En un hito que recuerda a los sueños medievales de la alquimia, científicos del experimento ALICE en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), en Suiza, lograron transformar núcleos de plomo en oro mediante colisiones casi a la velocidad de la luz.
El proceso ocurre cuando los núcleos se rozan tangencialmente y pierden protones: al perder tres, el plomo (82 protones) se convierte en oro (79).
Entre 2015 y 2018 se generaron unos 86.000 millones de núcleos de oro, aunque con una masa ínfima y una duración efímera: apenas una fracción de segundo antes de desintegrarse. La proeza, detectada con sensores ultra precisos, demuestra que la transmutación es científicamente posible, aunque sin valor económico real. Como concluyen los investigadores, se trata de un avance notable de la física, no de una nueva forma de riqueza.