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Adiós a Roberto Fernández Retamar: un poeta para la revolución

Un homenaje al escritor e intelectual cubano, quien falleció el sábado pasado en La Habana, a los 89 años de edad

Por Acercándonos Ediciones

Entre 1945 y 1946 fue alumno de un curso de artes plásticas. Se graduó de bachiller en 1947 en el Instituto Edison, donde estudió la primaria y todo el bachillerato. Después de terminar sus estudios secundarios trabajó como profesor auxiliar en el mismo centro. Ese mismo año comenzó a colaborar con poemas en revistas juveniles.

En 1948 abandonó la carrera de arquitectura e ingresó en filosofía y letras. Durante sus años de estudiante universitario participó en actividades políticas y en la formación de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo (1951) y obtuvo el premio Nacional de poesía con su libro Patrias (1949-1951) (1952). En 1954 se doctoró en Filosofía y Letras.

Obtuvo por oposición una cátedra de lingüística en la Universidad de La Habana. Cursó estudios en La Sorbona (1955) –donde fue alumno de lingüística– y en la Universidad de Londres (1956). Visitó además España, Italia, Grecia, Holanda y Bélgica. De regreso a La Habana se incorporó al grupo clandestino Resistencia. Invitado por la Universidad de Yale para ofrecer un curso sobre literatura hispanoamericana, tomó clases con René Welleck y pronunció conferencias en la Universidad de Columbia.

Tras su regreso a Cuba en 1958, cesó en sus actividades como profesor por el cierre de la Universidad y colaboró, con el seudónimo de David, en el periódico Resistencia. Después del triunfo de la Revolución se incorporó de nuevo a la Universidad.

En 1960 ocupó el cargo de consejero cultural en París. Colaboró en Les Lettres Nouvelles, Esprit, Europe, Les Lettres Françaises. Como delegado de Cuba asistió a la XI Conferencia General de la Unesco. En el primer Congreso Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (1961) fue elegido secretario coordinador de la Uneac.

Entre 1961 y 1964 fue coeditor de la Revista Unión. Participó en congresos y reuniones de intelectuales celebrados en el extranjero. En 1965 dio conferencias sobre literatura hispanoamericana en las universidades de Praga y Bratislava. Viajó a la RDV en 1970 para colaborar en el rodaje de la cinta cubana Viet-Nam, tercer mundo, tercera guerra mundial, dirigida por Julio García Espinosa.

Fue director de la Nueva Revista Cubana. Colaboró en «Orígenes», el suplemento de El Nacional (México), Triad (Estados Unidos), Nuestro Tiempo, Lunes de Revolución, Bohemia, Cuba, Cuba Socialista, Poesía de América, Siempre!, El Corno Emplumado, La Gaceta del Fondo de Cultura Económica (México), Marcha (Uruguay), Asonante (Puerto Rico), Amaru (Perú), Revista Hispánica Moderna (Nueva York), Partisans (Francia), Literatura Internacional y La Gaceta Literaria (Unión Soviética’), Ínsula (España). Es autor de la Órbitade Rubén Martínez Villena (1964), de la selección y el prólogo de la antología Cinco escritores de la revolución rusa (1968) y de la antología de poesía Para un mundo amasado por los trabajadores (1973), entre otros muchos trabajos de esa índole. En colaboración con Fayad Jamís compiló la antología Poesía joven de Cuba (1959).

Desde 1962 y hasta 1965, respectivamente, es profesor de la Escuela de Letras y de Arte de la Universidad de La Habana y director de la Revista Casa de las Américas. Textos suyos han sido traducidos a diversos idiomas.

El 10 de junio de 2008 fue electo nuevo director de la Academia Cubana de la Lengua, de la que fue miembro desde el 17 de septiembre de 1995 ocupando el sillón letra K. Y al momento de su muerte era presidente de la Casa de las Américas.

Falleció una tarde del 20 de julio de 2019 en La Habana, a los 89 años de edad.

Felices los normales

Felices los normales, esos seres extraños.
Los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, un hijo delincuente,
Una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida,
Los que no han sido calcinados por un amor devorante,
Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa y un poco más,
Los llenos de zapatos, los arcángeles con sombreros,
Los satisfechos, los gordos, los lindos,
Los rintintín y sus secuaces, los que cómo no, por aquí,
Los que ganan, los que son queridos hasta la empuñadura,
Los flautistas acompañados por ratones,
Los vendedores y sus compradores,
Los caballeros ligeramente sobrehumanos,
Los hombres vestidos de truenos y las mujeres de relámpagos,
Los delicados, los sensatos, los finos,
Los amables, los dulces, los comestibles y los bebestibles.
Felices las aves, el estiércol, las piedras.
Pero que den paso a los que hacen los mundos y los sueños,
Las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan
Y nos construyen, los más locos que sus madres, los más borrachos
Que sus padres y más delincuentes que sus hijos
Y más devorados por amores calcinantes.
Que les dejen su sitio en el infierno, y basta.

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