La quiebra de la firma Allocco, dispuesta ayer por el juez Marcelo Bergia ante la falta de inversores para reanudar sus actividades, no sorprendió a sus trabajadores, que la esperaban. Por el contrario, acrecentó en ellos la voluntad de darle continuidad como emprendimiento cooperativo, idea en la que vienen trabajando en los últimos meses.
La industria, de Villa Gobernador Gálvez llevaba hasta su paralización por falta de insumos sesenta años fabricando soluciones y equipamientos para la industria aceitera. Daniel Casile, uno de sus empleados, explicó a El Ciudadano los pasos que seguirán para poder concretarla.
“Lo de la quiebra no nos tomó de sorpresa. Sabíamos que el juez iba a tomar esa decisión”, aseguró.
Daniel hace casi treinta años que trabaja en Allocco y subrayó que la voluntad de todos es defender la fuente de trabajo. “Ya que no hubo un inversor, vamos a seguir como cooperativa. Eso es lo que estamos armando. A principios de enero nos juntamos con el Inaes (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social) y con la casa madre de las cooperativas, que nos ofrecieron su apoyo”, detalló Casile.
Allocco tiene actualmente 116 empleados. El resto –otros 30– están trabajando momentáneamente en otro lado pero volverían cuando se reanude la producción.
“Estamos subsistiendo con la ayuda de los sindicatos que nos apoyan como ATE y Amsafé. Nos brindaron un apoyo incondicional y vamos a estar eternamente agradecidos”, aclaró Casile.
Especificó al respecto que les están debiendo los sueldos de noviembre y diciembre del año pasado y de enero de este año.
“Para armar la cooperativa ya tenemos 85 firmas y con eso alcanza. Sólo nos queda presentárselo al juez. La semana pasada vinieron varios clientes para preguntarnos cuándo arrancamos porque necesitan de nuestros repuestos. Faltan algunos pasos, como por ejemplo comprar materia prima y otros insumos, pero la estructura de la fábrica está intacta. Además tenemos un buen plantel de gente para cubrir todos los departamentos”, concluyó Casile.
El inicio del derrumbe
Los empleados de Allocco apuntan a septiembre de 2012 como el momento de quiebre, cuatro años después de que Desmet-Balestra, una firma de origen belga y una de las principales competidoras, compró la empresa y comenzó a transferir el grueso de sus ganancias a la casa matriz.
“A partir de 2009 se hicieron ventas por centenares de millones de dólares y ese dinero fue enviado a Desmet de Bélgica. A Desmet de Argentina le quedaron migajas, y comenzó a crearse una cuantiosa deuda con proveedores”, explicaron.