“Sabale… sabale…la culpa es de este pueblo sabalero; sabale… sabale… que todo el mundo grite ¡Dale Negro!”. El estribillo de la canción de Los Palmeras que se hizo icónica en aquella final perdida en la Copa Sudamericana en 2019 no dejó de escucharse en toda Santa Fe. Y esas lágrimas de bronca de los hinchas de Colón por esa caída, se transformaron en sonrisa. Colón consiguió su primer título en la historia. El primero oficial en un torneo de AFA. Y fue con contundencia, con autoridad, para no sufrir, para festejar a más no poder aunque la pandemia pretenda ahogar tanta felicidad.
El partido fue flojo en la primera media hora. Colón insinuó un poco más, pero los arqueros no habían tenido trabajo. Mucha pierna fuerte, más marca que juego. Ni Racing ni Colón mostraban argumentos para imaginar goles. Y no fueron pocos los que a esa altura comenzaron a presagiar una definición por penales, como para que los corazones de los hinchas sabaleros no tuvieran suficiente con sufrir con esa búsqueda de su primera corona.
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Pero el equipo de Eduardo Domínguez tenía otra idea. Y hubo media hora de dominio absoluto, con fútbol, lujos, inteligencia táctica y mucho corazón. Seguramente la media hora más maravillosa en la historia sabalera.
Rodrigo Aliendro inició el camino de la victoria con una jugada colectiva que inició en mitad de cancha y, tras varios pases, él mismo definió con un toque en el área chica.
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Luego vino un lujo de Cristian Bernardi. El volante inició contra la raya con un caño, combinó con Ferreira y con un toque delicado puso el 2-0.
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Ya nadie imaginaba una remontada de Racing. Pero Colón no quería que sus hinchas sufrieran y Alexis Castro sentenció el partido a los cuarenta y pico, a esta altura nadie en Santa Fe miraba el reloj, todo eran lágrimas y abrazos, esos que por un rato trasgredieron la distancia que la pandemia pide. Y apareció Cacho, con esa voz inconfundible y ese estribillo que se hizo interminable en San Juan y Santa Fe. “Que todo el mundo grite ¡Dale Negro!”
