Una contradicción inminente entre sectores políticos que abogan por una estrategia más expansiva que aliente el consumo en el año electoral, y los más técnicos, convencidos de que la inflación aún no está bajo control, parece avecinarse en el seno del gobierno.
El presidente Mauricio Macri intuye esa controversia, pero trata de mostrarse lo más alejado posible de ese pronóstico.
“Vamos a crecer en el 2018 y en el 2019, y a seguir bajando sistemáticamente la inflación, que nos ha dañado tanto, especialmente a los trabajadores”, dijo durante su paso por Neuquén, el día después de anunciar el plan de infraestructura para la Patagonia junto a los seis gobernadores de la región.
Jorge Triaca, el ministro de Trabajo que está en la mira del gremio bancario tras haber frenado su acuerdo por paritarias, le acerca números que lo animan.
Triaca le dijo que entre julio y noviembre se crearon 60 mil empleos, y que la tendencia se mantendría en los próximos meses.
Pero más allá del optimismo gubernamental, la aceleración de ese contrapunto entre expansivos y ortodoxos será directamente proporcional a los números que vayan arrojando las encuestas que irá haciendo el gobierno con vistas a las primarias legislativas de agosto.
Si las estadísticas del ecuatoriano Jaime Durán Barba son benévolas con el oficialismo, subirán las chances de quienes, como el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, consideran que la inflación está aún lejos de ser contenida, por lo que deben mantenerse las políticas destinadas a sostener una tasa alta de interés.
Pero si los números empiezan a arrojar un pronóstico adverso para las posibilidades de la Casa Rosada, primarán las posiciones de quienes entienden que se subestimó la importancia que la población le asigna a consumir y que fue un error no tener en cuenta esa variable que el kirchnerismo entendió como pocos.
El debate recién empieza y, de no manejarse con timming. podría dinamitar las chances electorales en los comicios de medio término y sembrar un panorama oscuro para la segunda mitad del mandato.
Por eso será una de las variables que mirará con más detalle el trípode de poder conformado con aval de Macri por Marcos Peña, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. “Marcos, Mario y Gustavo son mis ojos y mi inteligencia. Ellos son yo”, dijo el año pasado el presidente en un megaencuentro con funcionarios en el que bajó línea y buscó transmitir optimismo a la tropa.
Habrá que creerle, lo cual deposita sobre las espaldas de los tres funcionarios un peso enorme.
Mientras tanto, quienes son partidarios de empezar a inflar los bolsillos y alentar el consumo vienen recuperando terreno.
Por un lado, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, tiene luz verde para destrabar toda la obra pública congelada en 2016 mientras se intentaban desarmar algunas de las numerosas bombas contractuales dejadas por el kirchnerismo, muchas de las cuales beneficiaban a empresarios amigos.
Por eso este 2017 será fructífero en obras de gran porte, y ya se empiezan a ver las perspectivas favorables en el sector de la construcción.
En el mismo sentido, el secretario de Comercio, Miguel Braun, impulsó lo que se esperaba sería una rebaja en las ventas en efectivo.
La idea era que los comercios mantuvieran los precios de lista para las compras en cuotas, como los planes Ahora 12 y Ahora 18, y reflejarán rebajas promedio del 15% por pagos cash.
Pero la idea por ahora no se refleja a gran escala en las vidrieras, y existe malestar en el gobierno con las grandes cadenas de comercialización, que a su vez acusan caída de ventas tras la aplicación de ese sistema.
El gobierno esperaba también que esta jugada tuviese un beneficio extra en las estadísticas del INDEC, ya que al relevar los precios con descuento en efectivo los índices mostrarían rebajas.
Pero ese partido aún tiene final abierto y el gobierno sigue reclamando a grandes comercios un esfuerzo adicional para que la estrategia se traduzca en menores precios.
Quienes militan en el equipo que pretende acelerar el consumo tuvieron esta semana otro éxito, cuando la banca pública salió a ofrecer compras en hasta 50 cuotas, a una tasa del 19% anual.
La movida, capitaneada por los bancos Nación, Provincia y Ciudad, busca sumar alternativas para mantener viva la llama de las ventas.
La iniciativa cayó mal entre los bancos privados, que ahora deberán lanzar un esquema similar si no quieren perder clientes a manos de los bancos públicos.