Una de cada seis personas sufrirá un accidente cerebrovascular (ACV) en algún momento de su vida, mientras cada seis segundos muere una como consecuencia de un ataque cerebral y tantas otras vivirán con secuelas neurológicas, por lo que los especialistas remarcaron la importancia de saber cuáles son los factores predisponentes y cuáles los signos de alarma.
“Todo tipo de accidente cerebrovascular (ACV) no tratado a tiempo genera secuelas neurológicas. Éstas dependerán de la magnitud del territorio de isquemia o infarto del cerebro”, explicó Victoria Marquevich, jefa de Residentes dela Unidadde Cuidados Intensivos del Hospital Universitario Austral (HUA). Marquevich indicó que “las consecuencias también varían según cuál sea el área del cerebro afectada”, por lo que “puede generarse una hemiplejia, imposibilidad para caminar; dificultad para hablar o incapacidad para expresarse”. La especialista señaló que “es importante que la gente tome conciencia, conozca la enfermedad y sobre todo consulte a tiempo”.
“El mensaje es que el ACV es la primera causa de discapacidad”, añadió la médica terapista. Además, la profesional explicó que “un ACV es la pérdida de irrigación cerebral repentina causada por la obstrucción de una arteria –en cuyo caso recibe el nombre de infarto cerebral, ictus o ACV isquémico– o bien por la ruptura de una arteria, motivo por el cual se denomina hemorragia cerebral o ACV hemorrágico”.
En cualquiera de los dos casos, el avance de los síntomas –que idealmente deben ser registrados por hora desde el momento de su aparición– es gravísimo porque genera discapacidad. “Hoy la ventana terapéutica, el tiempo durante el cual es posible realizar una intervención exitosa y positiva, es de cuatro horas y media pero solo en algunos pacientes preseleccionados, sino apenas alcanza las tres horas. No obstante, siempre hay que consultar inmediatamente porque cada caso es diferente. La consulta médica en estos casos es urgente”, enfatizó.
Por eso hay que prestar suma atención a los siguientes síntomas:
La falta de sensibilidad, debilidad o parálisis repentina en la cara, el brazo o la pierna, especialmente en un lado del cuerpo.
La confusión súbita o los problemas repentinos para hablar o entender.
La pérdida súbita de memoria.
Los problemas repentinos para ver con uno o los dos ojos.
Las dificultades para caminar, la aparición de mareos o vértigo y la pérdida del equilibrio o capacidad de coordinación.
El dolor de cabeza súbito y de máxima intensidad.
Marquevich destacó también la importancia de advertir la presencia del Accidente Cerebral Isquémico transitorio o AIT, un evento de debilidad transitoria que dura algunos minutos y que si bien no muestra alteraciones en la tomografía o la resonancia, “debe ser considerado, dado que quienes lo padecen presentan riesgo de tener un ACV en las próximas 48 horas”.
En relación con la prevención, los especialistas hacen hincapié en el antes y en el después de un ACV. “Es fundamental controlar los factores de riesgo que conducen a un ACV: hipertensión arterial, diabetes, colesterol elevado, tabaquismo, alcoholismo, el uso de drogas ilegales, entre otros. Además, a medida que pasan los años, el riesgo aumenta”, indicó José Bueri, jefe del Servicio de Neurología del HUA.
A su vez, el experto remarca que el tratamiento y la prevención continúan después de recuperarse de un episodio. “Es fundamental el seguimiento con un especialista, para tratar las patologías que causaron el ACV, como estenosis carotideas, cardiopatías o trastornos de coagulación. Cuando se padeció un ictus aumenta la probabilidad de repetirlo, aunque con tratamiento es posible prevenir un segundo evento”, dijo.