La Pastoral Nacional sobre Drogadependencia exhortó ayer a “no criminalizar al adicto”, advirtió sobre la cada vez mayor “tolerancia social” y la disminución en la “percepción del riesgo” que causan las drogas y observó sobre la “ausencia histórica y estructural del Estado” frente a esta problemática.
Así lo expresó en un documento titulado “No criminalicemos al adicto” difundido en la sede de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), con motivo de la Jornada Mundial de Concientización y Lucha Contra el Narcotráfico, instituida por Naciones Unidas, que se celebra el próximo 26 de junio.
En una rueda de prensa presentaron el documento y reflexionaron sobre el tema el titular de la comisión de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano; el coordinador nacional de la comisión de Drogadependencia, Horacio Reyser, y los integrantes del organismo, Horacio Castellano y el padre José María “Pepe” Di Paola.
El documento se inicia con una frase del ex arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio –hoy papa Francisco– en la inauguración en 2008 de un centro de rehabilitación en la villa 21-24, en la que aseveró que “la sociedad anula a las víctimas de las drogas y las hace sobrantes”.
“La creciente tolerancia social, la disminución en la percepción del riesgo y en gran medida la exclusión social generaron en la sociedad desánimo, desorientación y confusión”, alerta el texto, que exhorta a “no criminalizar al adicto, sino que hay que escucharlo, recibirlo y acompañarlo en un camino que le permita tener una vida digna”.
En ese sentido, Lozano dijo que como sociedad “tendemos a no hacernos cargo del problema, sino que miramos para otro lado” y añadió que “se escucha mucho el mensaje de que cada uno haga lo que quiera con su vida pero después nadie se hace cargo de acompañar adecuadamente a quienes caen en las adicciones”.
Por eso, desde el documento, la Iglesia advierte que –si bien “hay avances significativos en materia de inclusión social– se percibe una “ausencia histórica y estructural del Estado” frente al problema y aclara que “no se trata de ningún gobierno en particular, sino de algo que como sociedad no terminamos de asumir”.
Por último, en el texto difundido ayer, la comisión remarca que “no se puede reducir el problema a una dimensión económica, sanitaria, jurídica o de seguridad”, sino que se debe “concentrar en las personas, en los que más sufren, en los pobres y excluidos, en los que están solos y abandonados, y también ayudar a los que, en el medio de la abundancia, han perdido el sentido de la vida”.