La embajadora argentina ante el Vaticano, María Fernanda Silva, presentó este sábado sus cartas credenciales al papa Francisco, tras convertirse en la primera mujer en ocupar ese cargo y, además, la primera afrodescendiente. Acumula una trayectoria diplomática vasta, pero su designación rompe varios moldes en la relación entre la Argentina y la máxima institución católica.
«Fue una extraordinaria reunión de una hora y veinte minutos. Lo vi (al papa Francisco) muy pero muy bien», narró Silva luego de la audiencia, en la que con Francisco recordaron al santo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, en el quinto aniversario de su beatificación, decidida por el propio Jorge Bergoglio.
Silva fue designada en marzo pasado luego de haber obtenido el plácet en tiempo récord de parte de la Santa Sede. La entrega de sus cartas credenciales al pontífice fue durante una audiencia en el Palacio Apostólico del Vaticano.
Silva continuó la jornada en el Estado vaticano con el secretario de Estado, el cardenal italiano Pietro Parolin, con quien se reunió por espacio de 50 minutos.
Había tenido su primer encuentro con la diplomacia vaticana a mediados de mayo, cuando entregó la copia de las cartas credenciales al sustituto de la Secretaría de Estado del Vaticano, monseñor Edgar Peña Parra.
Del activismo negro a la diplomacia
«María Fernanda es negra y piensa como negra»
Diplomática de carrera, la nueva embajadora ante el Vaticano fue la primera afrodescendiente en el servicio exterior argentino, al que ingresó hace tres décadas.
Descendiente de la diáspora caboverdiana, tiene una mirada integradora: «Cuando el enfoque es derechos humanos abarca a todos y todas, cada paso que da una minoría avanza la sociedad completa», dijo hace años.
«María Fernanda es negra y piensa como negra«. Así la definen en la comunidad afroargentina a esta diplomática con militancia en las vertientes populares del catolicismo y en la defensa de los derechos de los migrantes. En esto último coincide con el papa Francisco, que hizo de ello una causa desde que inició su Pontificado.
Silva tiene un fuerte vínculo con el activismo negro argentino, desde donde trabaja para la reconstrucción de la memoria y la deconstrucción del racismo institucional en el país. «Hemos externalizado y extranjerizado la esclavización en la Argentina», definió en 2012. Fue en una entrevista con Eduardo Valdes, a quien acompañó cuando el actual diputado fue embajador ante la Santa Sede para denunciar la invisibilización de la presencia negra en el país.
En noviembre de 2013, se estableció por ley al 8 de noviembre como el Día Nacional de los Afroargentinos, iniciativa de la que la ahora embajadora ante el Vaticano fue una de las autoridades de consulta. La norma es el primer reconocimiento de la presencia de afrodescendientes en el país por parte del Estado argentino.
La comunidad afroargentina considera un «hecho político histórico» la designación de Silva, a quien reconocen como «símbolo del activismo negro» en el país, saludó Federico Pita, director de Diafar (Diáspora Africana de la Argentina).
Lunes, primera actividad oficial
El próximo lunes, Silva participará de una misa en la Iglesia argentina de Roma, en su primera actividad como embajadora y en la que se recordará la fecha patria del 25 de mayo de 1810.
Trayectoria
La primera mujer en ocupar la embajada ante la Santa Sede en la historia de la diplomacia argentina ya estuvo como «número dos» de la representación entre 2014 y 2015.
Nacida en 1965, Silva tiene una larga experiencia en las sedes en Venezuela, Chile y Ecuador.
Silva, que es la primera afrodescendiente en llegar a embajadora, obtuvo la nulidad canónica de la Iglesia Católica porque su ex esposo decidió ordenarse como sacerdote. El entonces obispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, fue quien acompañó ese proceso.
Cumplió varios destinos diplomáticos. Entre otros, fue número dos ante el Vaticano hasta 2015, acompañó a Alicia Castro cuando la dirigente política estuvo a cargo de la embajada argentina en Venezuela y fue ministra de la embajada en Ecuador, país en el que también cumplió funciones ante la secretaría de Unasur.
Integra el Servicio Permanente Activo de Cancillería desde el 1 de enero de 1993, y se desempeñó en la Oficina del Arbitraje Internacional Argentina/Chile Laguna del Desierto, en la Dirección de América del Sur y en la Secretaría de la Embajada Argentina en Santiago de Chile.
También representó al país ante la Comisión Económica para América Latina (Cepal), luego se desempeñó como primera secretaria en la Dirección de Europa Occidental y se le asignó el puesto de consejera en el gabinete del Rafael Bielsa, cuando ejerció el cargo de canciller en el gobierno de Néstor Kirchner.
A mediados de febrero pasado y en tiempo récord, el Vaticano otorgó el plácet de estilo a Silva como embajadora de la Argentina, apenas semanas después del paso por la Santa Sede del presidente Alberto Fernández.
La aceptación fue confirmada por la Nunciatura Apostólica en Buenos Aires, sólo nueve días después de que el Ejecutivo presentara ante la sede diplomática el pliego para que Silva se convierta en la representante argentina ante el Vaticano.
María Fernanda Silva estaba casada y tuvo una hija, pero su matrimonio obtuvo una nulidad canónica por parte de la Iglesia Católica debido a que quien fue su esposo decidió inclinarse por el sacerdocio.
El propio Jorge Bergoglio, como obispo de Buenos Aires, acompañó el proceso que terminó con la declaración de nulidad matrimonial para la pareja, que actuó de común acuerdo en el tema y la ordenación sacerdotal del varón. Por eso, según el derecho canónico (la ley eclesiástica) la mujer es soltera.
Es a raíz de esa intervención y por el paso anterior de Silva por el Vaticano, Francisco la conoce personalmente.