Alberto Gross tuvo que sacar sus colmenas de Las Rosas, ciudad donde vive, por el avance de la soja. Las llevó a zonas de cañada o tambo (este último también en vías de extinción), lo que le incrementó considerablemente el costo del gasoil. Desde los 14 años que se dedica a la producción de miel (actualmente tiene 52) y nunca había visto semejante abuso en el uso de agrotóxicos. Osvaldo Leura produce jalea real en Desvío Arijón. Estaba desarrollando una genética para mejorar sus abejas cuando la cipermetrina utilizada por los productores de frutilla de los campos aledaños le arruinó el proyecto. Los apicultores sufren con el uso irracional de agrotóxicos, por lo que este miércoles se reunirán representantes de la Sociedad Argentina de Apicultores (Sada) con la Comisión de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Cámara de Senadores de la Nación.
Gross repartió sus colmenas entre Bouquet, Montes de Oca, Villa Eloísa, San Genaro y Totoras. También cruzó el límite provincial y puso su producción en las localidades cordobesas de Saira y Noetinger. “Son zonas de tambo o cañadas. Acá no se puede hacer por la soja”, dijo el apicultor a El Ciudadano.
Su pasión por las abejas comenzó como un hobby. Ahora intenta vivir de la actividad pero se le hace cada vez más difícil. “Hay que tener más de 1.000 colmenas para que sea rentable. Antes el costo del gasoil no representaba nada pero ahora viajo por todos lados”, dijo.
Además de producir la miel, Gross y otra decena de apicultores de Las Rosas agregan valor en origen. Formaron la cooperativa La Estrella y envasan la producción ellos mismos.
La frutilla del postre
“Tengo ganas de tirar todo a la mierda”, se sinceró Leura con El Ciudadano. El productor de jalea real estaba desarrollando una nueva genética para la abeja melífera y tuvo que desistir por el envenenamiento que se produjo cuando las abejas fueron fumigadas con cipermetrina por los productores de frutilla.
Leura, quien vive en Santo Tomé, intentó dialogar con los frutilleros para llegar a un acuerdo. Pero no tuvo la respuesta esperada: “No le dieron la más mínima importancia”.
Hace 25 años que el productor se dedica a la apicultura. Según contó, su establecimiento es uno de los pocos del país que produce jalea real en espacio cubierto. La jalea real es una sustancia segregada por la abeja nodriza que nada tiene que ver con la miel: “Consumirla mejora las secreciones orgánicas”.
Tal es así, que él mismo la consume hace 20 años y contó sus resultados. “En el último estudio que me hice, el médico se volvió loco. El resultado de los análisis fue como los de un pibe de 20 años y ya tengo 56”, relató risueño.
Por otra parte, se burló de los champuses y cremas que dicen tener jalea real: “Es todo bolazo. La jalea real es levemente amarillenta y ese champú es ámbar”.
Reunión con senadores
Los dirigentes de Sada, quienes concurrirán este miércoles al Congreso, realizarán además una movilización “contra el monocultivo transgénico y el uso intensivo de agroquímicos que genera pérdida de la biodiversidad y muerte de abejas”.
A las 11 la entidad se reunirá con la Comisión de Ambiente y Desarrollo Sustentable del Senado de la Nación, presidida por Fernando “Pino” Solanas.
Allí, expondrán la “frágil situación que atraviesa la apicultura como consecuencia del desarrollo del modelo agroindustrial basado en el monocultivo transgénico y el uso intensivo de agroquímicos”.
Semanas atrás, el tesorero de Sada, Roberto Imberti, fue protagonista de un cruce con el ministro de Agroindustria de la Nación, Luis Etchevehere, quien les aseguró que “el modelo de agroquímicos no va a cambiar”, ante el cuestionamiento del sector por un caso de Córdoba, donde se registraron 72 millones de abejas muertas de una sola vez por buscar polen en sectores rurales que habían sido fumigados con agrotóxicos.