El presidente de Haití, René Préval, agradeció ayer la ayuda internacional “rápida, concreta y masiva” pero reclamó una coordinación en la distribución, un serio problema que persiste desde el 12 de enero cuando una buena parte de la isla colapsó por el terremoto. En tanto, fuentes eclesiásticas afirmaron que se encuentra sano y salvo el sacerdote argentino Antonio Mancuello, quien estaba desaparecido.
Haití necesita “curar no sólo las heridas abiertas por el terremoto, sino el desarrollo del país”, dijo ayer Préval durante una reunión en Santo Domingo, República Dominicana, preparatoria de la conferencia internacional de donantes, prevista en Canadá el 25 de enero. “La ayuda internacional se manifestó de forma rápida, concreta y masiva y agradecemos a todos los que nos dieron la ayuda, los que se movilizaron por el país”, destacó, pero pidió una coordinación en la distribución.
En el mismo sentido se manifestó el titular de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, quien llamó a “formar una sola coordinación para canalizar la ayuda”.
Es que seis días después del terremoto, y aunque la comunidad internacional aumentó considerablemente la ayuda económica y militar, la distribución de agua y comida sigue siendo un serio problema, ahora agravado por algunos episodios de violencia provocados por el hambre y la desesperación. “Están disparando a los periodistas, a la policía, a todo el mundo. Los «malos» se están haciendo con el control”, afirmó un policía.
Sin embargo, el embajador argentino en Haití, José María Vázquez Ocampo, dijo ayer que ese tema está “magnificado” por la prensa, y agregó que ello siempre ocurre en situaciones de catástrofe. Según el diplomático, en Puerto Príncipe vive “gente calma, autocontenida y solidaria entre ellos. Son gente acostumbrada a las peores condiciones de vida”. Con todo, la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) denunció ayer la aparición de las primeras víctimas con heridas de bala y arma blanca en Puerto Príncipe. Para paliar está situación, y después de que ayer Puerto Príncipe pidiera oficialmente a Washington que proporcione a Haití ayuda y seguridad, se espera que lleguen unos 2.000 soldados estadounidenses que se unirán a los 7.000 ya destacados en la isla.
En tanto, los equipos de rescate siguen afanosamente trabajando para encontrar personas vivas bajo las ruinas, mientras los médicos hacen denodados esfuerzos por atender a los heridos en una falta total de infraestructura. “Ayer hicimos una amputación utilizando el tronco de un árbol como mesa de operaciones. No hay alternativa, es cuestión de vida o muerte”, aseguró el director de MSF en Haití, el holandés Hans van Dillen. Loris de Filippi, de la misma organización humanitaria, dijo que “la situación es absolutamente dramática”.
“En todos los hospitales se trabaja turnos dobles y miles de personas esperan tratamiento”, dijo, y advirtió que también es problemático que sólo pocos haitianos hayan sido vacunados contra la mortal enfermedad del tétano. Naciones Unidas, por su parte, advirtió que es “cada vez más crítica” la situación del combustible, con un aumento constante del precio y un sistema de racionamiento, lo que puede desembocar en un faltante que afecte el sistema de telecomunicaciones. Asimismo, sostuvo que son “extremadamente limitadas” las posibilidades de avanzar en forma adecuada en asistencia médica y provisión de agua.
En medio de esta confusión y desorden, ayer fueron rescatadas otras dos personas, un hombre de 30 años y una mujer de 40, quienes sobrevivieron desde el terremoto bajo las ruinas de lo que quedó del Caribbean Market. La Unión Europea confirmó ayer que se han enterrado hasta la fecha a 70.000 fallecidos, mientras fuentes del gobierno haitiano estiman que habrían muerto en la catástrofe cerca de 200.000 personas y otras 250 mil resultaron heridas.
En tanto, el fray Ricardo Montezuma de la orden franciscana de Centro América confirmó que Antonio Mancuello, el sacerdote argentino que estaba desaparecido en Haití, se encuentra sano y salvo. Mancuello se encontraría alojado en la iglesia Cruz de Misión, una de las pocas que quedó en pie luego del sismo. Montezuma explicó que, desde el pasado martes, todos los sacerdotes están abocados a las tareas de rescate.