La última vez que Abuelas de Plaza de Mayo convocó a una conferencia de prensa para dar la bienvenida a un nieto fue el 13 de junio de 2019. Se trataba de Javier Matías Darroux Mijalchuk, el nieto recuperado número 130. Se están por cumplir tres años de ese anuncio. Desde la recuperación de la democracia nunca había pasado tanto tiempo sin una restitución, ya que la última vez había sido durante la dictadura entre 1980 y 1983.
La pandemia tuvo mucho que ver con cierto parate en las consultas por dudas sobre la identidad: el 2020, que estuvo signado por el aislamiento social, preventivo y obligatorio, tuvo uno de los números de consultas más bajos en la historia de Abuelas. En cambio, según confirmó a este medio la filial local, hacia 2021 ese número se triplicó y esperan poder sostener y aumentarlo este año.
Conocer la verdad siempre es urgente, pero en estos casos el paso del tiempo realmente apremia: las personas que fueron apropiadas entre 1975 y 1980 -años que Abuelas puntualiza por el robo sistemático de bebés, niñas y niños- hoy son adultos de más de 45 años. Muchos ya tienen hijos y, tal como insisten los organismos de derechos humanos y las instituciones que se dedican a las secuelas de estos crímenes, la falsificación de identidad se hereda.
El pasado 5 de mayo, las sedes locales de Abuelas e Hijos convocaron a un acto en homenaje a las víctimas que estuvieron secuestradas en la Quinta Operacional de Fisherton (San José de Calasanz al 8600). Se trató de un centro clandestino de detención que recién fue localizado en 2005 y del que solo hay tres sobrevivientes. La mayoría de las víctimas siguen desaparecidas y militaban en el PRT-ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo).
Referentes nacionales de Abuelas estuvieron presentes en el acto. Uno de ellos fue Abel Madariaga, histórico secretario de la organización. Él encontró a su hijo apropiado 32 años después del secuestro de su pareja, la madre de Francisco. Se trató de la restitución 101, ocurrió en febrero de 2010.
Fue uno de los pocos casos que incluyó un encuentro entre padre e hijo.
La historia a veces parece no dar tregua y Francisco falleció en septiembre de 2020.
A pesar de los golpes, Abel sigue y continúa la búsqueda colectiva de los nietos y nietas que faltan encontrar. Hasta ahora fueron 130 pero se calcula que hay 350 personas más que no conocen su verdadera identidad.
“No está escrito cómo encontrar un nieto. Fueron las ideas de las Abuelas, de los equipos técnicos y de inclusión que se fueron armando. Vamos incorporando cosas más modernas y nuevas en la búsqueda pero todos tenemos conciencia de que hay que encontrarlos”, planteó en diálogo con El Ciudadano.
Tanto él como todos los hijos que hablaron durante el homenaje hicieron hincapié en la importancia de conocer la verdad, la propia y la colectiva. “Lo que hace daño es la mentira.
La verdad, por más dura que pueda ser, termina reparando el daño que quisieron hacer. La verdad no hace daño. Es cierto que han dañado a muchos chicos pero conocer la verdad es un acto de liberación”, reflexionó acerca de qué le diría a alguien que tiene dudas acerca de su propia historia familiar, alguien que piense que puede ser hijo o hija de personas desaparecidas.
“Todavía no es tarde y además tenemos ganas y tenemos reemplazo en Abuelas. Tuvimos nuestra asamblea anual y ordinaria, elegimos a autoridades y se han incorporado nietos a lo loco”, dijo con una sonrisa. “Lo importante es que la verdad vaya surgiendo y además que quede testimonio para las nuevas generaciones para que esto, lo dijimos en el Juicio a las Juntas, no pase nunca, nunca más. Con estos actos vamos fortaleciendo a la sociedad para que no vuelva a ocurrir”.
Otro de los presentes fue justamente Javier Matías Darroux Mijalchuk, que habló con este medio sobre qué pasó este tiempo, atravesado por la pandemia y qué esperan del futuro inmediato.
“Claramente hubo un parate por la pandemia que nos llevó a tener que reinventarnos en la construcción de la comunicación ya que tuvimos que adaptarnos a la virtualidad. También hubo un freno, aunque se superó rápidamente, con el tema de las extracciones de sangre. En total, no hubo una disminución de las presentaciones espontáneas en las sedes de Abuelas. De hecho, en 2021 superamos la cantidad de estas presentaciones en relación al 2019, es decir, previo a la pandemia”, contó.
