“Todos estamos de acuerdo con disociar el alcohol del volante, pero hay que ver cómo”, advirtió un edil que talla fuerte en el oficialismo. Se refirió así a la ordenanza para implementar el “alcohol cero” en Rosario, asimilando el comportamiento de los conductores particulares a la obligación que deben acatar los conductores profesionales, y las calles de la ciudad a las rutas, donde está prohibido transitar al mando de un vehículo si se ha ingerido alcohol. “No creo que esté cerca de salir”, se sinceró el mismo concejal. Pero, acaso por lo tan estricta como difícil de controlar, la iniciativa, que ya tuvo despacho favorable en la comisión de Obras Públicas –por donde atraviesan los temas vinculados a seguridad vial– parece haber perdido velocidad en la comisión de Gobierno, que ayer no alcanzó quórum para reunirse –en rigor no sesionó ninguna– y ya hay voces que insinúan que difícilmente se trate antes del 10 de diciembre, cuando se produce el recambio legislativo. De ocurrir eso, el tema debería ser empujado de nuevo cuesta arriba, ya que no son pocos los ediles que dejarán sus bancas –incluso el recambio llegará obligatoriamente a la presidencia en el Palacio Vasallo– y son más los que van a llegar que los que se retirarán, por lo cual todo indica que se deberán volver a tejer consensos que incluso ya hoy no parecen suficientes.
Ediles de distintos bloques aceptaron refererirse al tema del alcohol cero con reserva, para dar mayor certeza de cómo está el tema hoy. Pero lo cierto es que certezas no hubo. Es que, en rigor, el tratamiento comenzó con jornadas abiertas en las cuales distintos actores vinculados con la seguridad vial y destacados profesionales de distintas áreas de consulta fueron requeridos para dejar su opinión. Aunque resulta difícil inferir si hubiera cambiado el tratamiento del tema si todos mostraban opinión favorable, lo cierto es que eso no ocurrió, y que incluso reconocidas voces de seguridad vial, como el médico Osvaldo Aymo, integrante del consejo consultivo de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, y Fabián Pons, del Observatorio Vial Latinoamericano, expresaron opinión en contra. “Estamos debatiendo sobre límites menores, cuando los verdaderamente peligrosos son los que conducen totalmente borrachos”, marcó Pons.
A total distancia de esas posiciones, distintas y reconocidas ONG relacionadas con la seguridad vial, muchas con la presencia de familiares de víctimas de graves siniestros, como Compromiso Vial por Úrsula y Carla, Padres en la Ruta y Puente Estrella respaldaron decididamente la iniciativa de alcoholemia cero. Y también expresaron ayer su descontento por la demora en el tema.
Termómetro cero
La iniciativa se presentó con la firma del concejal radical Sebastián Chale –quien contó con el decidido apoyo del socialista Miguel Cappiello, ex ministro de Salud de la provincia– busca impedir hasta la más mínima ingesta de alcohol en los conductores. El proyecto fue ingresado al órgano legislativo hace tres meses y obtuvo la aprobación de la comisión de Obras Públicas, encabezada por el concejal y ex intendente Héctor Cavallero, del Partido del Progreso Social. Entonces giró a la comisión de Gobierno. Hasta fines de agosto el grupo de trabajo convocó a especialistas en legislación, medicina y accidentología para que se expidieran.
“En este tiempo vimos desfilar proyectos presentados por concejales y hace tres semanas que no tratan el proyecto. Hemos sido espectadores. Esperemos que la semana que viene los concejales muestren compromiso”, señaló a El Ciudadano, Mariana Sena, representante de la agrupación Puente Estrella, que busca generar conciencia respecto a las causas evitables de muertes ocurridas en siniestros viales.
En ese marco, el edil Chale se mostró cauteloso y admitió que si bien no ha notado oposición en sus pares concejales sí han realizado consultas. Una en particular fue despejada en los últimos días. El concejal radical Jorge Boasso, titular de la comisión de Gobierno, había pedido un informe sobre los test de alcoholemia a la Secretaría de Control y Convivencia del Ejecutivo. El requerimiento fue cumplido y se conoció lo que ya publicó este medio: se aumentaron la cantidad de controles y bajó la cantidad de resultados positivos. En lo que va del año la media indicó que uno de cada 10 controles dio positivo, casi la mitad de lo que se registró en 2013.
Pero aún falta un dato que podría ser definitorio para la suerte de la iniciativa: cuántos siniestros viales con y sin lesionados tuvieron como protagonistas a conductores que tenían más de cero gramo de alcohol en sangre, pero menos del máximo permitido de 0,5.
Poniendo primera
“Considero que el debate está dado. Se escuchó a todo el mundo. Estamos en una instancia donde los siete concejales debemos definir posiciones”, explicó Chale sobre el estado actual del proyecto en la comisión de Gobierno.
Pero lo cierto es que otras dudas sobre el proyecto no están resueltas. “No sé si podemos legislar contradiciendo la normativa nacional y provincial que permite hasta 0,5”, marcó el edil oficialista que había reconocido las dificultades.
No es la única duda: “Estamos de acuerdo con el concepto de alcohol cero, pero vemos difícil la aplicación. Lo principal es el control, y sabemos que puede generar conflicto entre conductores y los inspectores”, reconoció otro edil, esta vez de la oposición, de un bloque cuya concurrencia con el proyecto es clave en el número de votos. Incluso aventuró que se podría hablar de una mixtura combinando el valor cero “y luego un 0,2 como se hace en Suecia”. De igual modo aclaró: “Si no hay voluntad política del Ejecutivo de controlar, la legislación no sirve de nada. Queremos legislar sobre algo aplicable, y la clave es el control del Estado”.
Otro edil opositor también reconoció que el tema sigue verde: “El debate no está completado”, marcó, y remitió todo al poder de policía: “Primero se debe controlar lo que existe: el 0,5 de alcohol en sangre. Si no, entramos en el regateo, que 0,2, que 0,3, etcétera y no se termina yendo al fondo de la cuestión, que es hacer cumplir el control de alcohol. Además escuchamos a los técnicos y los médicos que establecieron reparos sobre la posibilidad de medir el alcohol cero. Hay casos de personas que toman medicamentos y que les daría positivo, generando problemas. Lo importante no es el cero sino los controles”.
Finalmente otro concejal opositor de fuerte prédica en el Palacio Vasallo recordó que la misma Organización Mundial de la Salud establece entre un 0,3 y un 0,5 de alcohol permitido: “El cero hace que uno se meta en muchos problemas para controlar. No podemos controlar cuestiones sencillas, y nos vamos a meter en si una persona por haber ingerido un alimento o un medicamento, le da positivo el alcohol. Mi posición es que se deje en 0,5 o 0,3”, concluyó.
Y remató con una zancadilla a sus pares del oficialismo: “Las mismas personas que buscan una ordenanza de alcohol cero piden que los food trucks expidan alcohol las 24 horas”.