Las Abuelas de Plaza de Mayo presentaron hoy a la nieta recuperada número 126, llamada Adriana, hija de Edgardo Garnier y Violeta Graciela Ortonali, ambos desaparecidos durante la última dictadura cívico militar.
“Esta vez no pudieron: el amor le ganó al odio. El amor es más fuerte que el odio, siempre”, celebró la joven, que participó de la conferencia en la sede de Abuelas, acompañada por la presidenta de la entidad, Estela Carlotto, y familiares y compañeros de militancia de su padre y la madre.
“Esta vez no pudieron: el amor le ganó al odio. El amor es más fuerte que el odio, siempre”, celebró la joven.
Adriana, nacida en enero de 1977 durante el cautiverio de su madre, podrá conocer a su abuela paterna, Blanca Díaz de Garnier, que vive en Concepción del Uruguay, donde nació su padre y podrá charlar con sus familiares paternos y maternos, y sus compañeros de militancia.
“Se me completó la vida”, afirmó la joven, quien dijo sentirse “plena” y celebró tener “una abuela”, que actualmente tiene 86 años y llevaba cuatro décadas de búsqueda.
Como en muchos de los últimos casos, la joven se acercó al área de Presentación Espontánea de Abuelas de Plaza de Mayo luego de que alguien de su entorno le confesara que no era hija biológica de quienes la habían criado: hasta entonces, ella no tenía dudas sobre su identidad.
“Me enteré que no era hija biológica de mis padres un sábado y el lunes siguiente ya estaba acá para preguntar si era hija de desaparecidos, más que nada por mi fecha de nacimiento”, explicó ante la prensa.
Su partida de nacimiento falsa está firmada por la médica Juana Franicevich, quien ya había fraguado las partidas de nacimiento de tres nietos que fueron restituidos recientemente.
Desde el área de Presentación Espontánea fue atendida y luego derivada a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) para completar la información documental y, después, realizar el análisis en el Banco Nacional de Datos Genéticos.
La joven relató que le dieron turno para hacer los análisis en la Conadi y que cuatro meses más tarde la llamaron para decirle que no había habido compatibilidad con el registro: “Seguí mi vida pensando otra historia, que me habían abandonado, por ejemplo, pero no podía tener certeza, tenía que aprender a vivir con eso. ¿Dónde iba a buscar cuarenta años más tarde?”, indicó.
Este lunes, sin embargo, la nieta recibió un nuevo llamado de la entidad: “Me dijeron que había información que me tenían que dar personalmente y ahí sospeché, me puse muy ansiosa y una compañera de trabajo me acompañó”, explicó.
Finalmente, ese mismo día, la joven supo que es la hija de Violeta y Edgardo: recibió la noticia en la Conadi con “felicidad” e inmediatamente accedió a acercarse a Abuelas para encontrarse con su familia y compañeros de militancia de sus padres, con quienes ya pudo intercambiar algunas anécdotas y abrazos.
“Se me completó la vida. La sensación de pasar de pensar que fui abandonada, no deseada, a sentir que fui una persona muy querida, muy deseada, muy buscada, que tengo una familia hermosa y que tengo una abuela… ¡No lo puedo creer!”, señaló.
“Se me completó la vida. La sensación de pasar de pensar que fui abandonada, no deseada, a sentir que fui una persona muy querida, muy deseada, muy buscada, que tengo una familia hermosa y que tengo una abuela… ¡No lo puedo creer!”, señaló Adriana.
A su vez, Carlotto explicó: “Su familia la buscó siempre. Fueron de los primeros en hacer la denuncia en Abuelas”.
La pareja militó en la FAEP, Edgardo también militó en la JP y Violeta en la JUP, y luego ambos formaron parte de Montoneros: sus compañeros la llamaban “La Viole” y, a él, “La Vieja Bordolino” o “El Viejo”.
Durante sus estudios y militancia, Edgardo y Violeta vivieron en Ensenada en la misma casa que otros compañeros estudiantes de Ingeniería, entre ellos Marita Aiub y Rafael Caielli, también desaparecidos junto con su hijo, a quien Abuelas sigue buscando.
En esa casa habían puesto un taller de reparaciones eléctricas que se llamaba “El pollo eléctrico” y en el fondo tenían una huerta.
Violeta y Edgardo se casaron el 7 de agosto de 1976 en una sencilla ceremonia religiosa realizada en Bolívar y ella estaba embarazada de tres meses: la pareja pensaba llamar a su bebé Vanesa, si era nena; Marcos o Enrique, si era varón.
Violeta fue secuestrada el 14 de diciembre de 1976 en el Barrio La Granja de La Plata, con un embarazo de 8 meses, y desde entonces, Edgardo buscó por cielo y tierra a su esposa y luego regresó a su pueblo en Entre Ríos.
Cerca de la fecha probable de parto emprendió nuevamente la búsqueda: se despidió diciendo que iba a buscar a su hijo y, al poco tiempo, el 8 de febrero de 1977, en La Plata, él también fue secuestrado.
Desde entonces, su familia continuó la búsqueda y fue una de las primeras en hacer la denuncia en Abuelas de Plaza de Mayo pero nunca se obtuvo ningún dato fehaciente y concreto sobre la pareja ni sobre la niña o niño que debió nacer en cautiverio, informó Abuelas.
“Estos encuentros nos llenan de esperanza y nos dan fuerza para redoblar la búsqueda. Este caso vuelve a demostrar la importancia de que quienes tienen algún dato sobre un posible hijo de desaparecidos hablen con él o con ella, o nos acerquen esa información. Vamos quedando pocas Abuelas. Con la urgencia del tiempo que corre, volvemos a hacer un llamado a la sociedad a que nos ayuden en esta búsqueda, que ya lleva 40 años”, señaló la entidad.
“No esperaba tener esta alegría”
A su turno, Blanca Díaz de Garnier, la abuela de la nieta recuperada número 126, celebró hoy la noticia y afirmó que “no esperaba tener esta alegría” tras “40 años de espera”.
“No esperaba tener esta alegría. Veía recuperar a otros nietos y me decía «a mí nunca me toca». Más gozo no puedo pedir”, expresó en diálogo con Radio 10 Díaz de Garnier, que vive en Entre Ríos y tiene 86 años.
Luego de que Abuelas de Plaza de Mayo presentaran a Adriana, hija de Edgardo Garnier y Violeta Graciela Ortolani, ambos desaparecidos durante la última dictadura, su abuela biológica afirmó: “Tuve 40 años de espera. Estamos con una alegría que no cabemos en nuestra persona”.
La joven ya se comunicó con su abuela, apenas confirmó su identidad y la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, contó que la mujer le expresó: “Menos mal que estoy sentada. ¡Tanto la busqué!”.
Edgardo Garnier y Violeta Graciela Ortolani, padres de la joven, militaron juntos en la ciudad de La Plata, en el Frente de Agrupaciones Eva Perón (FAEP).
Ortolani fue secuestrada el 14 de diciembre de 1976, cuando tenía 23 años y un embarazo de 7 meses, mientras que a Garnier lo secuestraron casi dos meses después, el 8 de febrero de 1977, en La Plata.