a decaer su popularidad.
«Milei plantea una redefinición de las líneas divisorias de la política. Por la cantidad de legisladores que tiene, no cuenta con un alto capital político en el Parlamento, pero sí posee un capital consolidado en la opinión pública de momento», dijo Aguiar. «Entonces, por sí o por no, como planteaba Massa en el último debate presidencial, Milei está tratando de arrinconar al Congreso», evaluó el consultor.
Mientras tanto, de acuerdo con Aguiar, el mandatario avanza en la construcción de sí mismo escogiendo a sus adversarios políticos: en principio, el kirchnerismo y los movimientos piqueteros, más allá del paro nacional que lanzó la CGT para el mes próximo. «Con los sindicatos, eventualmente, se pueden entablar acuerdos a cambio de la paz social», expresó.
Para Marangoni, el primer mandatario también se aferra al recuerdo fresco del fallido gobierno peronista del Frente de Todos para intentar propulsar «el ajuste más ambicioso de la historia de la Argentina», equivalente a 5 puntos del Producto Interno Bruto (PIB). «Pero una cosa es hablar del ajuste a nivel marco-económico y otra cosa es que te llegue», manifestó.
«El impacto sobre los ingresos es fortísimo», advirtió el analista político, sin que asomen -de momento- en un horizonte cercano medidas que vayan a mitigar esa embestida. «Se está produciendo un ‘sinceramiento’ de todo, de precios, de tarifas, de todo menos de los salarios», consignó.
«Es como cuando uno va al dentista con una muela cariada y le toca sentarse en el consultorio, ese es el momento para determinar cuánto dolor se puede soportar; ahora empezó el tránsito hacia todo eso en la Argentina», consideró Marangoni.
A propósito, un reciente trabajo de la firma Giacobbe & Asociados buscó determinar en los últimos días del año el «margen de tolerancia» de la sociedad, con resultados desfavorables para el Gobierno: un 34,7% de los consultados subrayó que no puede «resistir nada» la actual situación económica y un 17,5% apenas se estiró a «seis meses». En tanto, 14,6% optó por mencionar «un año»; 10,8% dijo «dos años»; 2% comentó «tres»; y solo un 19,4% se infló de optimismo, al asegurar «cuatro años». «Si la gente empieza a reaccionar, vamos a tener un verano álgido», planteó finalmente Marangoni en diálogo con esta agencia.