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Alemania: llega ex guardia de campo nazi expulsado de EE.UU.

Alemania aceptó recibir este martes a Jakiw Palij, un ex guardia de las SS de 95 años que fue expulsado por Estados Unidos, invocando su "responsabilidad moral", en momentos en que está cerrando las últimas diligencias judiciales contra ex nacionalsocialistas

Alemania aceptó recibir este martes a un ex guardia de las SS de 95 años expulsado por Estados Unidos, invocando su «responsabilidad moral», en momentos en que está cerrando las últimas diligencias judiciales contra ex nazis.

Nacido en Polonia, Jakiw Palij, vivía desde 1949 en Nueva York, luego de haber trabajado como asistente de las SS en el campo de trabajo forzado de Trawniki en 1941.

«Con la admisión de Palij, el gobierno federal envía una señal clara de la responsabilidad moral de Alemania», afirmó a la AFP un portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores alemán.

Sin embargo, es poco probable que tenga que enfrentar a la justicia. Seguramente finalizará sus días en una residencia para ancianos.

«No hay por el momento ninguna información (que permita) enviar a Palij ante un tribunal en Alemania», precisó a la AFP el jefe del departamento encargado de dilucidar los crímenes nazis de Luisburgo, Jens Rommel, subrayando que su pertenencia a las SS y su aprendizaje en un campo no son suficientes para someterlo a «un proceso por complicidad en asesinato».

Un tribunal alemán ya había abierto una investigación preliminar en 2015 por este caso, que fue cerrada un año después por falta de pruebas.

Mentira

Palij llegó este martes de mañana al aeropuerto de Düsseldorf, y fue trasladado a un centro de cuidados geriátricos cerca de Münster (oeste), según la prensa alemana.

Palij inmigró en 1949 a Estados Unidos y obtuvo la nacionalidad estadounidense ocho años más tarde. Pero en 2003, un juez federal se la retiró porque mintió sobre su pasado en las SS.

El fiscal estimó que Palij, como guardia del campo de concentración evitó que los prisioneros se escaparan y «contribuyó directamente a su masacre», algo que él negó.

Después, Estados Unidos intentó varias veces sin éxito expulsarlo a Polonia, a Ucrania (donde se encuentra actualmente su ciudad de nacimiento que en aquella época era polaca) y a Alemania.

El ex guardia de las SS fue blanco de varias manifestaciones en su contra en Estados Unidos y en los últimos años las protestas eran cada vez más frecuentes delante de su casa en Nueva York.

Durante largo tiempo Berlín se negó a recibirlo porque el hombre no tenía la nacionalidad alemana.
Este cambio de decisión podría apaciguar las tensiones diplomáticas recurrentes entre Berlín el gobierno de Donald Trump, que había tildado este caso de «altamente prioritario».

El embajador de Estados Unidos en Berlín, Richard Grenell, cercano a Trump, saludó «la voluntad política y el compromiso de varios miembros del equipo de la canciller» Angela Merkel. También subrayó que el secretario de Estado de su país, Mike Pompeo, se había implicado mucho negociando con su par alemán, Heiko Maas.

Justicia tardía

«Palij mintió sobre el hecho de ser nazi y se quedó en Estados Unidos durante décadas. Su expulsión envía un mensaje fuerte: Estados Unidos no tolera a aquellos que facilitaron los crímenes nazis», dijo en un comunicado la Casa Blanca.

El centro Simon Wiesenthal (dedicado a documentar sobre víctimas del Holocausto y a llevar un registro de los criminales de guerra nazis) también aplaudió la expulsión, considerando que no merecía «el privilegio de vivir en Estados Unidos».

El campo especial de Trawniki, abierto en septiembre de 1941, cerró a finales de 1943 después que las unidades de las SS mataran a todos los prisioneros, unos 6.000 judíos, en lo que denominó «Fiesta de la cosecha (aludiendo al Shavuot judío)».

Alemania juzgó y condenó en estos últimos años a varios exintegrantes de las SS por complicidad en asesinatos, entre ellos John Demjanjuk, Reinhold Hanning y Hubert Zafke, lo cual demostró la severidad de la justicia alemana pero también que se aplicaba de manera muy tardía.

Sin embargo, hasta ahora ninguno ha ido a prisión por razones de salud.

El último caso fue el de Oskar Gröning, conocido como el «contable de Auschwitz», quien murió en marzo a los 96 años de edad justo antes de ser encarcelado.

La justicia alemana es criticada por el trato que ha dado a los crímenes durante el nazismo, y se le acusa de haber condenado demasiado poco y demasiado tarde.