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Abrió sus puertas uno de los dos cementerios de la mafia hebrea Zwi Migdal

Los miembros de Zwi Migdal mudaron su organización y sus negocios ahora ilegales al incipiente poblado en donde construyeron dos lujosos prostíbulos y un cementerio con las instalaciones necesarias para dar una sepultura religiosa a sus muertos

Uno de los dos cementerios que la misteriosa mafia hebrea Zwi Migdal (Gran Fuerza) tuvo en Argentina a principios del siglo XX se abrió este sábado por primera vez al público en la localidad santafesina de Granadero Baigorria, donde la red internacional de trata y prostitución daba sepultura ritual a los jefes de la organización.

Zwi Migdal fue una organización mafiosa de rufianes de origen polaco-judío que montaron una red mundial de trata de personas con sedes en New York, Brasil, India, China, Varsovia y Sudáfrica; y que operó en la ciudades de Buenos Aires y de Rosario entre 1906 y 1937.

La organización llegó a tener 2 mil prostíbulos y conseguía mujeres en aldeas del este de Europa, en un contexto de inmensa pobreza y desesperación. En muchos de los casos engañaban a esa mujeres con promesas de prosperidad que ofrecía el territorio americano.

En Argentina, la Zwi Migdal operó bajo la fachada de una Sociedad de Socorros Mutuos pero todos conocían sus negocios espurios y es por esa razón que la colectividad judía en Argentina los expulsó, les dio el nombre de «impuros» y no permitió que fueran enterrados en sus cementerios.

Sin embargo, los mafiosos continuaron con sus prácticas religiosas y construyeron dos cementerios en el país, uno ubicado en la localidad bonaerense de Avellaneda, y otro, en la localidad santafesina de Granadero Baigorria que hoy fue abierto por primera vez a la comunidad.

El cementerio está alojado en el interior del cementerio local El Redentor y aún se conserva el portón de ingreso que da al oeste coronado con una estrella de David.

Está rodeado por una reja que se convierte en tapial, que fue colocada para que no sea vandalizado. Es un terreno chico, tiene una calle interna llamada «Camino muerto» por la que se accede a las no más de 35 tumbas que aún permanecen en pie.

Dos líneas de cipreses dividen las tumbas de mayor jerarquía cubiertas de mármol negro y ornamentos en donde están enterrados los varones de la organización, de las más pobres hechas de cemento en donde se presume hay enterradas madamas y proxenetas.

El área de Género de la municipalidad de Granadero Baigorria realizó esta tarde una visita guiada por el cementerio a la que asistieron unas 250 personas que pudieron recorrer una parte de la historia oscura de la Argentina.

La directora del área de Género, Patricia Molina, dijo a Télam que «la apertura al público del cementerio es un paso que parece pequeño pero es muy simbólico para la ciudad ya que la región del Cordón Industrial de Rosario aún padece la problemática de la prostitución y la trata que se representan en ese espacio».

«Esta iniciativa tiene que ver con la aplicación de la perspectiva de género y representa un primer paso para generar cambios en la comunidad y para que quede una relectura de la historia», consideró.

«Durante el recorrido hablamos de casos de trata que sucedieron en la zona y casos emblemáticos como el de Marita Verón para entender que la historia tiene una lectura desde la actualidad y que aún nos interpela», señaló.

«Estamos derribando barreras. Hoy sigue instalado el machismo dentro de la zona en aquellas personas que se preguntan por qué hacemos un recorrido por el cementerio con perspectiva de género, lo que muestra la resistencia que aún existe», destacó.

Durante el recorrido, los visitantes pudieron enterarse que la organización mafiosa regentó el negocio de la prostitución en Rosario pero debió mudarse al poblado rural lindero de Granadero Baigorria, llamado en aquel entonces Pueblo Paganini corridos por la ordenanza municipal 7 que impulsó el intendente Esteban Morcillo y que decretó el fin de los prostíbulos para el 1º de enero de 1933 en toda la ciudad.

Los miembros de Zwi Migdal mudaron su organización y sus negocios ahora ilegales al incipiente poblado en donde construyeron dos lujosos prostíbulos y un cementerio con las instalaciones necesarias para dar una sepultura religiosa a sus muertos.

La directora de la escuela media 330 de Granadero Baigorria y especialista en el tema, Mariana Rossi, fue la otra guía durante la visita, entre las lapidas de mármol negro contó que «la gente cree que están enterradas las víctimas de trata pero en realidad están los proxenetas y madamas, las altas jerarquías de la organización porque con el maltrato que recibían las chicas no iban a preocuparse por enterrarlas acá».

«Los destinos de estas mujeres que además morían muy jóvenes fueron nefastos y hoy los desconocemos porque la historia no los estudió», enfatizó.

«Ellas venían de Europa del Este, algunas engañadas sin saber que les esperaba y otras venían a continuar su actividad en la prostitución buscando mejorar su situación económica porque en Argentina les rendía mas el dinero, incluso podían mandarles a sus familias en Europa», relató.

«Ésta no era la única organización que trataba con mujeres, había franceses, italianos y criollos pero la Zwi Migdal se hizo más conocida porque fueron expulsados de la colectividad judía, ahí está lo llamativo», señaló.

«Después de la denuncia de Raquel Liberman en Buenos Aires en marzo de 1930, la organización empieza a ser investigada, detienen a más de cien personas de las cuales dos quedan presas y muchos son expulsados del país aunque vuelven a entrar y continúan activos hasta 1937 en lo que se conoce como su decadencia».

Rossi, señaló ante el periodista de esta agencia que «la visita está atravesada por la cuestión de género porque en cien años la trata sigue existiendo, no han cambiado los métodos de captación, los lugares de destino son los mismos y el cementerio nuclear todos estos conceptos a través de su historia».

«En la región desgraciadamente notamos que la problemática sigue, la trata está, la situación de prostitución existe, por eso esta iniciativa pedagógica», remarcó.

Con perspectiva de género, abre las puertas cementerio de mafiosos y explotadas

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