El 16 de febrero de 2017, Esteban Bullrich lanzó una de las polémicas frases que fueron sobreabundantes durante el macrismo: «Debemos crear argentinos capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla». Hoy, desde el nuevo gobierno nacional ensayan un programa, Argentina Futura, que se opone a esta premisa: “Lo que queremos es construir la idea de que el futuro es un derecho”. La frase le pertenece al antropólogo Alejandro Grimson, que integra el consejo asesor del presidente Alberto Fernández y dirige Argentina Futura, que se lanzará en los próximos días. Una instancia de debate, y sobre todo de construcción, entre todos los sectores. Una puerta que se abre para elaborar entre todes las bases para los próximos 20 años y construyendo todos aquellos Nunca Más que necesita la Argentina.
Grimson explica que el programa Argentina Futura está pensado para discutir y construir lineamientos generales sobre el futuro del país. Busca generar debates y acuerdos: “Por supuesto que sólo se pueden generar debates y acuerdos entre los que no están de acuerdo”.
La mirada está puesta en qué Argentina se necesita de acá a 10 o 20 años. Y para eso parten de un diagnóstico sobre las cinco desigualdades de la Argentina.
Para Grimson, una de las desigualdades es territorial o federal, que se reproduce en el llamado interior, la mayoría de las provincias. Otra es la distributiva, de ingresos, de clase, que aumentó en forma considerable en estos últimos años y que en el mundo tiende a profundizarse. La tercera desigualdad es la de género o diversidades sexuales. También está la étnica o racial, que es clásica en la Argentina y la última es la de edad, ya que en los procesos sociales y económicos complejos los que más la sufren son los jóvenes y los adultos mayores. “Algunas de esas cinco desigualdades están presentes en todo el mundo y otras tienen que ver con cuestiones nacionales como las territoriales o las étnicas”, describe.
Con el diagnóstico elaborado desde Argentina Futura definieron distintos ejes para trabajar documentos y propuestas y con base en eso van a recorrer el país convocando a foros de discusión y debate.
«El futuro es un derecho»
“Estamos en conversaciones con todo el sistema científico tecnológico, con todas las universidades para generar una articulación que le dé potencia, contenido, calidad. Pero no es un proyecto de investigación científica, sino que lo que buscamos es conectar todos los saberes, los científicos, los sociales, los pensadores, las pensadoras, las distintas militancias, las distintas formas de compromiso ciudadano, pensando en esa idea que planteó un funcionario del gobierno anterior: «El futuro es incertidumbre». Y justamente lo que queremos es construir la idea de que el futuro es un derecho”.
Grimson sostiene que la idea es generar previsibilidad dentro de lo que es un mundo global, concreto, cambiante. “Pero dentro de los derechos que tenemos como ciudadanos y ciudadanas está la certidumbre o previsibilidad que debemos tener justamente para el desarrollo de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestro barrio. La idea es enriquecer el debate con todos estos saberes, con la idea de salir de esas desigualdades”.
Argentina Futura se propone buscar un nuevo estilo de discusión pública y discusión política para pensar las próximas décadas. “Nadie está de acuerdo con el hambre, pero hay hambre. Nadie está de acuerdo con la pobreza, pero aumentó. Nadie está de acuerdo con la deuda. Lo que tenemos que construir son algunos Nunca Más, además del que supimos construir gracias al triunfo histórico del movimiento de derechos humanos y de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia. Hay otros Nunca Más que se deben construir y esos requieren de la voluntad política de las máximas autoridades y también requieren de la construcción de acuerdos sociales profundos, que permitan imaginar no sólo que nunca más vamos a tomar deuda externa. Así como la sociedad salió a la calle y paró el dos por uno (la reducción de la prisión a los genocidas) necesitamos que la sociedad pare cualquier otro intento de mandar a la Argentina al abismo. Eso quiere decir que tenemos que construir otros cinco Nunca Más nuevos, que tienen que ser construidos entre todos”.
—¿Por qué cree que nadie salió a la calle por la deuda?