Consideró, de todas maneras, que se dio una situación excepcional y que esperan que falte poco para “poder dar una buena noticia a la sociedad”
Su mamá Elena Mijalchuk lo llevaba en brazos cuando desapareció. Estaba embarazada y buscaba a su marido Juan Manuel Darroux, que había desaparecido hacía poco. Javier Matías tenía cuatro meses y fue encontrado en la calle. Fue adoptado. Cuando se anunció su restitución Abuelas subrayó -y celebró- que no haya sido criado por represores. Javier Matías se encontró con su tío, que en más de 40 años nunca cambió su número de teléfono para asegurarse que el reencuentro no tuviera más obstáculos.
“La verdad es una piedra fundamental en la construcción de la identidad. Por más mínimo que sea el ruido o la duda que vos tengas es algo que te va a seguir sosteniendo en una personalidad inestable, que no te va a permitir cerrar un montón de cosas y si tenés hijos se lo vas a traspasar a la siguiente generación. Por otro lado, hay un montón de familiares, abuelas, tíos, primos, hermanos que los estamos buscando y estamos esperando para darles un abrazo”, planteó.
Además, contó que en su momento él no podía dimensionar “el impacto y la importancia de conocer la verdad”. “Quienes dudan, que piensen que del otro lado los estamos esperando. Estoy muy emocionado”, dijo con ojos llenos de lágrimas en medio de la plantación de árboles que se estaba llevando adelante en el predio donde funcionó la Quinta de Fisherton, inmueble que fue demolido en 2016 en un espacio que ahora pertenece al Colegio San Bartolomé (conocido como Colegio Inglés).
Finalmente, el último nieto recuperado hasta ahora planteó que el proceso de restitución “no es nada sencillo y cada uno lo transita como puede”. Desde Abuelas intentan dar todo el acompañamiento y las herramientas necesarias para quienes se acerquen
Una búsqueda sin pausas
Durante la última dictadura cívico militar, que estuvo entre 1976 y 1983, el robo de bebés fue una práctica sistemática. A partir de las investigaciones, Abuelas tiene establecido como fechas entre 1975 y 1980 como momentos álgidos de apropiación de menores y sustracción de la identidad.
En su web oficial, el organismo informa que la ESMA, Campo de Mayo, Pozo de Banfield y otros centros de detención funcionaron como verdaderas maternidades clandestinas, incluso con listas de matrimonios «en espera» de un nacimiento. El resultado fue que unos 500 hijos e hijas de desaparecidos fueron apropiados como «botín de guerra» por las fuerzas represivas.
Para llevar a cabo estos crímenes se necesitó, entonces, de una enorme complicidad civil como médicos y auxiliares.
En todos los casos, especifica Abuelas, les anularon su identidad y los privaron de vivir con sus legítimas familias, de sus derechos y de su libertad.
La búsqueda de nietas y nietos es compleja justamente por el carácter clandestino de la represión: faltan registros de cuántas personas fueron secuestradas y por dónde pasaron. Además, los represores continúan su pacto de silencio: no dicen qué hicieron, con quiénes, dónde llevaron a los desaparecidos ni los bebés que robaron.
Por otro lado, no todos los familiares de desaparecidos saben si había un embarazo al momento del secuestro.
Contra todas las dificultades, Abuelas sigue su búsqueda. Trabaja con la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad -Conadi- y el Banco Nacional de Datos Genéticos, que cumple 35 años de trabajo desde que dieron con el índice de abuelidad, un descubrimiento científico que posibilitó la pregunta de las Abuelas por el paradero de sus nietos y nietas. También trabaja con Cancillería porque puede haber personas apropiadas que viven en otras partes del mundo.
Cada persona que se acerca e inicia una búsqueda, cuenta con la confidencialidad del caso y si se confirmara una restitución aquellos nietos o nietas no tienen por qué presentarse públicamente si no lo desean. Abuelas respeta la definición de cada uno y cuando emite comunicados de prensa sobre estas noticias únicamente difunde la familia de origen y los detalles del caso. No publica el nombre que llevó hasta ese momento la persona.
En otras palabras, no se da a conocer información sobre el apellido con el que el joven vivió hasta ese momento, es decir con el que sería reconocido por sus allegados.
En Rosario, si una persona tiene dudas o conoce a alguien de quien sospecha que pudo ser apropiado, se pueden comunicar a rosario@abuelas.org.ar o a en http://www.abuelas.org.ar.