“Nuestros derechos terminan donde empiezan los de los demás”, reza un conocido dicho popular, aunque muchas veces la inventiva de los jóvenes no tiene límites y en ocasiones cruzan la línea de lo que está permitido, y a lo grande. Una modalidad que se puso en boga en los últimos tiempos en la ciudad son las fiestas y recitales de bandas en las azoteas de casas y edificios. Estos encuentros, también llamados “party terrazas”, a los que por lo general asisten entre 150 y 200 personas, tienen su convocatoria a través de las redes sociales, se cobra entrada para participar de ellos y hasta se venden tragos con alcohol como en cualquier boliche nocturno. Por su dinámica, se hace difícil denunciarlos como delito en la Justicia y casi siempre son interrumpidos por la Guardia Urbana Municipal (GUM), que llega alertada por los llamados desesperados de vecinos que no pueden pegar un ojo en toda la noche.
El fin de semana pasado hubo al menos dos fiestas con significativa concurrencia que rompieron la tranquilidad del sábado a la noche, según testimonios recogidos por El Ciudadano. Una estridente velada fue la que vivieron los vecinos de Salta y Dorrego cuando debieron soportar no uno, sino dos recitales –con potentes equipos de sonido incluidos–, que se llevaron a cabo en la terraza de un edificio de la zona. La otra, no menos ruidosa, tuvo lugar en una casa de dos pisos ubicada en la zona de Pueyrredón y Rioja que motivó el llamado a las autoridades de quienes viven en los alrededores.
Uno, dos, tres… probando
“A la tarde vimos movimientos en la terraza de un edificio vecino al mío y a unos chicos que tocaban la batería y la guitarra. Pensamos que eran de alguna banda que estaba ensayando y no le dimos mayor importancia. Sin embargo, a la noche nos dimos cuenta de que lo que estaban haciendo en ese momento era la prueba de sonido para tocar más tarde”, contó sorprendido Enrique, un vecino de Salta y Dorrego.
Según el hombre, a partir de las 11 de la noche se fue sumando gente y a eso de la 1.30 de la mañana había como 200 personas en la azotea. “Fue un desastre, una cosa de no creer. Tocaron dos grupos… los pibes tocaban dentro de las jaulas donde se cuelga la ropa. No había forma de no escuchar la música: cerré las persianas, prendí el aire acondicionado, pero el ruido era tremendo. Muy fuerte y hasta muy tarde, bien entrada la madrugada. Creo que el hecho de estar en un espacio abierto y en el centro de manzana potenció todo”, contó Enrique.
La “party terraza”
En cambio, el caso de la “party terraza” en una casa de Rioja y Pueyrredón fue relatado por Franco, de 25 años, quien no la padeció sino que disfrutó de la velada.
“Esa noche estábamos tomando algo con unos amigos y uno recibió un mensaje de invitación para ir a la fiesta. Nos dijeron que la entrada costaba 15 pesos y que también se vendía alcohol. Y dijimos, ‘¡vamos!’”, recordó.
También dijo que tenían la posibilidad de llevar lo que quisieran tomar, aunque el muchacho con sus amigos desecharon esa opción porque, según dijo, no iban a tener vasos ni hielo.
“Fácil, había como 150 personas y estaba la música al palo. Apenas llegamos nos miramos con los chicos y dijimos que iba a terminar mal y así fue. Los vecinos de los edificios empezaron a gritarnos que iban a llamar a la Policía, y a eso de las 2 de la mañana llegó la GUM y se pudrió todo. Nos tuvimos que ir”, contó.
Qué hacer si hay fiesta
El subsecretario de Control y Convivencia Ciudadana, Fernando Leva, explicó a El Ciudadano que, en caso de ruidos molestos, los vecinos deben denunciar a la línea gratuita 0800-4440909 de la Guardia Urbana Municipal (GUM), la cual funciona durante las 24 horas, los 365 días del año.
“Ante la denuncia de los vecinos, la GUM acude al lugar y en caso de que los ruidos molestos superen los decibles o el límite de horario permitidos para la música, se procede a labrar un acta a los responsables y al cese de la actividad”, explicó.
No obstante, el funcionario aclaró que no se puede cobrar entrada para acceder a una fiesta privada en tanto y en cuanto el lugar no esté habilitado por las exigencias municipales y debidamente notificado al área del Ejecutivo que corresponda.
En caso de que la GUM detecte que se realizó una fiesta con cobro de entradas, música y baile sin los correspondientes permisos, se procede a convocar al personal de la Secretaría de Control y Convivencia Ciudadana, quien constata el tipo de falta o contravención que se está llevando a cabo y realiza las acciones pertinentes.
Otra vez la tecnología
Como en muchos otros casos, las nuevas tecnologías son los vehículos que facilitan la organización de las “terraza party”. A través de Facebook es posible echar a correr la invitación y, en un abrir y cerrar de ojos, contar con unos 200 asistentes a una fiesta.
También el servicio de mensajería WhatsApp, con la posibilidad de crear grupos, es otro canal por el cual se viraliza la información sobre hora y lugar de una reunión.
Cómo proceder en este tipo de situaciones
Según explicó Juan Carlos Lagrange, de la Federación Argentina de Consorcios, cuando hay “espacios party” en los edificios no se puede negar a que los inquilinos o propietarios los utilicen para realizar reuniones o fiestas, siempre que estas ocurran dentro de los horarios permitidos.
“En cambio, hay edificios que no tienen espacios destinados para fiestas. Por eso, en caso de que se realicen eventos o bailes en terrazas o entrepisos, algo que se denomina cambio de uso de espacios comunes, se debe tratar en asamblea”, describió.
El referente del sector advirtió que “con la negativa de uno solo de los miembros del consorcio, entonces este tipo de reuniones no se puede llevar a cabo”.
Finalmente, Lagrange remarcó que si un vecino detecta que se está llevando a cabo una fiesta en la que se cobra entrada o que viola el reglamento de copropiedad, se pueden acumular y presentar pruebas ante el Ministerio Público de la Acusación para hacer la denuncia correspondiente.