En febrero de 2018 el gobierno de Santa Fe inauguró en el Parque Alem el Acuario del Río Paraná. La instalación, que contó con una inversión cercana a los 200 millones de pesos, fue presentada como un centro tecnológico y educativo único en Latinoamérica. En su interior, reúne ejemplares de distintos peces de la zona con un objetivo que trasciende la recreación y que apunta a la investigación y a la educación. Por eso, además de estar abierto al público en general, se ofrecen visitas guiadas para las escuelas. Hasta el año pasado cerca de 80 personas entre guías, personal administrativo, de mantenimiento y educativo trabajaban en el lugar. Pero desde enero de este año, y luego del cambio de gestión, la situación cambió. Hoy quedan sólo 12 trabajadores y trabajadoras con contratos que vencen entre junio y noviembre, y sin garantías de renovación. Denuncian una “intención de vaciamiento del lugar” y por eso se concentraron este jueves en las puertas del Acuario para visibilizarlo. La situación no sólo atenta contra los puestos de trabajo, sino que hace peligrar la continuidad de un proyecto que hace apenas dos años fue presentado con bombos y platillos, y que en la actualidad corre riesgo de dejar de funcionar.
“Ninguno de nosotros está en planta. Si se terminan estos contratos y no se renuevan no hay quien siga haciendo funcionar el Acuario”, dijo uno de los trabajadores a El Ciudadano.
La crítica situación de quienes trabajan en el Acuario comenzó antes de la pandemia. Los primeros en sufrir el recorte fueron los guías. Eran cerca de 50 pasantes con contratos anuales que vencieron en enero y no fueron renovados. Tampoco hubo recambio de personas. Su función fue reemplazada por el personal contratado para otras funciones. Los convenios de ese plantel de 27 personas fueron cayendo a la largo del año, y tampoco fueron renovados. Hoy solo quedan 12 trabajadores y trabajadoras cuyos acuerdos vencen entre junio y noviembre. Son quienes se encargan de alimentar a los peces, y controlar el mantenimiento de la estructura general.
“Hay promesas de continuidad y de mejorar la situación. A quienes ya les venció el contrato, les pidieron los papeles para renovarlos pero aún no tuvieron respuestas. Ni siquiera tenemos un interlocutor oficial. Hay compañeras y compañeros a quienes les venció el contrato en enero y ya van 6 meses sin trabajar. En junio vencen otros tres y el resto en noviembre”, contó un trabajador.
Según señaló, el cuidado de animales está garantizado porque los trabajadores y trabajadoras continuaron cubriendo las tareas durante la pandemia. “Coincidió con que los contratos de quienes se encargan de ese sector vencen en noviembre. Del área de mantenimiento general quedan vigentes sólo dos de cuatro contratos. El resto son del área administrativa, educativa y de laboratorio”, explicó, y agregó que en algunos casos facturan menos de 15 mil pesos sin contar las cargas impositivas.
Durante este año el Acuario, que pasó a la órbita del Ministerio de Producción, Ciencia y Tecnología, abrió los primeros días de enero y para el feriado del carnaval. Lo hizo sin guías ni boletería. El resto del tiempo, permaneció cerrado con una guardia mínima de asistencia al lugar de quienes se encargan de cuidar a los peces y el mantenimiento general.
“Este año estuvo abierto pero hubo poca difusión de las actividades. Reabrió para el feriado de carnaval, donde fueron cerca de mil personas por día, pero sin entrada. A los guías los hicieron trabajar hasta los primeros días de enero, ya fuera de contrato, mientras la mayor parte de la administración pública estaba cerrada por decreto provincial. Las personas del área educativa tuvieron que atender al público ya que no había guías. Días antes de la cuarentena nos pidieron ampliar el horario de apertura pero, por la falta de personal, la gente entraba sin poder acceder a la información, dejando de lado la función educativa del Acuario”, contó uno de los trabajadores.
Durante la cuarentena, quienes estaban a cargo del mantenimiento técnico de la estructura y del cuidado de animales continuaron asistiendo, pero según señalaron, con escasas medidas de salubridad. “Los permisos de circulación llegaban tarde y algunos días no pudimos ir porque no lo teníamos a tiempo. La compra de insumos estaba trabada. Hubo un retraso en el pago a la empresa de limpieza y no teníamos jabón para lavarnos las manos en medio de la primera etapa de la pandemia. Tampoco nos dieron protocolo”, agregaron.
Las y los trabajadores cuestionan que no tienen ningún tipo de comunicación respecto de la continuidad del lugar y de los puestos laborales.
“La provincia habilitaría museos y espacios culturales y no sabemos si vamos a retomar la actividad. Pedimos que renueven el contrato de los cesanteados, que haya mejoras de las condiciones de trabajo y contratación, ya que no sólo no cumplieron con la promesa del pase a planta, sino que venimos con atrasos respecto de la inflación. No podemos parar porque no podemos perjudicar a los animales, pero queremos una solución”, concluyeron.