“Mírenme. Soy un ejemplo de que la cura existe, de que se puede, se logra”, expresó con una sonrisa grande Edith Michelotti, la fundadora de la ONG Hepatitis Rosario, después de recibir la grata noticia de que el virus no estaba más en su cuerpo. Edith se enteró de que padecía esta enfermedad en 2005, pese a que su cuerpo la albergaba desde hacía varios años antes. Como parte de su lucha conformó una organización sin fines de lucro dedicada a la difusión y detección de la hepatitis C que en septiembre de este año cumplirá su noveno aniversario. A seis meses de haber iniciado el segundo tratamiento, la mujer de 75 años recibió la mejor noticia: el virus no es detectable en su cuerpo.
“El virus no apareció, no lo encuentran porque no está, ¿no es hermoso?”, exclamó emocionada Michelotti, quien el miércoles a la noche recibió el resultado de los análisis que confirmaban el éxito del tratamiento. El rostro de la mujer trascendió públicamente por convertirse en la referente del Grupo Hepatitis Rosario, que desde hace 9 años se dedica a difundir la detección y el tratamiento de la enfermedad que ella padecía hasta hace poco.
“El año pasado, cuando yo creía que algún día me moriría de hepatitis, me llamó el doctor (Hugo) Tanno y me dijo que se había descubierto la cura de la hepatitis C y que se estaba usando en Estados Unidos con una posibilidad de cura de entre el 98 y 100 por ciento; sonó a maravilla en mis oídos. El 8 de marzo de este año comencé el tratamiento que estuve haciendo hasta el 30 de mayo, es decir, durante 12 semanas. Sin efectos secundarios, fue como tomar cuatro caramelos por día. Finalizado ese período había que esperar otras 12 semanas para ver el resultado del análisis, en el que se considera que si el virus no aparece la persona se ha curado. Y eso fue lo que me avisó anoche el doctor”, contó Michelotti, en diálogo con El Ciudadano.
“Recibí la noticia con lágrimas hasta los zapatos, tuvo que seguir hablando mi marido con el doctor porque yo no podía seguir la conversación. La emoción es intensa, llamé a cada uno de mis tres hijos quienes también se emocionaron, avisé a mis amigas y al resto de mi familia”, agregó la mujer, quien insistió en la importancia de la detección temprana en personas mayores de 40 años.
Michelotti se enteró de que padecía hepatitis C en 2005 por un chequeo de rutina, pese a que el virus se alojaba en sus células desde hacía años. Nunca supo cuándo ni cómo se contagió, pero su trabajo de partera y el hecho de que se había realizado una transfusión antes de 1992, fueron considerados como posibles causales de una enfermedad que se transmite vía sanguínea. Por ese entonces realizó un tratamiento doloroso y sin éxito, y cuando la cura parecía una utopía, ocurrió.
“En 2005 me hice un chequeo de rutina un poco exagerado porque me estaba acercando a la jubilación y quería saber cómo estaba de salud. Ahí me enteré de que tenía hepatitis C. Pensé que en 40 días me curaba, pero no tenía la menor idea de qué se trataba. Es una enfermedad producida por un virus que se instala en tu hígado, el sistema inmune lo descubre y ataca la célula donde el virus está instalado, es decir que el propio sistema inmune destruye a la propia célula. Provoca fibrosis y cirrosis. Cuando me lo descubrieron, tenía fibrosis 2. Entonces hice un tratamiento de un año que fue feroz, con efectos secundarios espantosos. Fue un año donde perdí 15 kilos, me volví intolerante, tuve ideas de suicidio, divorcio, perdí el cabello, y no me curé. Me dijo el doctor Tanno, quien me trataba, que la única chance era que algún día en la historia se descubriera alguna nueva droga”, recordó Edith acerca de los inicios de su lucha.
Dos años después de saber de su enfermedad, la mujer decidió empezar a compartir su experiencia con el objetivo de difundir y promover la detección temprana de hepatitis C. Fue entonces que junto con su pareja conformó la ONG Hepatitis Rosario.
“Si el gobierno está mudo y la enfermedad es muda, alguien tiene que hablar. Así nació Hepatitis Rosario el 7 de septiembre de 2007. Al principio éramos sólo mi marido y yo. Empezamos a hablar persona por persona, contando la propia historia; fuimos integrando gente, se acercaron personas enfermas y, afortunadamente, contamos con la colaboración del especialista Hugo Tanno. Fuimos creciendo hasta que en 2010 empezamos a hacer detección y vacunación en la plaza Montenegro, con el apoyo de la Facultad de Medicina, el hospital Centenario y la Facultad de Bioquímica. Entre 2013 y 2015 sumamos el apoyo del Ministerio de Salud de la provincia”, señaló Michelotti, acerca de la agrupación que actualmente integran 13 personas, con las que organiza jornadas de vacunación de hepatitis B y detección de hepatitis C todos los 28 de julio en conmemoración del Día Mundial de la Hepatitis, establecido por la Organización Mundial de la Salud.
“Por la plaza empezaron a pasar 2 mil personas en una campaña. Este año un laboratorio nos hizo 232 detecciones gratuitas de hepatitis C, mientras que el doctor (Leonardo) Caruana, de la Secretaría de Salud, puso una carpa en la plaza Pringles donde hicieron 500 vacunaciones de hepatitis B”, detalló Michelotti.
Tras convertirse en una referente de la lucha contra esta enfermedad en la ciudad, Edith aseguró que la pelea continúa a pesar de haber encontrado la curación. “Voy a seguir con esta lucha más que nunca. Cuando me enfermé y vi que la gente no sabía, quise que todo el mundo se enterara, ahora que me curé quiero que todo el mundo se cure. Conseguiremos lo que haga falta y los gobiernos tendrán que entender que la salud es un derecho”, concluyó Michelotti.
Plasmado en papel
Una de las primeras tareas que Edith planea realizar tras curarse de hepatitis C es la edición del segundo libro donde narra la experiencia de su enfermedad. “Cuando tuve el primer tratamiento escribí Enemigos silenciosos, fue una manera de volcar lo que me pasó en ese año. Cuando comencé este nuevo tratamiento empecé el libro Enemigos silenciosos 2, que fui escribiendo durante el proceso. Ahora voy a editar ese libro”, afirmó Michelotti.