En «Alberto. La intimidad del hombre, el detrás de escena de un presidente», el periodista Diego Schurman despliega detalles y momentos claves de la figura de Alberto Fernández para entender cómo, quien oficiaba de articulador del peronismo y trabajaba para la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner, terminó siendo el postulante que resultó electo presidente.
Organizado en capítulos que comienzan con el reencuentro de la ex presidenta con su ex jefe de Gabinete, el libro editado por Planeta indaga en la forma en la que se fue construyendo la campaña del Frente de Todos y en quiénes fueron los referentes que llevaron adelante una estrategia política que logró derrotar al macrismo.
Schurman (Buenos Aires, 1969) lo conocía a Fernández desde hacía décadas, pero esta vez lo siguió en su rol de candidato, reconstruyó las reuniones en las que se consolidaba la alianza política que hoy gobierna el país y dio forma a un trabajo que da cuenta de una época.
En diálogo con Télam, el periodista relata cómo fue el proceso creativo del libro que concluye con un epílogo del propio Fernández en el que desarrolla sus desafíos como presidente.
—Lograste acompañar al candidato durante toda la campaña. ¿Cómo fue eso?
—Cuando se conoció que Alberto Fernández iba a ser el candidato, (Rodolfo) González Arzac me propuso hacer un libro sobre él y dije que ya se sabía todo, que no tenía tiempo, le llegué a proponer nombres de quienes podían hacerlo. Después empecé a ver que, por la propia dinámica de la campaña, había cosas de fondo que no se trataban. Había escrito para Infobae un anticipo del reencuentro de Alberto con Cristina, creía que había que recuperar eso: saber qué había pasado, de qué habían hablado, porque esa era la génesis de lo que terminó siendo la candidatura. Empecé a moverme por detrás de lo que solían cubrir los periodistas. Por ejemplo: cuando comienzan los festejos después de las PASO, en el búnker la dinámica suele ser que dan la evolución de los números, se escuchan los discursos y el de gráfica se va a la computadora a escribir y el de radio a hablar por teléfono. Y yo, que no tenía que escribir para ese día, me iba al VIP, me colaba, me echaban, volvía a entrar y me quedaba ahí. Lo mismo sucedió en el búnker con las elecciones generales. Así empecé a ver a (Sergio) Massa a los abrazos con Máximo Kirchner, lo que era ver la reconstrucción del peronismo en una fotografía. Vengo cubriendo sindicalismo y peronismo desde hace 30 años. Empecé cubriendo sindicalismo que es un buen lugar de formación para después cubrir peronismo. Y a muchos de estos personajes ya los conocía. Creo que haber trabajado mucho en peronismo y haber estado en la cobertura de la campaña me llevó a darle una vuelta de tuerca para contar lo que no se estaba viendo.
—¿Por ejemplo?
—Empecé a notar que había muchas cosas que no se veían: se sabía que (Marcelo) Tinelli apareció en la campaña para trabajar en la lucha contra el hambre pero nadie sabía que en las reuniones se habló sobre (Matías) Lammens, los negocios de San Lorenzo, de la AFA. Nadie profundizaba. Sobre las peleas con Macri, todos saben que Fernández fue a la Casa Rosada, hablaron de la transición pero además Macri le habló de sus temores con la justicia. En definitiva había cosas que pasaron detrás de cámara que no se contaban. Fui reconstruyendo todas estas historias.
—Lo conocías a Alberto Fernández como articulador, jefe de Gabinete, ¿qué característica descubriste en esta nueva etapa que te haya sorprendido?
—Que es un tipo muy calentón. Esto puede verse como que tiene poca tolerancia, como un rasgo negativo pero esta capacidad para plantarse me sorprendió en su vínculo con Cristina. El capítulo de apertura es el gran pase de facturas de Alberto a Cristina. También es un candidato desapegado al marketing en estos tiempos, en los que la nueva política tiene un poco esta impronta. Puteó en mil idiomas con los debates, no quería debatir: decía que era un show, que perdía el tiempo. Es un tipo que decía yo soy así y si la política implica marketing no la quiero.
—En materia comunicacional se nota cómo trabajaron en forma conjunta los distintos grupos que conformaron el Frente de Todos…
—El libro lo centré en México –las oficinas de Montserrat que fueron sede durante la campaña–, que era el equipo de Alberto, pero coordinaron en marketing, redes y demás con los referentes del Instituto Patria. Si bien cada uno tenía su estilo, su personalidad, lograron ponerse de acuerdo. Alberto termina incorporando a alguien que le recomienda Felipe Solá, que es Juan Courel, que venía de hacer marketing, la ola naranja con (Daniel) Scioli. Si bien es un profesional más amplio, tenía esa pata y era algo que a Alberto no le gustaba. La gente del equipo de campaña me contaba que durante la semana del debate le tiraban ideas y no tenían devolución. Finalmente los spots consistieron en el candidato hablando ante la cámara, no hubo nada de pose.
