Algo elemental pero a la vez muy difícil de lograr en el deporte colectivo es una identidad de juego, una idea que se pueda extender en el tiempo, un sello generalmente buscado por el entrenador e interpretado y moldeado por los jugadores. Para ello hay que conjugar la teoría con la práctica, convencer y compartir. La identidad excede a la química, la supera. Es tan simple como saber qué se quiere y cómo se busca. Y, generalmente, cuando esas respuestas están claras los logros aparecen.
Quizás no tenga claro el cómo ni el cuándo, porque todo surge de un proceso, pero Alejandro Cupulutti consiguió hace rato ese objetivo en Norte de Armstrong, que en su peldaño a peldaño en el básquet nacional sorprende con su juego, con su capacidad para pasar la pelota rápido y bien, y para resolver situaciones y partidos con algo que si no es “buen básquet” se le parece bastante.
Y para ello hay una premisa. Cupulutti distingue muy bien lo complicado de lo simple.
-Cuando comenzaron el ciclo en Norte: ¿pensaron que se podía llegar tan lejos, a instalar al equipo en la segunda categoría nacional?
-Si te digo que sí te estaría mintiendo, pero teníamos en claro que queríamos estar con una organización preparada para afrontar el desafío de jugar de una forma organizada a nivel profesional, obviamente que estábamos hablando en ese momento de llegar al Torneo Federal, no pensábamos en la Liga Argentina.
-¿Cómo hacen para poder mantener la idea y las formas a pesar de tener que ir renovando el equipo en estas últimas campañas?
-Un poco es haber preparado el trabajo, apuntar a la organización. Tenemos una idea, una identidad o un modo de hacer las cosas deportivamente pero también existen estos ítems a nivel dirigencial. No lo cambiamos con los ascensos, pero tratamos de pulirlo, mejorarlo y que cada vez tenga mayor calidad. Lo de ir cambiando fichas no es un tema menor, dependemos de los jugadores y cuanto más tiempo pasen con nosotros más afianzamos vínculos y conceptos. Cuando se van nos crean dolores de cabeza, pero habla muy bien de ellos y del trabajo que implementamos.
-No deja de ser una demostración de que algo bueno se está haciendo
-Para nosotros es una muy buena imagen que los jugadores den un paso adelante en su carrera, nos permite que nos miren y que podamos ir a buscar gente nueva que tenga ganas de medirse y afrontar un desafío y protagonismo. En una ciudad tan chica no podes rezar, tenés que tener todo medido para que el deporte profesional funcione.
Lo que viene
El apellido Cupulutti fue el primero en aparecer en la lista de renovaciones, con el DT Ale y el perimetral Celestino, hijo del entrenador. Después llegó la novedad de la continuidad del interno rosarino Marco Luchi, aunque la reconstrucción sigue y la ida de un símbolo como Jonatan Torresi será difícil de subsanar. Pero ya ha pasado, por ejemplo con la marcha de Rodrigo Gallego en la pasada temporada a jugar la Liga A.
-¿Qué objetivos tienen para esta campaña?
-Los objetivos en el club están muy claros pero Norte te saca permanentemente de la zona de confort ya que nuestros equipos varían y nos vamos nutriendo de jugadores que no son de la categoría o de edades tempranas. Entonces tenemos el desafío de ser competitivos, dejar una buena imagen y por sobre todo que esto se vea desde la forma que proponemos deportivamente y así mostrar nuestra identidad, que no es poco. A nivel global seguimos como objetivo de mejorar la estructura en todas las áreas para que cuando Norte decida otra cosa este totalmente preparado.
Lo que pasó
Cupulutti supo ser exitoso en Sport, en Sarmiento y también con el seleccionado cañadense a nivel provincial e incluso conducir a Santa Fe en el Campeonato Argentino, pero esta etapa en Norte será el más recordado de sus ciclos.
-Con el paso del tiempo, ¿qué te acordás del título en la Liga Provincial?
-El título del Federativo fue muy bueno algo no sólo deseado por el club sino también buscado. En ese momento, estábamos obligados porque el club nos permitió armar un equipo que pueda llegar al título y lo hicieron bárbaro porque perdimos tres partidos en toda la temporada, se cumplió un objetivo y esos chicos hicieron propia una propuesta de jugar que hasta hoy nos acompaña. También fue llegar al lugar en el que Norte se quería medir como institución que era el Federal.
-¿Y del ascenso del Federal a la Liga Argentina?
-Lo del Federal fue tremendo. Fue una inercia increíble del equipo del provincial, se querían medir con todos y eso nos fue ayudando a pasar nuestra primera temporada de una forma muy contundente y competitiva lo que nunca pensábamos era que íbamos a llegar al ascenso a la Liga Argentina. Cuando llegó el receso y estábamos primeros recuerdo que los dirigentes me dijeron ¿Y ahora? ¡Ni loco aflojemos! Y otra cosa que recuerdo es que de cuatro playoffs que jugamos para ascender en tres no tuvimos localía y dimos vuelta todas las series. De lo que sí estoy seguro es que fue el mejor equipo que me tocó dirigir hasta el momento.
Alejandro habitualmente compartía sus días de básquet con un emprendimiento gastronómico familiar, pero con el correr de los años y las campañas de Norte, la responsabilidad ahora quedó en manos de uno de sus hermanos. En algún momento no era extraño que por la mañana te sirva el café el entrenador del equipo.
-¿Te cambió en algo el ritmo, la vida el tema de tener que ir subiendo escalones desde lo profesional? ¿O tus actividades laborales son similares?
-Sí, obviamente que me cambió la vida. Los tiempos y las obligaciones que demanda el deporte profesional son muy grandes. Con el apoyo de mi familia hice de esto mi actividad principal, tuve que dejar cosas de años en mi vida pero esto debe ser así y estoy muy agradecido de mi presente, disfruto lo que hago y quiero ser útil en el lugar donde estoy.
Cupulutti, junto a su inseparable ladero y asistente Andrés Scipioni, está abocado a la reconstrucción de “su” Norte, recalculando para saber cuándo podrán comenzar a moldear a las nuevas caras e inculcarles sus ideas. Porque está claro que las formas no se negocian.