Tenía sólo doce años cuando llegó a sus manos un disco de Mercedes Sosa, un compendio de canciones con identidad argentina que a la española Olga Román la marcaron para siempre. “La primera canción era «Zamba para no morir» y casi me muero de la emoción”, recuerda en diálogo telefónico con El Ciudadano.
“Imagínate, con doce años escuchar esa hermosísima canción, con esa voz tan poderosa que tenía Mercedes”, cuenta quien desembarcó enla Argentinade la mano de nada más ni nada menos que Joaquín Sabina.
“Muchos años después viviendo en Estados Unidos escuche al dúo salteño, fue una gran revelación para mí por sus armonías vocales absolutamente brutales. En esa época empecé a leer el nombre de Leguizamón sin saber si era integrante del dúo o no. Hace unos años que volví a escuchar sobre el Cuchi y descubrí que si bien no era uno de los dos músicos del dúo era su alma máter, ya que les arreglaba y componía”, contó.
Esa es la historia de cómo Román conoció la obra del Cuchi Leguizamón, un acercamiento que decantó en De agua y laurel, un disco homenaje que se escuchará por primera vez en la ciudad esta noche, a partir de las 21.30, enla Plataforma Lavardén(Sarmiento y Mendoza).
“El folclore me fue acompañando toda la vida”, dice con emoción y confiesa que, a partir de eso, siempre fue su deseo hacer un disco del género. “Un día verbalicé ese deseo y al poco tiempo conocí a Néstor Díaz en Buenos Aires, y en una cena decidimos hacer un disco juntos sobre el Cuchi Leguizamón y sus bellísimas composiciones. Seis meses después el disco está en mis manos”, señaló.
—¿Cuáles fueron las características de la obra de El Cuchi que más te atraparon?
—Las melodías del Cuchi tienen esa raíz profunda en el folclore, sencillez y un vuelo muy especial en sus melodías, en los intervalos que utiliza, que lo convierten en un compositor muy vanguardista dentro del folclore.
—¿Qué aspectos confluyen en la elección del título “De agua y Laurel”?
—Me parece un título muy sugerente, son dos elementos, dos mundos y en este disco ha habido dos personas que han sido Néstor Díaz y yo; dos lugares diferentes, Madrid/Buenos Aires, España/Argentina y la música del Cuchi que es pura naturaleza, pura grandiosidad.
—¿Con qué criterio elegiste los temas que componen “De agua y laurel”?
—Fue fácil, había mucho material y muy bello, lo difícil era dejar cosas por fuera. “Zamba para la vida” fue un detonante en el descubrimiento del Cuchi y en mi acercamiento mas definitivo. Tenían que estar también “La pomeña” y “Arenosa” que eran los temas que había escuchado de él en la voz de Mercedes Sosa. Después descubrí algunas canciones maravillosas como “Cartas de amor que se queman” o “Cantora de Yala”, que fue la ultima en entrar. La descubrí un día antes de entregar el master. Lo llamé a Néstor y le dije: “Tenemos que grabar esta canción”. Con el cambio de horario yo me fui a dormir y él grabo una guitarra a las tres de la mañana, y cuando me levanté grabé yo la voz desde Madrid.
—¿En qué hiciste hincapié a la hora de mixturar tu impronta con la obra del Cuchi?
—Con Néstor veíamos un disco muy sobrio, muy sencillo, con una guitarra, un contrabajo; que no fueran arreglos de folclore tradicional puro y duro porque sino me iba a sentir un poco incómoda, un poco invasiva. Como ya había acomodado una canción de él al piano, haciéndolo de una manera muy sencilla, muy sobria, coincidimos en ese concepto para buscar un lugar de encuentro entre la música del Cuchi y la mía. Y la verdad es que, aunque no sé si está bien que lo diga, creo que lo hemos logrado, me he sentido muy cómoda cantando las canciones, las he sentido muy mías que es muy difícil cuando haces el repertorio de otra persona.
—El disco termina con “Romance del río”, un tema de Néstor Díaz ¿A qué se debe?
—Cuando empezamos a trabajar en este disco, Néstor Díaz puso a un lado un proyecto de un disco suyo que estaba haciendo. Un día muy tímidamente me dejó caer si quería cantar en su disco. Él ahí compuso esa canción para mí y su entrega en mi proyecto De agua y laurel me pareció tan sincera, tan comprometida, que de alguna manera era un pequeño guiño, un pequeño regalo que yo le hacía incluyendo este tema en el disco.
—Hace poco conociste a la familia del Cuchi ¿Cómo fue ese encuentro? ¿Les gustó el disco?
—Fue maravilloso. Cuando estábamos haciendo el disco yo pensaba hacerle llegar el material a su familia, a su viuda. Y antes de que yo consiguiera el contacto, ellos se enteraron que había una española tocando los temas de su padre y quisieron conocerme. Me llamaron por Skype. Yo estaba nerviosísima. Fue un encuentro muy lindo, muy simpático, muy distendido. Les había encantado el disco. Estuvimos conectados por más de una hora escuchamos algunas canciones, pude ver sus caras mientras escuchaban por primera vez “La zamba del laurel” o “Cartas de amor que se queman”. Fue un regalo maravilloso.
—¿Tenés planes para hacer la misma investigación y reinterpretación con otro artista argentino?
—Mi sensación es que esto es el comienzo de una nueva etapa. Creo que todavía tenemos más Cuchi para seguir abordando, pero por ejemplo, el “Jangadero”, de (Jaime) Dávalos y Eduardo (Falú) me ha acompañado durante toda la vida, hay muchos compositores que conozco en este país para seguir investigando, seguir sorprendiéndome y seguir disfrutando.
Con admiración y amigos
De agua y laurel es una inmersión de Olga Román en el folclore argentino, de la mano de canciones de Gustavo El Cuchi Leguizamón como “La viuda”, “Zamba del carnaval”, “La pomeña”, “La arenosa”, “Zamba del laurel” y “Cantora de Yala”, entre otras.
La producción del álbum tributo estuvo a cargo del guitarrista Néstor Díaz y como invitados participaron Juan Carlos Baglietto y Ángela Irene. “A Baglietto lo conocía hace muchos años a lo largo de mis visitas a Argentina. Él grabó una canción mía que se titula «Me asomo», algo que fue un tremendo honor. A raíz de eso lo llamé y le dije: “quiero que cantes conmigo”. Me respondió rápido, se hizo un hueco y grabó en Buenos Aires. Ese dúo en «Zamba de Carnaval» fue maravilloso”, contó Román y agregó: “A Ángela Irene no la conocía pero me había quedado prendada de su voz tan poderosa y tan de la tierra. Y a riesgo de quedar un poco en evidencia cantando a su lado, me di el gusto de invitarla. Un gran placer tenerla en el disco”.