“Es como despertarse de un sueño largo pero en un mundo completamente distinto”. Así resumió una mujer sobre la reapertura formal de la Biblioteca Constancio Vigil, de Alem y Gaboto, después de más de tres décadas de inactividad, tras sufrir la intervención del gobierno militar en 1977. La frase, que bien parece sacada de un cuento de hadas, la dijo Carmen Cataladi, nada menos que una de las bibliotecarias que supo tener la casa de barrio Tablada en su época de apogeo, cuando llegaron a prestar hasta mil libros por día.
Hoy, la comisión directiva intenta que el espacio se reactive para ofrecer diferentes servicios a la comunidad con el mínimo aporte de la cuota societaria. Pero para funcionar en sintonía con la realidad del barrio, un grupo de colaboradores de la Vigil comenzó el sábado una suerte de relevamiento de las casas comprendidas entre 27 de Febrero, Ayolas, San Martín y Necochea. “El resultado fue muy bueno, aunque la lluvia nos truncó un poco el trabajo y lo vamos a continuar este fin de semana”, contó Antonia Frutos, referente histórica de la institución. Además, aseguró que todos los encuestados aceptaron que los censistas pegaran una oblea con el logo de la institución en la puerta o en alguna ventana.
La inquietud de los directivos de la biblioteca es saber acerca de las preferencias y necesidades de la gente de Tablada para responder con cursos, talleres y diversas actividades. “Me inquieta el cómo. Yo viví este monstruo en acción y ahora pienso en cómo hacer para ponerlo en movimiento”, dijo Cataldi.
“La Vigil se plantó en el barrio, ayudó a que creciera y a que los chicos pudieran estudiar, aparte de todo lo que generó: jardín de infantes, guardería y escuelas primaria y secundaria”, destacó la bibliotecaria. También recordó que durante un tiempo llevaban libros a la isla en donde había plantaciones de pinos. “Fue una inversión a largo plazo que se truncó con la intervención”, lamentó.
Hacia fines de la década del 70 la institución de Tablada llegó a tener cerca de 30 personas trabajando en la biblioteca pedagógica. “En las buenas épocas, en que el espacio funcionaba desde la mañana hasta pasadas las 20, teníamos alrededor de 800 y hasta mil préstamos diarios. Imaginate la incidencia que tenía eso en el barrio”, esbozó.
Para Cataldi, como para muchos otros, la casa es un lugar especial: “Nos mudamos enfrente, yo estaba terminando el secundario y al ver la magnitud de la Vigil dije: ‘Quiero ser bibliotecaria para trabajar en ese lugar’. Por eso, la Vigil fue una meta que me propuse en la vida”.
El 25 de febrero de 1977 un grupo bajo el mote de “comisión normalizadora”, integrada por los ex represores Agustín Feced, César Esteban Molina y también el civil y abogado Maldonado Puig, entre otros, negaron a los directivos de la institución el ingreso al lugar. Cuando ocurrió la intervención, Cataldi llevaba casi diez años de trabajo. “Fue muy duro. Cuando vinieron se llevaron a miembros de la comisión directiva presos. Además, hicieron relevamientos, fueron directo a los ficheros”, recordó.