—Hay un tema con la deuda que para la mayoría de la población aparece como un tema muy abstracto. Necesitamos demostrar cómo la deuda impacta en tu vida cotidiana y en la de tus hijos. Es algo que se ve mucho después y de manera indirecta. Lo que se ve es que hay un gobierno que no puede hacer ciertas cosas, porque no hay presupuesto, puesto que tiene un porcentaje dedicado al pago de la deuda. O a veces sí puede hacerlo, porque logró resolver ese problema. Pero en realidad es muy difícil si no instalamos un debate colectivo, que la sociedad pueda percibir ese impacto de la misma manera. Uno podría decir que en base a mucha de la producción cinematográfica, académica, literaria, que la sociedad no percibía en su momento el alcance que tenía el terrorismo de Estado. También lo percibió después por movimientos de lucha. Justamente el sistema montado por el terrorismo de Estado fue de desaparición, para que ni siquiera se pudiera ver a la víctima en ese momento. Era ocultar el proceso represivo, sobre todo en sus mecanismos más atroces. Entonces necesitamos sacar a luz algo que no tiene que ver con un gobierno, que a mi juicio es que la Argentina de hoy no entiende que los 45 millones tenemos un mismo destino. Hay sociedades que en muy pocos años o décadas lograron enormes avances y otras lograron enormes retrocesos. Y la Argentina avanza conjuntamente, o por lo menos el 95% de la población se beneficia o se perjudica en términos económicos y sociales. Entonces buscamos construir acuerdos para que la Argentina emprenda un camino de desarrollo, como una sociedad más igualitaria.
—¿Qué papel piensa que los medios deben jugar en esta construcción?
—Yo pertenezco a algunos intelectuales que relativizamos el poder de los medios. Porque una de las explicaciones que se dieron de la derrota del Frente para la Victoria en el 2015 fueron los medios. En aquel momento decía que si fueran sólo los medios por qué Cristina ganó con el 54% la elección anterior, cuando tenía la misma estructura de propiedad de los medios, los mismos intereses económicos. O por qué Cristina ganó en el 2007. Y ahora vuelvo a preguntar si solamente el único poder sobre la mente de los ciudadanos son los medios de comunicación por qué ganamos, por qué hoy Alberto tiene un gran apoyo que va más allá del 48% que lo votó. Quiero decir, yo no tengo ninguna duda de que los medios tienen su agenda, inciden, hacen operaciones, pero también creo que hay una interacción compleja que no se puede reducir a una única causa. Hay una relación compleja entre la experiencia cotidiana de los ciudadanos y las ciudadanas de a pie en la calle, con el tema del delito, con el tema la convivencia, con el tema de la violencia, con el trabajo. Hay una experiencia cotidiana que interactúa con la agenda de los medios. Por otra parte, asumamos que la televisión ya no tiene el peso que tuvo hace 20 años. Por los cambios que hay en lo tecnológico y en la forma del consumo. Entonces me parece que con todas las dificultades económicas, tecnológicas, creo en el gran desafío de lograr construir medios más democráticos y de mayor calidad. Creo más en eso que en una confrontación con las agendas tradicionales, que las puede haber, pero no creo que sea el único eje para aglutinar las mayorías electorales.
—¿Qué papel pueden tener las redes sociales en Argentina Futura?
—Yo creo que hay un desafío sobre la forma y el estilo de discutir colectivamente un país y eso no entra en 140 caracteres. Las redes podrían servir para ciertas cosas, pero es importante que exista el debate público donde se puedan mostrar argumentos, donde se puede interpelar a los que hicieron determinadas acciones políticas, hacerles preguntas, que respondan. Me parece que ahí también nosotros como programa Argentina Futura tenemos un desafío, que es construir un espacio de debate plural que tenga calidad y que no sea expulsivo en sus formas, por anclarse exclusivamente en discursos orales. Estamos pensando cómo puede haber interacción, cómo llegar a más gente, a distintos públicos y cómo lograr que participen. Estamos en una etapa preliminar, que es recorrer algunas provincias, conversar con universidades, gobiernos, municipios, actores sociales y políticos, mientras estamos empezando los contenidos de las propuestas y ahí puede haber distintos formatos. El Estado debe escuchar, registrar y publicar las opiniones. Esa es la construcción que imaginamos.