En estos días alcanzó cierta notoriedad el tema de la fuga de capitales, pero se le dio mucho menos importancia de lo que corresponde dado que, en los países dependientes, es la principal causa de su bajo desarrollo y crecimiento, y a la vez sirve para generar bienestar y mayor nivel de competitividad en los países centrales.
La plata que se fuga es depositada en “bancos confiables” que manejan la plata sucia del mundo. Primera inconsistencia: plata sucia contra banco confiable, pero esta es una inconsistencia moral y la plata es un objeto, y los objetos no tienen moral.
Lo curioso es que los capitales fugados se radican en paraísos fiscales o países centrales donde la tasa de interés es muy baja o nula y en otros casos negativa, pero resguardan el capital y permiten a las empresas del primer mundo conseguir créditos, a su vez, a tasas de interés muy bajas e incluso a la tasa del cero por ciento, hecho que las hace muy competitivas. En los países con fugas de capitales, el dinero es escaso y las tasas de interés elevadas y, a mayor fuga, mayor tasa para evitar la fuga. Es un subsidio que las economías más pobres brindan a las economías más poderosas. Ese dinero, en manos de los bancos, facilita el crédito barato.
Qué inseguridad
Con mucha “solvencia técnica” se explica la fuga en la falta de políticas confiables, pero la fuga se dio sin interrupciones en épocas de dictaduras y democracias, con la salvaje economía liberal o la mal llamada populista. La fuga es, ante todo, evasión impositiva y ello conlleva bajos niveles de inversión, mayor presión impositiva sobre la economía en blanco, menor competitividad, mayores costos por las altas tasas de interés que genera. Cuando los círculos de poder nacional elegían a los ministros también fugaban capitales, sobre todo para evadir impuestos.
Los artilugios
Hay una figura crediticia muy conocida bajo el nombre back-to-back (respaldo contra respaldo) que consiste en dar un préstamo en base a la plata que esa persona o empresa tiene depositada. Con esa herramienta, el capital fugado vuelve al país en forma de préstamo. Con esto se generan gastos por intereses y, por ende, algunas empresas pagan menos impuestos a las Ganancias por intereses ficticios, ya que el crédito tomado era su propio capital.
Es inconcebible que políticos, gremialistas, todos los argentinos, más allá de sus ideologías, no salgan a criticar enérgicamente a los autores y actores de la fuga de capitales. Más en este momento, en el que surgen pruebas concretas e irrefutables de un tema que se conocía pero resultaba imposible verificar. La imposibilidad se fundaba justamente en que los economistas eran funcionales a los bancos especializados en fuga de capitales. Por eso, es una obligación de todos los argentinos denunciar esta maniobra.
Es el momento
Hoy están las pruebas, están los elementos para cambiar la historia y es una oportunidad exquisita para generar un país confiable. Juicio y castigo a los enemigos de la patria, es la única forma de soñar el país diferente que todos merecemos. Nuestra indiferencia es un premio a los que “les interesa el país”, como decía el fallecido Bernardo Neustadt –inventor de ese slogan–, que es justamente uno de los nombres que figura en los archivos denunciados.
Toda fuga de capitales es un pequeño golpe de Estado económico, un acto criminal contra las necesidades básicas de los argentinos.
Un tema nacional
La fuga de capitales es un tema nacional y sin solucionar este tema no hay futuro para el país. Hay una relación escalofriante: Argentina tiene 44 millones de habitantes mientras que los fugadores y cómplices son apenas unos miles, pero con suficiente poder para mantener callada a la prensa y capaces de convencer al resto de la sociedad que fugar plata y evadir impuestos es hacer patria. Eso debe cambiar.