Los desbordantes festejos del Bicentenario brindaron una clara lección callejera para los siempre presentes profetas del fracaso y, esta vez, la clase política estuvo a la altura de las circunstancias.
Los millones que salieron a las calles en todo el país y la nunca vista participación en la 9 de Julio, reflejaron la expectativa de gran parte de la ciudadanía de participar, y esto conforma un importante síntoma de cara al futuro.
Porque, con seguridad, no fueron sólo a cantar, bailar o a ver grandes espectáculos, sino que todo eso fue una agradable excusa para rendir un sentido homenaje a la Patria. Se notaba en cada gesto, cada emoción. Nadie quiso quedar ausente.
Ante la magnitud de lo sucedido, ninguno pudo sacar rédito político, ya que nadie puede arrogarse el derecho de la voluntad de seis millones de personas, por citar sólo las calculadas en el centro porteño durante cuatro días.
Ni siquiera el gobierno nacional por una organización que terminó siendo perfecta y se guardó en silencio durante varios meses.
Por eso, sonó a cierta mezquindad el apuro de muchos dirigentes opositores para aclarar que nadie puede atribuirse los logros de un pueblo en movilización y sin incidentes.
Quizás la enemistad reinante entre el gobierno y los grandes medios ayudó también al impacto de los actos.
Se puede ensayar en secreto, pero es increíble pensar que se pasaron por alto los preparativos de más de dos mil actores del grupo Fuerza Bruta, un prodigio de creatividad. Sea como sea, los pasos sigilosos de la organización permitieron al kirchnerismo sumar algunos puntos por el efecto sorpresa de la magnitud del impacto.
No obstante, varios dirigentes opositores captaron el mensaje de la sociedad de que no apoyará fórmulas que parezcan surgidas de la alquimia política.
Por caso, Elisa Carrió ya anticipó su simpatía por alcanzar una alianza con Ricardo Alfonsín y con el socialismo de Hermes Binner. Esta alternativa impactaría en los planes del vicepresidente Julio Cobos, aliado hoy a dirigentes históricos de la UCR, como Leopoldo Moreau y Federico Storani.
Con la intención de formalizar una alianza futura con Alfonsín, la titular de la Coalición Cívica brindó un mensaje a la interna de la UCR bonaerense, que el 6 de junio tiene una crucial elección en el distrito más importante del país. Si el hijo del ex presidente de la Nación vence en esa interna se ubicará, sin dudas, en la grilla de los presidenciales para el año que viene. Además, las encuestas le otorgan una muy buena imagen.
En cambio, una derrota en su propio distrito postergaría sus aspiraciones para después de 2011.
Para Cobos, el resultado de sus partidarios en la provincia de Buenos Aires no será tan determinante, pero una victoria lo consolidará para la interna nacional de agosto del año que viene y las presidenciales de dos meses después.
Por el lado de Mauricio Macri, todavía se sigue analizando el verdadero impacto de la muy vistosa gala de reapertura del Teatro Colón. Algunos exageran diciendo que el desaire de la presidenta Cristina Kirchner y los apoyos que recibió luego, gracias a la actitud de la jefa de Estado, lo dejaron como el gran referente de la oposición. Más allá de las lecturas, es cierto que la ausencia de Cristina resultó funcional a los planes kirchneristas de trazar una línea divisoria entre los que están a favor o en contra.