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Aceitando engranajes: la CGT carretea hacia un nuevo paro general

La mesa chica de la central obrera se reunirá el lunes con la misión del FMI y el martes decidirá si llama a una medid de fuerza: el retraso en reintegros a obras sociales aparece en primer plano, pero motivos les sobran. Advertencias y solidaridad por la ofensiva judicial contra los Moyano

Con fuertes presiones internas, la CGT se encamina a la convocatoria a un nuevo paro general contra la política económica y social del gobierno nacional. Así lo reflejaron fuentes internas de la central obrera, que ya oficializó la convocatoria a la mesa chica para este martes para decidir una medida de fuerza: será un día después de la reunión, este lunes, de la conducción cegetista con la misión del Fondo Monetario Internacional que arribó al país para monitorear las cuentas públicas oficiales.

A casi tres meses del último encuentro cara a cara, la mesa chica de la CGT expondrá al FMI su evaluación sobre el curso de la economía de la gestión de Mauricio Macri.

Según adelantaron el sitio infogremiales.com.ar y el diario La Nación tras consultar a fuentes de la mesa chica, los dirigentes expondrán que se agravó la caída del empleo y que no hay ni trazos del repunte económico que el gobierno había anunciado en un nuevo pronóstico fallido.

Al día siguiente del encuentro con los enviados del FMI se reunirá el consejo directivo para discutir, entre otros temas, si convoca a una huelga que puede tener fecha antes de que termine mayo o a poco de empezar junio, con un disparador concreto: además de la situación económico-social, los gremios están poniendo el grito en el cielo por la demora del gobierno en los reintegros a las obras sociales sindicales. De igual, modo, aunque las maniobras abran la canilla oficial, no parece haber esta vez espacio para agitar con una medida de fuerza y desactivarla después, como ya hizo la conducción cegetista.

Es que todo fue a peor, y en ese marco, otro de los escenarios que llaman la atención de la central obrera es la escalada del gobierno con Hugo y Pablo Moyano tras el paro nacional concretado por un fuerte entramado sindical. De hecho uno de sus ex aliados, Juan Carlos Schmid, titular de Dragado y Balizamiento y de la poderosa Catt, la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte, y además ex triunviro de la CGT, advirtió que el sindicalismo “no se va a quedar quieto” si Pablo Moyano es detenido.

En esa dirección parece ir la nueva ofensiva judicial del fiscal Sebastián Scalera, que pidió y concretó el allanamiento de nueve sedes sindicales de Camioneros en una causa que tiene como principal testigo a un barrabrava de Independiente –Carlos “Bebote” Álvarez, que cumple condena judicial– y que atravesó por el apartamiento del juez que no vio razones jurídicas para un arresto –Luis Carzoglio, a quien se le pidió el juicio político y se lo suspendió pese tras haber denunciado la “visita” de integrantes de la Agencia Federal de Inteligencia con apriete y oferta de dádivas–. Y a ese frente judicial se sumó otra denuncia desde la cartera de Seguridad, que comanda Patricia Bullrich, contra Moyano padre e hijo, Hugo Yasky (CTA), Sergio Palazzo (La Bancaria y Corriente Federal de Trabajadores) y Omar Plaini (Canillitas) por la huelga y movilización del 30A.

La Catt lanzó una sucesión de paros del transporte por agua, tierra y aire para cada feriado, cuyos reclamos centrales son el Impuesto a las Ganancias y un aumento de emergencia para jubilados. La pelea arrancó el pasado 1° de Mayo, un día después de la huelga del Frente Sindical para el Modelo Nacional, las CTA, y casi todas las regionales de la CGT del interior. Y Schmid ratificó: “El paro de transporte del 25 de mayo se mantiene firme”. Y en esa línea lanzó: “La CGT tiene que convocar a un paro general”.

En la misma línea, otro de los articuladores más fuertes de la CGT, Omar Viviani, secretario General del Sindicato de Peones de Taxi, también pronunció la fórmula: “En 20 o 30 días tiene que haber un paro de la CGT porque la situación no da para más”.

La postura es clave, ya que Viviani políticamente está cercano al ala del justicialismo más amigable con el gobierno nacional. Ya no: describió el decálogo del presidente Macri para convocar al diálogo a la oposición como los “10 puntos seguramente los hizo el FMI”. Y al llamado mismo como una maniobra: “Hace tres años debieron convocar al diálogo, es una jugada totalmente electoralista”.

“Vivimos en un país altamente conflictivo con una economía desastrosa. Tiene que seguir agrandándose el reclamo de los trabajadores”, concluyó Viviani, y también se solidarizó con los Moyano, con los que mantiene vieja rivalidad, por lo grotesco de los allanamientos a Camioneros: “Me parece una barbaridad. Es un ataque. Se les fue la mano”.

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