El Hincha

Fin de una era

Messi ya le había soltado la mano a Barcelona el año pasado pero lo obligaron a quedarse

El rosarino fue la joya de una camada de jugadores que conquistó el mundo y no paró de levantar trofeos mientras rompía todos los récords en el club, el cual no supo reinventarse y buscó culparlo de los últimos fracasos futbolísticos


Messi ya se había ido del Barcelona el año pasado y si finalmente se terminó quedando no fue porque haya cambiado de parecer, sino porque el entonces presidente Josep Maria Bartomeu jugó sucio, no cumplió con su palabra y buscó llevar el conflicto a tribunales, instancia a la que rosarino se negó a afrontar, ya que “jamás iría a juicio contra el club de mi vida”. Una decisión que pinta de cuerpo entero al 10, el hombre que cambió por completo la historia de una institución que pasó de ser un potencia en España, eternamente a la sombra del Real Madrid, a un grande de Europa, con millones de fanáticos alrededor del mundo en gran parte gracias a él, claro, a Lionel Messi, el pibe que se marchó de Rosario tras firmar su primer contrato en un servilleta y se convirtió en el símbolo de un equipo que marcó un antes y un después en la ciudad. Lo van a entrañar tanto…

En su incomparable carrera en el Barsa, Leo alcanzó cifras insólitas, registros que parecerán ridículos por muchísimos años. Desde su debut en 2005, la entidad catalana pasó de tener 48 a 83 títulos: 35 títulos más. De apenas una Champions a cinco. De ninguna Intercontinental a tres Mundiales de Clubes. De dos a cinco Supercopas de Europa. Y en suelo español, Barcelona no sólo cortó con la abrumadora supremacía del Merengue, sino que le propinó alguna de las palizas más dolorosas en la historia del club de Madrid. Con Messi ganó diez Ligas y pasó de tener 24 Copas del Rey a ser el máximo ganador con 31. Y en 2009 ganó el sextete, algo que ningún otro equipo logró.

El rosarino también rompió todo tipo de récords a nivel individual: anotó 633 goles y se convirtió en el mayor artillero goleador en la historia del Barcelona y, con 444, también lo es de la Liga de España. Ganó seis Balones de Oro, seis Botas de Oro y es el único que terminó siete veces Pichichi en Liga. Y hay más: Messi se va del Barsa tras 17 temporadas como el de más partidos en la historia del club, con 778, y superó a Xavi, que quedó con 767.

Todos números extraordinarios desde donde se lo analicen, la mayoría de ellos irreales, casi tanto como la campaña de desprestigio de la que fue víctima la temporada pasada por parte de la mismísima dirigencia del club al que le dio todo y que buscó por todos los medios ensuciarlo vaya uno a saber con que fin perverso. Si hasta le vendieron a su amigo Luis Suárez (tercer máximo artillero en la historia del club) en otra inentendible decisión que únicamente parecía tener como único fastidiar aún más al astro. Y tanto tiraron de la soga los catalanes que Messi finalmente pegó el portazo. Bien merecido lo tienen, por tercos y orgullosos. Por no entender que había que reinventarse y volver a las raíces en vez de gastar millones en compras innecesarias que nunca tuvieron la intención de potenciar a su mejor jugador, sino todo lo contrario.

Fin de una era, la cual no brillaba desde hacía tiempo tras el alejamiento de jugadores excelentes como Xavi, Iniesta o Dani Alves, quizá los tres que mejoren supieron entender al crack nacido en Rosario, que a los 34 años y luego de sacarse la mufa con la selección, decidió abandonar Barcelona en busca de una nueva aventura, tal vez en París o Manchester. Ya era hora.

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