Por: Luciano Couso / Télam
Cinco xilocollages de la serie Juanito Laguna, que forman parte de la obra del pintor y muralista Antonio Berni (1905-1981), están en proceso de transformación para incorporar «recursos táctiles» accesibles a personas con discapacidad visual, por medio de un procedimiento de impresión en 3D que realiza el área educativa del Museo Castagnino+Macro de la ciudad de Rosario junto a otras instituciones, con el propósito de facilitar recursos inclusivos para ampliar el alcance de sus propuestas.
El proyecto en marcha constituye una nueva etapa de las políticas de accesibilidad trazadas por el Museo, que desde hace algunos años cuenta con recursos como audioguías, pictogramas y textos en sistema Braille, destinados a sortear las barretas cognitivas de acceso al patrimonio cultural que alberga.
«Este proyecto del museo tiene como objetivo facilitar la apropiación del patrimonio a todas aquellas personas con discapacidades», dice en diálogo con Télam Florencia Cardú, miembro del área educativa del Castagnino+Macro.
Para Ángela Ríos, del mismo equipo, las impresiones 3D de los xilocollages de Berni «permite una apropiación mucho más rica de estas obras», en tanto que Juliana Tomatis, también integrante del área educativa del museo rosarino, asegura que «funcionan como un complemento sumamente importante para los audios. Es como completar dos recursos, uno auditivo y otro táctil, y esa sumatoria nutre de una visión mucho más amplia a la obra.
La conversión de parte de la serie Juanito Laguna, el emblemático personaje de la obra de Berni, en recursos táctiles accesibles a personas ciegas está en proceso y se inscribe en una serie de propuestas de accesibilidad que la institución despliega en sus dos sedes: la histórica, el Museo Municipal de Bellas Artes Juan Castagnino creada en 1937 y otra contemporánea, el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario que se inauguró en 2004 como anexo para contener las obras de arte contemporáneo que formaban parte del patrimonio.
Adaptar obras para los diferentes colectivos que visitan el museo -entre ellos, personas ciegas y con otras discapacidades visuales, sordas o con discapacidad intelectual- es desde hace tiempo uno de los objetivos del área educativa.
De esa manera se consiguió el financiamiento y las competencias necesarias, atento a que del proyecto también participan la Dirección de Inclusión y Accesibilidad del Área de Derechos humanos de la UNR, el Departamento de Sistemas e Informática de la Escuela de Ingeniería Electrónica y la asociación civil La Gota.
La idea es que además de poder ser vista y escuchada, la obra de Berni -que forma parte de la colección propia del Museo- pueda ser accesible a personas ciegas por medio de un recurso táctil: en ese marco, los xilocollages de Juanito Laguna son sometidos desde hace un tiempo a un proceso de transformación que está en una etapa concluyente.
Uno de los datos salientes del proceso es que, además de los especialistas técnicos, participan los propios destinatarios de la tarea. «Luego se vuelve a vectorizar la imagen y se realiza un nuevo prototipo. Contamos con uno que está testeado y se va a llevar a un tamaño mayor», apunta Ríos, para agregar que «ya están en proceso de vectorización los otros cuatros».
Algunas barreras impuestas a las personas con discapacidad ya han sido derribadas por el Museo Castagnino+Macro. «Nos interesa muchísimo lo que tiene que ver con la accesibilidad cognitiva. Lo que se llama accesibilidad física la tenemos prácticamente completa en ambas sedes: tenemos rampa, sillas de rueda, ascensores», explica la referente del área educativa.
Pero «necesitábamos un recurso más, que tiene que ver con la sensibilidad táctil, para que las personas ciegas puedan tener una aproximación mayor a la obra», añade la licenciada en Bellas Artes.
¿Por qué la elección de las obras de Berni? «Porque son íconos de la colección del museo, muy contundentes y que encima tienen un nivel narrativo muy rico, muy nutritivo, que fue un desafío para todos y todas», indica Cardú, para quien los recursos de accesibilidad de la institución constituyen «experiencias sensitivas adaptadas a la singularidad de cada colectivo».
Adaptar las obras y la infraestructura del museo a personas con discapacidad también implica hacerlo con sus propios recursos humanos. «Tenemos que trabajar en la educación interna, con nuestros pares, porque lo que para nosotros es cotidiano, que es poner en juego los sentidos – no siempre todos-, eso en las instituciones es complejo. Hay que hacer un trabajo con el resto para que comprenda estas cuestiones», sostiene Cardú.
Aprender a «no ver», para ponerse en el lugar del otro, es para la especialista «un trabajo hormiga, de unir, de comunicar, en el que la escucha es clave».