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Abramor predijo su muerte

Por Carina Ortiz.- Una vecina que le alquilaba una pieza en la que tenía su consultorio de parapsicología afirmó ayer que la víctima le dijo que iba a “terminar con cinco tiros y por su misma sangre”. Y añadió: “Yo le dije que estaba loco”.

En la segunda jornada del juicio oral por parricidio que se lleva a cabo en los Tribunales locales la viuda de Juan Carlos Abramor sostuvo que a su marido “le gustaba mucho lo que hacía” y que no era una mala persona. Además de su testimonio, se escuchó a la pareja del acusado, tres peritos forenses y a la secretaria que la víctima tenía en su consultorio de parapsicología, quien sostuvo que unos meses antes de morir la víctima le confió que iba a terminar con cinco tiros y por su propia sangre. El homicidio de Abramor se produjo el 7 de abril de 2010 en Pueyrredón al 4400, en el barrio Itatí, donde habitaba junto con su concubina, su hijo Juan Gabriel, su nuera y tres niños. Esa mañana, luego de una discusión, su hijo lo mató a tiros y luego pidió a sus familiares que llamara ala Policía, ya que iba a entregarse.

El juicio oral comenzó pasadas las 9.20 de ayer, con la palabra de Natalia F., esposa de la víctima, quien contó que su marido era parapsicólogo. “Le gustaba mucho lo que hacía, no era mala persona; mi marido no hizo esas cosas malas que dicen” refirió.

La testigo refirió que es devota de SanLa Muertey que lo suyo es una devoción como la de los católicos que todos los domingos va a misa. Explicó que tiene un santo al que le pide y que nunca vio hacer ritos o matar gente. “Solo tenía una imagen en una de las habitaciones vacías de la casa y le hacía ofrendas de caramelos, flores, cigarrillos; ni sangre, ni animales, ni nada”, refirió.

Respecto de la relación que el acusado tenía con su padre, Natalia sostuvo que Juan Gabriel tenía líos en Buenos Aires y por eso se vino a Rosario, que discutían muchísimo y que en una oportunidad se agarraron a trompadas en una de las radios en las que trabajaban. Agregó que Juan Carlos nunca lo quiso mal, le decía “Gabito, quiero que vos progreses, que seas gente”.

En relación con el día del hecho, la joven explicó que se había levantado temprano, que su marido llevó a su hija (fruto de una relación anterior) a un curso de computación al que Juan Gabriel no quiso ir y cuando volvió se duchó y tomaron unos mates en la cocina. Mientras tanto, el acusado salió de su habitación, se bañó , ingresó a su pieza. Luego colgó un toallón en el patio, ingresó nuevamente a su habitación y en un momento en que la mujer se levantó de la mesa a buscar a su pequeña hija, que había salido corriendo, Juan Gabriel salió de la pieza y le disparó al padre. “Escucho el ruido, me doy vuelta y lo veo en el piso (a Juan Carlos); él (Juan Gabriel) se acercó y le dio (un disparo) en la espalda, se acercó más y le dio otro y así hasta que no salieron más, no le dejó de disparar. Le dije: ¿Gaby que hiciste? Y no contestó. Le disparó hasta que no salió una bala más. Después apoyó el arma en la mesa y se fumó un cigarrillo”, contó entre llantos la esposa de Juan Carlos, quien también era conocido como Antonio o Ángel dela Muerte.

“Yo no imaginé que iba a hacer eso, sabía que quería comprarse un arma pero no sabía que la tenía en la casa, cuandola Policíallegó estábamos nosotros, salía ella (por la pareja del acusado) de la pieza y le decía: «Gabriel ¿que hiciste?», y yo le pregunté ¿que hiciste? Me dijo: «ya está, ya está, me cansó» y salí a buscar ayuda”, agregó Natalia, quien también sostuvo que su pareja, unos meses antes de morir, le confió que iba a terminar muerto con cinco tiros y por su propia sangre.

La otra mujer

Luego declaró Bárbara B., pareja de Juan Gabriel, quien explicó que hacía un año y medio que tenía una relación con el acusado cuando sucedió el hecho y que no es devota del santo. Respecto de la relación que tenían entre padre e hijo, la joven dijo que “al principio la veía bien, pero después vi como que (el padre) lo ataba a él”. “Yo le decía que creía en mi Dios y él (por su suegro) me decía que su Dios era más fuerte”, añadió.

Respecto del día del crimen, Bárbara sólo refirió que estaba durmiendo con su bebé, que escuchó disparos y vio a Juan Carlos en el piso y a Juan Gabriel sentado en la cocina. Sobre el arma, sostuvo que la había comprado su pareja por consejo de su padre porque cerca de la zona donde vivían había una villa y era peligrosa.

En relación con las prácticas que realizaban la víctima y el acusado, sostuvo: “Lo que hacían influyó mucho porque yo no lo veía normal a eso y yo no quería que Gaby hiciera eso, veía que todo era una locura. Él (por Antonio) hacía rituales a SanLa Muerte, ala Pomba Giray se ve todo tan real por los resultados, y por la gente que iba a verlo”.

Palabra forense

También declararon ayer los médicos forenses en psiquiatría Marta L. y Carlos E., que peritaron al acusado. Los profesionales explicaron que realizaron dos entrevistas; que en la primera el joven tuvo una “postura reticente”, ya que no fue permeable a las preguntas que se le realizaron y adujo tener dolor de cabeza. En la segunda entrevista uno de los peritos concluyó que el joven no tenía espontaneidad en el relato porque repetía las preguntas que se le hacían  y que no tenía ningún signo de patología mental, de lo que surge que ha podido comprender la criminalidad del acto.

“La relación amor-odio no tiene un correlato con el discurso, no hubo llanto, angustia, hubo un correlato acotado. La descripción de lo ocurrido no fue acompañado de un correlato emocional”, refirió Marta L.

Mientras que Carlos E. sostuvo que los videos presentados (donde se veía y escuchaba al padre en procesiones de SanLa Muerte, en su programa de radio o en un santuario) no eran trascendentes para el peritaje y que en este caso no hubo un bloqueo emocional sino una reticencia voluntaria. Los profesionales sostuvieron además que el culto a SanLa Muertees supersticioso y parte de la creencia popular y que si existía alguna afección de la psiquis del acusado ello debió dejar alguna impronta que se podría detectar clínicamente.

Otra de las testigos fue Olga C., profesional que le realizó un estudio psicológico al imputado en el Centro de Salud Mental Agudo Ávila. La especialista sostuvo que el joven sufre de un trastorno límite de personalidad. “Pienso (en relación al crimen) que es la consecuencia de un vínculo distorsionado y aberrante, no un impulso, creo que se ha ido gestando en el tiempo”, refirió.

Explicó que había un vínculo aberrante porque durante el examen detectó signos de abuso de tipo sexual aunque no pudo precisar el alcance y cuando Juan Gabriel volvió de Buenos Aires ya no habla de abuso sexual sino verbal.

El último testimonio fue el de Marta A., quien le alquilaba una habitación de su casa a la víctima por 15 pesos por cliente, ya que ahí funcionaba su consultorio de parapsicología. La mujer dijo que Antonio era como un hijo para ella, que eran “uno solo” con su hijo y que usaban el poder de SanLa Muertepara el bien. La testigo concluyó su exposición diciendo que unos meses atrás Antonio le dijo que iba a “terminar con cinco tiros y por su misma sangre y yo le dije que estaba loco”.

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