Un hombre de 30 años acordó una pena de 14 años de prisión como autor del homicidio de Kevin “Culón” Brest, cometido el 16 de diciembre de 2018 en barrio Ludueña. Se trata de Gabriel Alcides “Tito” Sánchez, señalado por varios testigos como quien portaba una pistola calibre 11.25 y disparó sobre Culón en el marco de un conflicto donde se mezclaron broncas barriales con disputas relacionadas con el narcomenudeo.
Por aquellos días de 2018, una serie de homicidios había sacudido ese sector postergado del noroeste. Ninguna de las víctimas, que vivían en un radio de ocho cuadras, superó la franja de los 18 años. Nahuel Duarte tenía 16 y murió de un disparo fatal el 28 de noviembre a metros de su casa de Tucumán y Solís. Acababa de ser papá y se las rebuscaba con changas de albañilería y plomería. Luciano Martínez tenía la misma edad y vivía en Tupac Amaru y Barra. El 9 de diciembre falleció en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca), donde estuvo internado por una golpiza que una patota le propinó para sacarle la bicicleta. A esos asesinatos se sumó el de Culón Brest, de 18, fallecido por dos balazos en Tupac Amaru y Cullen en el marco de una discusión con un grupo de pibes señalados como transeros al servicio de Brian “Gordo” Sánchez, el hermano de Tito, quien está condenado a 20 años desde abril pasado por el crimen de Nahuel Duarte.
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“Todo esto empezó porque el Gordo Brian vendía drogas en el barrio, y él quería ocupar el territorio en esa parte del Ludueña. Todos ellos se juntan en Barra y Tupac Amarú a la altura de la vía, en donde venden droga, y también suelen ir a Garzón y la vía, donde también venden”, señaló un testimonio que fue incorporado al legajo del fiscal Adrián Spelta para explicar el contexto del crimen de Kevin Brest.
Un integrante de la familia Brest también agregó: “Esto viene hace mucho, porque ellos, es decir Tito, Flaco Omar, Gordo Brian, Brandito y Huesito, quieren que nosotros vendamos drogas en nuestra casa, pero nosotros nunca lo hicimos. Ellos quieren poner un traficante en el barrio y nosotros no queremos. Así fue que siempre nos amenazaron”.
Con esa rivalidad latente, el día del crimen por la mañana hubo una escaramuza entre Culón Brest y un tal Hernán, a quien señalaron como parte de la bandita del Gordo Brian.
Culón y Hernán pelearon mano a mano y al perecer el segundo llevó las de perder. “Además este chico Hernán hacía como dos meses le había pegado un cachetazo a la madre de Kevin, y desde entonces había quedado con esa bronca con él”, sumó otro testigo. También hay quienes dicen que Culón le había sacado un arma a Hernán. Allí entró en escena Tito Sánchez, que horas antes de cometer el crimen habló con la madre de la víctima.
Ella misma lo contó: “Más o menos a las 10 se acerca hasta mi casa en una moto grande Tito y me dijo que mi hijo, por Culón, se había peleado con su cuñado, es decir con Hernán, y me decía que mi hijo y otro pibe le habían sacado un arma de fuego a Hernán, entonces Tito me dijo que le recuperara el fierro porque si no venía brava, a lo que yo le dije que me estaba amenazando, y él me respondió que no, que le dijera eso a Kevin”.
Los acontecimientos se desarrollaron de la peor forma pocas horas más tarde. A las 13 Kevin estaba con tres amigos frente a un pasillo de Cullen y Tupac Amaru cuando tres o cuatro hombres se acercaron desde las vías.
Todos sacaron armas pero fue Tito quien le apuntó a la cabeza a un chico llamado Ezequiel, que empezó a correr. Tito le disparó y una bala alcanzó en la rodilla al joven de 20 años.
Acto seguido el tirador fue contra Kevin «Culón» Brest, que también intentó escapar a la carrera. Pero no pudo: una bala disparada por Tito le atravesó la espalda y otra lo alcanzó en el cuello. Malherido, fue llevado por un vecino hasta el Policlínico San Martín, pero no sobrevivió.
Tito cayó cinco meses después a partir de un dato que aportó la familia Brest luego de reconocerlo arriba de un Renault Clio circulando por las cuatro pla zas de barrio Belgrano. Una hermana de Kevin anotó lo patente y una brigada de la ex Policía de Investigaciones (ex PDI) trabajó el dato hasta dar con Tito en Nuevo Alberdi.
Luego de pasar algo más de dos años en prisión preventiva, lapso en que fue sometido a estudios para determinar si padecía mal de chagas, Tito Sánchez admitió la autoría del crimen y aceptó la condena a 14 años de cárcel por homicidio agravado y portación de arma, una pena que tuvo en cuenta “el arrepentimiento activo y voluntario” de Tito.
El acuerdo entre el fiscal Spelta y el defensor público César Baroni fue homologado por un tribunal Postma, Isabel Mas Varela y Héctor Núñez Cartelle.
