El ministro de Economía, Hernán Lorenzino, y el próximo representante argentino ante el FMI, Sergio Chodos, tendrán poco más de dos meses, desde el 9 de octubre, para terminar de negociar una paz. Los dos funcionarios encabezarán la delegación que estará presente en la próxima reunión conjunta del FMI y el Banco Mundial en Tokio.
Allí se reunirán con la máxima conducción del Fondo, comenzando por la directora gerente, Christine Lagarde, para asegurar que la intención de la Argentina es acelerar la elaboración del Índice de Precios al Consumo Nacional (IPCN) para que dentro de un año esté en condiciones de aplicarse. La única condición, más política que económica, es que el primer número del eventual futuro indicador de la inflación local se haga público después de las elecciones legislativas de octubre de 2013.
Según Economía, los tiempos estimados para la preparación de esta variable, en la que intervienen como consejeros varios técnicos del FMI invitados por el propio gobierno, se están cumpliendo y nunca hubo intenciones desde la Argentina por trabar el proceso. Se afirma incluso que cuando el acuerdo final con el Fondo se cierre, alcanzará para que Lagarde, sin mayores estridencias, abandone su amenaza de una “tarjeta roja” y que como mínimo se suspendan las posibles sanciones del FMI a la Argentina. O que al menos el caso argentino vuelva a ser tratado en abril de 2013, cuando en Washington el Fondo organice su reunión anual de primavera (hemisferio norte).
Lorenzino y Chodos viajarán el 8 de octubre hacia Japón. En el momento en que el ministro tenga que hablarle al directorio del FMI, las críticas serán las mismas que siempre, con el aggiornamiento a las consecuencias de los ajustes que desde el Fondo se les exige a los países europeos en el segundo semestre del año. Se criticará, además, el reclamo para que los Estados en desarrollo abran sus economías mientras no hay pedidos en el mismo tono para los desarrollados. Nada nuevo entonces a lo que el “board” del organismo viene escuchando desde 2004 de parte de los ministros de Economía del kirchnerismo. Lo importante en la reunión de Tokio será lo que se hable en las reuniones privadas.
Lorenzino es ya un especialista en negociar con los técnicos medios y representantes máximos del FMI. Lo viene haciendo desde 2010, cuando era secretario de Finanzas de Carlos Fernández primero y de Amado Boudou después. Volvió a hacerlo en la reunión de abril en Washington, pero en este caso como ministro de Economía nombrado. En ese encuentro consiguió además un logro importante, al abortar la embestida española, a través del ministro de Economía Miguel de Guindos, ante el FMI para que el organismo condenara la decisión del gobierno argentino de nacionalizar YPF.
En Tokio la misión será diferente. La negociación tendrá que ser directamente sobre el FMI y su directorio. El ministro tendrá que explicar la marcha del proyecto de elaboración del IPCN y del compromiso de ponerlo en práctica una vez terminada la etapa teórica. Esto será en un primer momento. En una segunda instancia tendrá que negociar directamente sobre los directores representantes de los países miembros del FMI, que son los que luego deberán votar si sancionan o no al país. La Argentina confía en que el porcentaje de Estados en desarrollo (fundamentalmente Brasil, India y Rusia), más Estados Unidos, China y algunos países europeos con los que las relaciones son amistosas, alcanzará para evitar las embestidas de países como Japón, España y Gran Bretaña, acompañados por Alemania, Holanda e Italia, que están jugando a favor de los Estados que quieren sanciones.
Lorenzino, además, deberá trabajar sobre el directorio del Banco Mundial, donde la Argentina viene teniendo votaciones crónicas negativas de parte de EE.UU. y la Unión Europea, las que, por ahora, no se traducen en frenos al otorgamiento de créditos de parte del organismo. El temor del país es que en algún punto haya países en desarrollo que se contagien de esta postura. Será misión del ministro frenar este impulso.
Por su parte, Chodos comenzará su trabajo como representante ante el FMI, probablemente en el peor momento de las relaciones entre el país y el organismo desde la época en que Anne Krueger discutía por teléfono con Néstor Kirchner sobre cómo pensaba la Argentina salir del default. El, hasta ahora, director del Banco Central tendrá la próxima semana un encuentro privado con Cristina de Kirchner donde recibirá instrucciones.