Angela Merkel dio un giro a la política de refugiados y favorecerá su incorporación al mercado laboral alemán. Ayer anunció que el tema configura una “máxima prioridad” para su país y mientras se vislumbra la llegada de unos 800.000 solicitantes del asilo. La semana pasada, la poderosa federación de industrias alemanas, BDI, había pedido la integración rápida de los migrantes al mercado de trabajo, ante la falta de mano de obra y a que se trataba de gente joven y muchos de ellos obreros calificados. “Ayudaremos a los refugiados, y nos ayudaremos a nosotros mismos”, había definido el presidente de la agrupación empresaria, Ulrich Grillo.
Una decisión concreta se puso de manifiesto ayer con dos visitas relámpago de la jefa de gobierno a puntos de concentración de refugiados en Berlín, uno en el barrio periférico de Spandau y otro en una escuela del distrito multiétnico de Kreuzberg.
En Spandau, Merkel insistió en la necesidad de acelerar la evaluación de las solicitudes y, con ello, las posibilidades de una rápida incorporación al mercado laboral, previa la oportuna capacitación, para quienes llegan al país buscando refugio, según informó la agencia de noticias EFE..
En Kreuzberg, en tanto, Merkel visitó una de las llamadas “clases de bienvenida”, donde cientos de menores aprenden alemán y otras materias desde posiciones de partida muy distintas, que van del práctico analfabetismo a quienes fueron escolarizados en su país de origen.
Paralelamente, la ministra de Trabajo, la socialdemócrata Andrea Nahles, informó en una comparecencia ante el Parlamento (Bundestag), que el gobierno destinará alrededor de 1.100 millones de euros a la integración en el mercado laboral del colectivo.
“El destino de todas las personas será tomado en serio”, afirmó la canciller, para quien en esa consideración entran tanto los niños por escolarizar como los adultos que buscan trabajo.
Los desafíos logísticos son enormes, recordó Merkel, mientras su vicecanciller y ministro de Economía, además de líder del Partido Socialdemócrata (SPD), Sigmar Gabriel, informaba ante el Bundestag que en 2015 han llegado al país 450.000 solicitantes de asilo.
El giro en la política de refugiados germana supone una ruptura en relación con los años 90, con el alud de refugiados procedentes de los Balcanes, y se explica porque la tasa de desempleo es del 4,8 por ciento, una de las más bajas de la Unión Europea (UE). Los expertos llevan tiempo advirtiendo que, debido al envejecimiento de la población, el país deberá en el futuro cubrir las necesidades de mano de obra con cerca de 500.000 inmigrantes por año, precisamente la cifra recogida por el gobierno alemán.
El instituto de estudios económicos Prognos había previsto un déficit de mano de obra de 1,8 millones de personas en 2020 y de 3,9 millones en 2040.
Así las cosas, las visitas de ayer se diferenciaron notablemente de la realizada 15 días atrás a un centro de refugiados de Heidenau, en el este alemán, en un ambiente enrarecido por los ataques xenófobos contra albergues de asilados y donde la canciller fue abucheada por cientos de ciudadanos.
Ayer, Merkel fue aplaudida al llegar a Spandau, mientras que en Kreuzberg fue acogida con simpatía.
El propósito de Merkel ahora es convertir a unos refugiados teóricamente temporales en ciudadanos integrados, de acuerdo con las demandas de mano de obra del país y a sus necesidades demográficas. En especial porque muchos de ellos son jóvenes y están “bien cualificados”, según dijo por Grillo, el titular de la federación empresaria BDA.
Hungría alambra y Dinamarca frena los trenes
Dinamarca, que suspendió temporalmente el tránsito de trenes con Alemania, y Hungría, dispuesta a enviar tropas a sus fronteras, ilustraron el rechazo a la política de puertas abiertas que pide Berlín en Europa, ante la llegada de decenas de miles de refugiados.
El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, había pedido el miércoles pasado a los europeos “audacia” y “humanidad” al solicitarles que se pusieran de acuerdo para repartirse a 160.000 refugiados.
La propuesta fue bien recibida por Francia y Alemania, pero está muy lejos de generar unanimidad, y provoca incluso rechazo. Tal es el caso de Hungría, que se niega a participar. El ejército húngaro lleva a cabo maniobras militares en el sur del país para prepararse a una eventual misión de control de fronteras, tras la entrada en vigor de nuevas leyes antimigrantes, e instaló una controvertida valla a lo largo de sus 175 kilómetros de frontera con Serbia, sin que ello haya detenido el flujo de migrantes. Una segunda valla, de cuatro metros de altura, está en construcción.
En tanto, Dinamarca suspendió el miércoles pasado los trenes con Alemania, aunque ayer anunció que el tráfico se reanudaría progresivamente a través de la frontera en Padborg. La policía danesa precisó que va a dejar pasar por Dinamarca a los refugiados que ya están en territorio de este país.