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Actor enjuiciado por posteos contra la iglesia católica

El artista gallego Willy Toledo fue procesado en setiembre de ese año, por un presunto delito contra los sentimientos religiosos, contemplado en el artículo 525 del Código Penal y que prevé multas y prisión de hasta doce meses

Durante el franquismo, en España, mucha gente fue encarcelada por “proferir insultos” –tal como figuraba en las causas que luego se labraban– a la iconografía religiosa, cualquiera fuese y ubicada en cualquier rincón de la península ibérica. Bastaba una puteada dicha al pasar por algún traspié en asuntos de índole diversa que lanzaba algún transeúnte para que algún otro que lo hubiera escuchado corriera a contárselo al primer agente del orden con el que se cruzara. Hubo un pasodoble durante los años 50 que reflejaba exactamente este comportamiento de los ciudadanos y que se cantaba por todos lados con tono de sorna y apuntando a mantener cierto espíritu de resistencia ante las calamidades del franquismo. Se llamaba “Delatores callejeros” e intentaba dar cuenta del grado de disciplinamiento al que había sucumbido la población por obra del miedo fundamentalmente pero también por ósmosis con las políticas represivas y oscurantistas que desplegó el gobierno del dictador Francisco Franco, por su fascismo implícito y colaborativo podría decirse, con el que lograron doblegar buena parte de los focos rebeldes republicanos y anarquistas durante la Guerra Civil.

La iglesia católica ostentó durante los cuarenta años de Franco un poder omnímodo que acompañó al gobierno en todos los frentes posibles: la educación, el control de la feligresía, la denuncia de aquellos sospechosos de aborrecer la religión y hacer mitines para desprestigiarla poniendo de relieve su connivencia con la dictadura. No pocos de estos denunciados fueron encarcelados en hacinadas y pestilentes prisiones y algunos a los que se les pudo endilgar la acusación de “conspiración” en sumarios expedientes policiales fueron fusilados. Varios de estos hechos tuvieron como origen una puteada azarosa hacia Dios, alguna virgen o santo y a la iglesia misma y sus libros autodecretados sagrados.

 

El posteo “sacrílego”

Mucha agua ha corrido bajo el puente español desde la llegada de la democracia en los años ochenta, sin embargo el franquismo, como poder e ideología enquistados socialmente no desaparecieron del todo. Y mucho menos la influencia de la iglesia que ostenta una presencia determinante en gran parte de la vida civil y política y que aún hoy pretende manejar los destinos de los ciudadanos con una batería de anacrónicas propuestas y de resistencia a los derechos adquiridos.

En este panorama, en 2017, el actor, productor y activista gallego Willy Toledo fue procesado en setiembre de ese año, por un presunto delito contra los sentimientos religiosos, contemplado en el artículo 525 del Código Penal y que prevé multas y prisión de hasta doce meses. El juez que llevó adelante el procesamiento lo hizo en base a dos mensajes insertados en el muro de Facebook del actor donde decía: “Me cago en dios, y me sobra mierda pa’cagarme en el dogma de la santísima virginidad de la Virgen María” y “Me cago en la Virgen del Pilar y me cago en todo lo que se menea”. Tras comunicar su decisión a las partes en el procedimiento, la acusación particular –ejercida por la Asociación Española de Abogados Cristianos– anunció que pediría la imposición de una pena de 22 meses al actor.

La fiscalía respondió con una solicitud de más diligencias. Según consta en un documento fechado el pasado 9 de octubre, el ministerio público pide que se analice la repercusión de dos entradas de Facebook en las que el intérprete critica la Semana Santa y el dogma de la Inmaculada Concepción. Una solicitud que se rechazó pero que revela la actitud de la fiscalía, según argumenta el abogado del imputado, quien dijo que “se sitúa en las antípodas de la defensa de la libertad de expresión, intentando formular una acusación más acorde con los parámetros manejados en su momento por la Santa Inquisición y los oscuros años del franquismo, que por los de una fiscalía de un Estado aconfesional del siglo XXI”. El ministerio público requirió al juez que se encargara un informe a la Unidad de Investigación Tecnológica de la Policía sobre la difusión y contenido de varios mensajes. Además de los primeros, quería que se estudiaran otros dos para ver si portaban “la misma entidad” y entonces se considerase necesario ampliar el procesamiento del actor.

 

Otros posteos “sacrílegos”

Según consta en el documento que tiene la fiscalía, el primero de esos posteos reza: “Sobre las procesiones de Semana Santa. A quienes defienden este circo de los horrores con argumentos como «al que no le guste que no vaya», recordarles que este show nefasto se hace en la calle, no en vuestra calle. Que se hace gracias al dinero público, no a vuestro dinero. Que si queréis oscurantismo, superstición, misoginia o sufrimiento, os flageléis en una puñetera iglesia y lo paguéis con vuestro puñetero dinero. Que si yo ofendo vuestros sentimientos religiosos, vosotros ofendéis mis sentimientos ateos. Que si lo que os pone verracos es daros un pingüi con un señor torturado en una cruz sobre vuestros hombros y dejaros allí las clavículas, os vayáis al puto circuito de Jerez y os harteis allí de dar vueltas, que ya vas a ver qué bien os lo vais a pasar”, texto que, con todos los españolismos del caso, deja bien en claro la postura del actor, al que asiste todo su derecho en expresar aquello que lo molesta.

En el segundo posteo de Facebook, escrito en julio de 2017, añade: “Entre 1854 y 1962, la santa iglesia católica apostólica pederasta y romana se inventó la penúltima historia de ciencia ficción. De otra cosa no, pero de imaginación van sobrados los hombres de las cavernas”, que también, como se ve, no carece de acertado tono acusatorio con cuestiones que la Iglesia hoy no estaría en condiciones de refutar a la luz de la cantidad de delitos de abuso cometidos por los hombres que la representan.

 

Por la libertad

“La fiscalía no sólo considera que es un acto delictivo escribir «me cago en Dios y me cago en la virgen del Pilar» (o, al menos que lo haga Willy Toledo), sino que considera que es igualmente delictivo criticar satíricamente las procesiones de Semana Santa y calificar el llamado «dogma de la Inmaculada Concepción» como historieta de ciencia ficción”, señaló Endika Zulueta, abogado del actor, que explicó que el juez rechazó la pretensión del ministerio público, aunque sí aceptó que se haga un informe policial sobre los dos mensajes por los que se procesó al intérprete.

Este hecho que despertó opiniones encontradas en todo el territorio español pone de manifiesto que todavía buena parte de España está sumida en un categórico atraso respecto a cuáles son realmente en la actualidad aquellas cuestiones que degradan y sumen a la población en la ignorancia y en la miseria económica como ha venido ocurriendo durante casi toda la gestión del Partido Popular, que sigue al pie del detalle los dictados del neoliberalismo a la europea.

Hace poco el artista plástico Enrique Tenreiro pintó sobre la tumba del dictador Franco, en el Valle de los Caídos, y en grandes letras rojas, la leyenda “Por la libertad”. Luego del hecho, la Guardia Civil comenzó a investigarlo por un delito de daños. El artista declaró que el cura que estaba allí amenazó con denunciarlo y también pasó lo mismo con un par de franquistas confesos que se encontraban en las inmediaciones. La intolerancia de parte de la sociedad ante un hecho nimio comparado a lo que un atentado de cualquier naturaleza puede causar, revela ese estado de cosas en una España que se niega sistemáticamente a revisar el terrorismo de Estado que sufrió durante cuarenta años y cuyos protagonistas no fueron juzgados jamás o murieron de viejos sin pisar un estrado.

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