—¿Cómo definirías el encuentro con Héctor Magnetto?
—Él siempre tuvo diálogo con la gente de Clarín y nunca lo ocultó. En ese encuentro terminaron hablando en buenos términos y cada uno expresó sus reproches. Alberto reconoce que no todo es culpa de Clarín y que hubo errores, trata de reafirmar el discurso de la antigrieta: dice yo cedo, reconozco que cometimos errores pero ustedes están blindando a (Mauricio) Macri. Clarín dice que ven en Macri a un tipo parlamentariamente débil. Alberto no creía en esa situación, pero fue una reunión diplomática. No fue a los gritos, fue una charla amena. Después de esa charla se gesta la participación de Alberto en el espacio Clarín por un lado y por otro, abre las puertas a un reportaje extenso que hacen tres colegas del diario. En esa entrevista hay una declaración que irritó mucho a Macri y es lo que Alberto dijo sobre la intervención del macrismo en la justicia.
—¿Esas charlas entre Alberto Fernández y Mauricio Macri modificaron su vínculo?
—No, Alberto piensa muy mal de Macri como gestor, como político. No es solo un tema de diferencia ideológica, le reprocha la manera de hacer política. Esa distancia es real, no la adoptó para la campaña donde uno, en el juego de las diferencias, potencia la distancia con el otro para posicionarse y tener más votos. Esas diferencias son históricas.
—¿Qué es lo que más te costó?
—Que me de bola Tinelli, pero cumplió su palabra. Fue casi la última persona con la que hablé. Sabía de sus charlas pero me faltaba tener su palabra. Hay muchos capítulos en los que reconstruyo reuniones en las que hay dos, tres personas. Y había una en la que había participado Tinelli y no lograba hablar con él. Nos mensajeábamos pero estaba con distintos compromisos y me decía que hablemos más adelante. En diciembre le dije «tengo que entregar el libro» y así logramos hablar.
Las sorpresas y las omisiones del gabinete
El periodista Diego Schurman analiza en la entrevista con Télam algunos de los perfiles que lo sorprendieron durante la última campaña electoral y, a la luz de esos roles, indaga en cómo se conformó el actual gabinete nacional.
Cecilia Todesca, vicejefa de Gabinete, y Leandro Santoro, legislador porteño, son dos de las figuras que más lo sorprendieron respecto a su rol en la conformación del equipo porque, según explica, «esperaba que tuvieran cargos más altos por su desempeño en el transcurso de la campaña».
—¿Hay alguna figura que viste actuar durante la campaña y después, cuando se armó el gabinete, te sorprendió que no haya estado?
—Hay alguien que por decisión propia quizás no tiene un primer cargo que es Cecilia Todesca. Ella y Matías Kulfas tuvieron mucha actividad durante la campaña en los encuentros con los fondos de inversión, lo que no fue una tarea grata, ya que al principio les reclamaban reforma laboral y previsional, les achacaban que con Alberto iba a ser Venezuela, repetían un poco el speech de los informes que hacía (Nicolás) Dujovne respecto a lo que proponía la oposición en ese momento. Después de las PASO eso empezó a cambiar porque pensaron que podían ganar.
Cecilia Todesca fue una persona que tuvo mucha participación durante la campaña con un muy bajo perfil. Hay otras figuras que tienen muy buena relación con Alberto y uno imaginaba que iban a tener un lugar destacado como, por ejemplo, Leandro Santoro. Es una relación que nace por una diferencia vía Twitter, que quedó expresada en esa red social y después los llevó a tomar un café. Es un tipo que ha sido un cruzado en la defensa de Alberto en los medios, antes y durante la campaña. Cuando se entera que va a ser candidato, le empieza a decir presidente y se genera un vínculo fuerte. Uno imaginaba que iba a tener un ministerio, una secretaría, pero por ahora no. Es cierto que esto recién empieza. Después hay gente que estaba muy cerca pero no imaginaba que iba a tener un cargo inmediato como Aníbal Fernández, interventor del Yacimiento Carbonífero de Río Turbio (YCRT). Han tenido un momento de furia, en el que se dijeron de todo menos lindo, pero en esta campaña se llevaron bien, estuvieron cerca y el sábado del anuncio de la candidatura, Aníbal estuvo en su casa.
—El libro profundiza y abre el plano aportando datos sobre noticias de actualidad: en estos días se anunció que Ricardo Alfonsín será embajador en España y contás que era un cargo que deseaba el actual presidente. Lo mismo sucede con el encuentro con el Papa que se concretó la semana pasada.
—Sí, en el libro cuento cómo venían las negociaciones con el Papa, lo entregué a fines de diciembre y salió casi en simultáneo la noticia del encuentro, que finalmente se concretó hace unos días. Por otro lado, el sueño de Alberto Fernández era articular al peronismo, lograr la unidad y después irse como embajador a España, que es un lugar en el que da clases. Terminó designando a Alfonsín, a quien Massa mencionó en algún momento como posible titular de la Oficina Anticorrupción.