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Alejandro Chomski: «Cuando filmamos, ya imaginábamos la pandemia»

El realizador presenta este jueves en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata su película "El país de las últimas cosas", una adaptación de la novela de Paul Auster escrita en 1987 que también se puede ver gratis a través de Cine.ar Play

Alejandro Chomski presenta este jueves en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata El país de las últimas cosas, adaptación de la novela de Paul Auster, escrita en 1987 y que, sin buscarlo, refleja un país en descomposición por el avance de un virus que bien puede mostrar instancias de la realidad vivida por la pandemia.

“Mi trabajo en la posproducción fue intentar alejarnos del neorrealismo italiano porque lo que inicialmente fue pensado como una película apocalíptica, distópica, de ciencia ficción, tras los cambios globales de la pandemia se acercó más a una película del neorrealismo italiano, de la supervivencia después de una guerra o un caos muy grande”, detalló el director a Télam.

En el marco del festival, El país… forma parte de la Selección Oficial Fuera de Competencia y se puede ver gratis a través de Cine.ar Play. A su vez, este domingo se estrena en Cine.ar TV y a partir del jueves estará nuevamente en la plataforma del Incaa.

En la trama, una joven viaja a un país destrozado y tiranizado para buscar a su hermano, un corresponsal de guerra que está desparecido hace cinco años. En medio de ese caos de violencia y supervivencia encuentra el amor y, pese a convivir con la muerte en el día a día, describe esos momentos como “los mejores de su vida”.

Chomski conoció a Auster en su visita a Argentina en 2001 y, mientras ambos conversaban en el hotel, por la ventana veían a los cartoneros trabajando, lo que los hizo decir al unísono: “El país de las últimas cosas”.

“El atractivo de hacer de esta novela una película era el de reflejar de forma abstracta la realidad de un país que está en plena descomposición; pero, al mismo tiempo, poder contar una historia de amor en el medio de la desesperanza y de que haya a través de él una posibilidad de un mundo mejor”, explicó.

La película se enmarca en un presente distópico, pos-apocalíptico, pero con muchos datos de la realidad actual que no fueron ni imaginados durante el rodaje, como el virus que azota a la sociedad. “Tratamos de evadir la realidad actual, pero cuando la filmamos ya imaginábamos la pandemia. De todas maneras, en la posproducción no agregamos palabras referidas porque consideramos que era mejor mantener la historia abstracta, como había sido concebida. Porque si no sería anclar la película en un momento y después ese momento pasa y la historia queda fuera de término. En cambio, pensarla de manera que sea universal y que no se sepa bien en qué país y en qué momento es, da la posibilidad de tomarla como una obra para reflexionar sobre el mundo entero y no sobre un país”, apuntó Chomski.

En la película “no se sabe nada del futuro”, adelantó el realizador. “No sé si la realidad se va a ir volviendo así o no, ojalá que no. De todas maneras la película trabaja la dualidad, el ser optimista al mismo tiempo, ya que en la historia el amor triunfa”, agregó y contó que el contexto de distanciamiento social permitió al equipo sumergirse en la posproducción y “ahondar en un sonido especial que ayudara a construir el carácter disruptivo y abstracto, de ciencia ficción de la historia, como está planteada en el libro”.

“Creo que esa misión la pudimos lograr gracias a Christian Basso, el músico de la película, quien hizo, junto a su hijo, un trabajo muy interesante; para que la película no se quede en una imitación de la realidad y tenga el vuelo que el cine tiene que tener, que es meterte en otra realidad, una realidad diferente, nueva, como es la del país de las últimas cosas”, dijo Chomski.

“La película es esperanzadora en el sentido que Anna, la protagonista, llega desolada a un país inhóspito en busca de su hermano perdido sin conocer a nadie y en su búsqueda logra construir allí, a pesar de todo, una nueva familia en la cual apoyarse para seguir buscando y sobrevivir juntos. El amor, incluso en medio de la desesperanza, abre la posibilidad de un mundo mejor”, concluyó.

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