Desde la Asociación de Equitación Integral de Rosario (Adeir), que trabaja con unos 80 chicos con discapacidad en el predio del ex Batallón 121, ubicado en Lamadrid al 500, resisten el traslado propuesto por el gobierno santafesino al Bosque de los Constituyentes. Esta semana irán al Concejo Municipal para llevar su preocupación a los ediles y pedir apoyo. Sostienen que es muy costoso el traslado al otro extremo de la ciudad e insisten con que la mejor solución es permanecer en la zona sur de la ciudad.
El reclamo, del cual este diario dio cuenta hace unas semanas, nació cuando desde el Estado presentaron el Plan de Reordenamiento Urbanístico del distrito a mediados del mes pasado. “La zona sur carece del valor que tiene esta escuela inclusiva que reúne el deporte con la salud. Deberían entender (por los funcionarios a cargo del proyecto de reconversión del ex Batallón de Comunicaciones) que incluirnos en ese plan de viviendas los enaltecería”, explicó en diálogo con El Ciudadano el kinesiólogo e integrante de la asociación, Ramiro Vázquez.
Unos días atrás, y anoticiados de que es inminente el plan de remodelación del predio, el equipo multidisciplinario de la escuela de equinoterapia presentó al gobierno santafesino una serie de planos para que sean incluidos en la reconversión del espacio en la zona sur. Recibieron un “no” rotundo y como contrapropuesta les ofrecieron ser trasladados al Bosque de los Constituyentes, en el otro extremo de la ciudad.
“Tratamos de golpear todas las puertas y esta semana nos reuniremos con distintos concejales para ver qué apoyo podemos conseguir a nuestra propuesta de quedarnos en el sur. Sería muy traumático y caro el traslado. No somos un grupo de pibes que pone dos arcos en un predio y listo. Costaría unos 6 millones de pesos trasladar y hacer las pistas de nuevo”, apuntó Vázquez.
La escuela, en la que trabajan unas 20 personas de martes a sábado, funciona desde 2011 en dos hectáreas dentro del predio de zona sur. Asiste a 82 pacientes con distintas patologías con la ayuda de 20 caballos. Cuenta con una pista al aire libre y otra cubierta.
“No es cualquier lugar. La pista está armada con un drenaje y contención que permite que si llueve se seque rápido y se puedan dar las terapias”, agregó el kinesiólogo.
Detrás del paredón
El incierto futuro de la escuela repercutió, señalaron desde la asociación, de forma negativa en los nuevos pacientes que desean acceder a la equinoterapia. “Muchas personas no sabían que estábamos acá y se acercaron a preguntar. Pero al conocer que no sabíamos adonde íbamos a parar no empezaron con los trámites en las obras sociales para que le cubran el tratamiento, un trámite engorroso”, detalló Vázquez.