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Además de educación, la escuela es contención y salud pública

De los 700 mil partos por año en el país, más de 100 mil son de madres adolescentes. Buscan que ingresen o vuelvan al colegio.

En la Argentina, muchas veces se puso en tela de juicio el rol de las escuelas. Los especialistas se dividen entre los que entienden a las instituciones como diseños didácticos donde la enseñanza curricular es el eje de su existencia, y los que defienden a capa y espada el rol social y hasta asistencial que debe tener la escuela, al menos de manera trasversal.

El debate sigue vigente. La vulnerabilidad de muchos sectores sociales convierte a las escuelas en el centro de las expectativas populares, que no pasan sólo por su aspecto curricular sino también por entornos de contención, de cultura y hasta de salud pública.

Una de las problemáticas que se instalan en las escuelas es la de los embarazos en la adolescencia, que en el país no sólo alcanzan límites alarmantes sino que además se han mantenido en índices altos los últimos veinte años.

Para muestra basta un botón: de los 700 mil nacimientos que se producen en Argentina por año, el 16 por ciento corresponde a mujeres adolescentes entre 15 a 19 años, superando el 20 por ciento en provincias como Chaco, Formosa, Misiones, Catamarca, Corrientes y Santiago del Estero. Del total de nacidos, más de 3 mil corresponde a niñas con edades que van de 10 a 13 años. Estas cifras dan cuenta del problema de los embarazos adolescentes, de los cuales casi el 70 por ciento no han sido planificados.

En Rosario, los índices disminuyeron sensiblemente en los últimos años. Aun así, son similares a los datos nacionales, a pesar de que el programa de procreación responsable entró en vigencia en 1996, casi siete años antes que la ley nacional.

Las edades descriptas muestran el impacto que esta problemática tiene en las escuelas, que afectan los últimos años del nivel primario y atraviesan todo el secundario. En general, estos embarazos están asociados a mujeres de sectores sociales de menores recursos, con pocos cuidados de la salud y serias dificultades de acceso y permanencia en distintos niveles de instrucción. El Ministerio de Salud de la Nación sostiene que 17 de 18 nacimientos corresponden a mujeres de bajos recursos.

Estos embarazos no planificados suelen alejar a las jóvenes del sistema educativo, aumentando su precaria condición social y económica. El abandono escolar priva a estas mujeres de acceder a mejores condiciones laborales, lo que las exilia a la desocupación o a trabajos precarizados con remuneraciones más bajas que un salario mínimo.

Si bien muchas madres adolescentes ya habían abandonado el nivel primario al momento de quedar embarazadas, otras lo hacen como consecuencia de esta situación. Seis de cada diez chicas que quedan embarazadas jamás volverán al sistema educativo.

La provincia de Santa Fe lleva adelante el programa “De eso sí se habla”, que aborda el desarrollo y construcción de valores para la educación sexual integral en el marco de la ley nacional 26.150. El programa se implementa en todos los niveles educativos, tanto de gestión pública como privada, junto a otras organizaciones de la sociedad civil. El objetivo del programa, que en el nivel secundario alcanza a la totalidad de docentes y alumnos, es la prevención en temáticas vinculadas a sexualidad y reproducción.

Los datos sobre nacimientos en adolescentes son elocuentes y dan cuenta de una problemática de la que casi nadie se hace cargo o, en el mejor de los casos, el abordaje es superado por la complejidad del tema. El 60 por ciento de las embarazadas o con al menos un hijo, no asiste a la escuela. La razón principal del abandono entre las mujeres de esa edad que están en proceso reproductivo es, precisamente, la condición de embarazadas.

El informe de situación del embarazo adolescente en Argentina elaborado por Unicef sostiene que el abordaje del embarazo en la adolescencia requiere de una desagregación para ofrecer respuestas acordes a cada situación, con una mirada integral que contemple la educación en salud sexual y reproductiva para proporcionar información objetiva e integral acerca de los métodos anticonceptivos, su acceso adecuado y las posibles consecuencias del uso incorrecto.

La disponibilidad de escuelas inclusivas, sostiene el informe, y de maternidades seguras que garanticen una atención de calidad para el control prenatal y el parto son también fundamentales para evitar el abandono escolar o complicaciones por riesgos en el embarazo, parto y puerperio.

Parte del dilema también está definido por el bajo nivel de cuidados en anticoncepción. El 65 por ciento de las chicas quedaron embarazadas por no utilizar un método anticonceptivo y sólo la mitad de los jóvenes en la Argentina utiliza algún método de forma regular. Un tercio de ese sector etario no accedió a ningún tipo de cuidado en su primera relación. Esto se agrava con la edad de iniciación sexual, que según estadísticas, tiene un promedio de 15 años.

Estos datos refieren a la desidia con que muchos gobiernos abordan algunas problemáticas vinculadas con los jóvenes, principalmente de sectores vulnerables, que terminan pagando con su futuro y el de sus hijos la falta de compromiso de políticas responsables.

Pero el problema es más complejo que el de acceder a la información de anticoncepción y está vinculado también con la posibilidad que debe brindar el Estado para la permanencia de esas jóvenes en el sistema educativo una vez que quedan embarazadas. Este es otro agujero negro. Cerca del 50 por ciento de las adolescentes en estas condiciones retoman los estudios luego del embarazo pero al poco tiempo la mayoría abandonan. Este dato deja en claro que la escuela no tiene disponible estrategias de permanencia que mantengan en las aulas a esas adolescentes. Se trata de la escuela como sistema, no de la responsabilidad de los docentes, que suelen hacer más de lo que está a su alcance.

El Ministerio de Salud de la provincia aplica diversos programas como el plan Nacer y el programa Sumar, destinados a la atención segura del embarazo y el parto. Estos dispositivos, que incluyen los embarazos adolescentes, generalmente no articulan con las escuelas. Por tal motivo, no aportan a la posibilidad de resolver en las aulas, el problema de los embarazos no planificados.

“Cuando la escuela abre las puertas, se construyen estrategias institucionales para la inclusión. Si se cuenta con resortes políticos, becas, ley de inasistencias justificadas para alumnas madres, las desigualdades educativas pueden atenuarse”, sostiene la licenciada en educación Paula Fainsod.

“Cuando las instituciones acompañan –agrega– y dan lugar a las diversas experiencias, las adolescentes madres y/o embarazadas encuentran en las escuelas un lugar donde reencontrarse con lo juvenil, se sienten nombradas y convocadas y resignifican los estudios”.

La falta de políticas de inserción escolar convierte esa maternidad en un nuevo fracaso que castiga a la mujer embarazada. Y las trabas para continuar sus estudios agregan mayor carga de vulnerabilidad a esas jóvenes, que muchas veces tienen a la escuela como única herramienta para salir de la exclusión.

El abandono escolar por embarazo adolescente es un problema complejo cuya resolución exige la misma complejidad. Está vinculado con el sistema educativo y los dispositivos de salud pública, pero principalmente con la inclusión. Entenderlo en esta perspectiva, articulando distintas áreas del Estado con verdaderas políticas de inclusión, evitaría que miles de jóvenes pierdan una herramienta clave para enfrentar el futuro: la escuela.

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