Una verdadera marea verde. Pañuelos alrededor del cuello, en la mochila o en el pelo. Pintura y glitter en los cachetes. Uñas y pulóveres verdes. Para las pibas el mundial empezó hoy a las 11 cuando los legisladores entraron al Congreso nacional para debatir el proyecto de legalización de la interrupción voluntaria del embarazo que durante dos meses expusieron más de 700 especialistas personas a favor y en contra. En Rosario, las facultades y agrupaciones políticas organizaron una vigilia con trasmisión en vivo del debate a partir de las 16. En los pasillos, en el bar, o en el patio estudiantes secundarias, que cursaban o no las facultades, y profesionales le hicieron frente al frío, y con gorro, bufanda y mate, se sentaron frente a la pantalla para seguir en grupo la discusión. El lugar más convocante fue la facultad de Humanidades y Artes, dónde miles de chicas agrupadas frente a los tres televisores silbaron y aplaudieron ante cada exposición. Cantos, gritos y chiflidos de chicas con pañuelos al cuello y caras pintadas de verde pusieron el sello a una jornada en que muchas mujeres vivieron como una verdadera fiesta mundialera. El Ciudadano hizo un recorrido por las facultades y agrupaciones y habló con algunas de las personas que fueron a pedir por la legalización del aborto, seguro y gratuito.
La facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales fue una de las primeras en abrir las puertas para proyectar el debate. La facultad desobligó a los alumnos de ir a cursar y desde el bar de la casa de estudios, chicas y chicos con el pañuelo verde al cuello miraban la transmisión en vivo.
Martina y Diana tienen 24 años y estudian Relaciones Internacionales. Empezaron la vigilia desde temprano y a las 11 cantaron el himno nacional al empezar la sesión en Diputados. Fueron hasta la facultad de Humanidades y Artes a buscar un par de pañuelos verdes y cerca de las 16 fueron hasta La Siberia. “Nuestra facultad nos deconstruyó. No pudimos viajar pero queríamos verlo desde acá porque es nuestro lugar de encuentro. Creemos que los estudiantes universitarios tuvieron un rol importante en el debate previo. Teníamos que compartirlo con los compañeros porque fue acá donde confirmé mi posición a favor de la legalización”, dijeron las chicas.
En la mesa de atrás Florencia, Eugenia y Mariano miraban con atención. Fueron uno de los primeros en llegar para pedir que sea ley. “Más allá de la votación, celebramos que se visibilice la lucha. Me emociona ver el apoyo de personas que antes estaban en contra. Queremos que el tema no sea sólo una cuestión de agenda y que las mujeres sigamos peleando por nuestros derechos”, dijo Florencia, estudiante de tercer año de Comunicación Social. Su hermana, Eugenia tiene 17 años y cursa en el Normal 1. “Entré a la escuela y todo era verde. Hicimos una campaña, ayer hubo un pañuelazo y hoy lo hablamos en el aula. Me emociona que podamos hablarlo en las escuelas”, agregó.
El lugar más convocante fue la facultad de Humanidades y Artes donde cientos de personas que cursan ahí, y otras que fueron especialmente, colmaron las aulas, los pasillos y el patio de verde. Desde tres pantallas, una en el salón de actos, otra en la entrada y otra en el patio, las chicas y chicos seguían el debate abucheando y aplaudiendo ante cada discurso.
Maite y Julieta están en el pasillo y se asoman al televisor del salón de actos desde una de las puertas. Comentan indignadas lo que acaba de decir un legislador para oponerse a la aprobación de la ley. “Nos sorprenden algunas posturas porque nos resultan irracionales”, dijo Julieta. Las chicas que ya terminaron de estudiar decidieron ir hasta la facultad porque “las leyes se construyen en la calle, no desde la casa”. “Me parece que lo más grave es la criminalización de la mujer. Las pobres no sólo mueren por abortos clandestinos sino que pueden ir presas. Es una cuestión de desigualdad”, opinó Julieta.
Natalia y Rocío estudian Antropología y están sentadas con Ariadna que estudia Letras. Las chicas siguieron el debate desde su casa y cerca de las 18 fueron hasta la facultad. “Nos parece excelente que lo pasen acá. Verlo juntas es unir fuerzas para que se apruebe”, dijeron.
Sara tiene 16 años y está sentada en una esquina junto con Lisandro, de 18 años. Ella había debatido el tema en la escuela y quiso ir hasta la facultad para seguir informándose y estar con personas que piensan igual.
Giuliana, Paula y Guadalupe están sentadas en el piso del patio. Son estudiantes de Arquitectura y Cocina y fueron especialmente a ver el debate. “Estamos emocionadas y nerviosas. Creemos que es urgente que se apruebe porque es una cuestión de política pública”, contaron.