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Alumno hostigado en Fighiera todavía no volvió a clases

Por Laura Hintze.- La madre del chico a quien le extirparon un testículo por supuesta agresión dijo que están solos y no tienen ayuda de nadie.

Miriam Domínguez, quien denunció que a su hijo de 11 años tuvieron que extirparle un testículo después de haber sido golpeado por sus compañeros de una escuela de Fighiera, afirmó que el chico todavía no pudo recuperarse psicológicamente del hecho y menos aún luego de que padres y docentes realizaran un “abrazo solidario” a la institución para “defender el buen nombre” del pueblo.

Precisamente, hace dos semanas, la comunidad educativa de Fighiera se movilizó para “apoyar” a la escuela provincial Nº 6086 Estanislao López; y para también “defender el buen nombre del buen pueblo de Fighiera”, tal como rezaba uno de los carteles.

La manifestación se organizó tras las supuestas difamaciones y calumnias de Miriam Domínguez, la madre que denunció a la escuela por discriminación: según sus declaraciones, su hijo Daniel, de 11 años, fue víctima de una feroz agresión de sus compañeros y en consecuencia tuvieron que extirparle un testículo, en el Hospital Provincial.

Según le dijo ayer Domínguez a El Ciudadano, su familia aún no ha recibido apoyo verdadero de ningún sector: ni el Ministerio de Educación ni el presidente de la Comuna se han acercado a ayudarla. “No toda la gente en Fighiera es así pero tienen miedo de hablar: por ser empleados de… o porque sus hijos van también a esa escuela. Por las represalias. Hay mucho poder en el medio”, señaló la mujer.

Pocos se enteraron de la movida en Fighiera hace dos semanas. No hubo casi repercusiones. El Ciudadano dio cuenta del hecho recién cuando se puso en contacto con Miriam, y del registro de la movilización poca información puede encontrarse en la web. Hay sólo, en Youtube, un video filmado por el diario salteño El Tribuno, el único que cubrió la manifestación de la comunidad educativa. Allí se observa, en la puerta de la escuela, a decenas de personas que aplauden y gritan  “¡Fighiera!” “¡Fighiera!”; también se leen algunas inscripciones de los carteles que portaban los manifestantes: “Escuela estamos con vos” y “Defender el buen nombre del pueblo Fighiera”.

De los diferentes testimonios que la cámara de El Tribuno de Salta (la familia del chico es oriunda de aquella provincia) captó puede resumirse que la manifestación no fue “en contra de una mamá que defiende a su hijo”, sino para “respaldar a la escuela y a los chicos de las difamaciones”. Una mujer que participó de ese acto planteó que el tema se había “agrandado mucho”.

Domínguez le dijo ayer a este diario que más de una vez habló con los docentes de la Estanislao López porque los actos de discriminación (físicos y verbales) para con su hijo eran reiterados. También repitió que le reclamó al Ministerio de Educación la presencia de un gabinete psicológico, que sólo lo obtuvo cuando el conflicto llegó a lo peor. Una de las respuestas que recibió de la escuela, según la mujer, fue que si no le gustaba cómo funcionaba ese establecimiento “se volviera a Salta”.

Deprimido

“Mi hijo no está yendo a ninguna escuela. Después del abrazo que se hizo, quedó muy deprimido, está tratando de recuperarse. Está bien de salud. Yo traté de que no se hiciera la marcha del otro día, pero el Ministerio dijo que no podía intervenir, que estamos en democracia. Ellos me decían que la escuela no tenía que ver en esa marcha; sin embargo, del abrazo participaron maestras y hasta la directora”, contó Domínguez.  “No toda la gente en Fighiera es así pero tienen miedo de hablar: por ser empleados de… o porque sus hijos van también a esa escuela. Por las represalias. Hay mucho poder en el medio”, completó.

La mujer aseguró que su familia se encuentra muy unida, pero que está sola. “Por la calle mucha gente me da fuerzas, pero nadie quiere hablar por miedo. Todos saben quiénes son los que discriminan acá y quiénes no”, señaló. Más allá de eso, dijo que su familia no está contemplando mudarse del pueblo: “No tenemos por qué escaparnos o escondernos”.

“Lo que yo no quiero es culpar a un chico. Yo quiero que los ayuden, que esto cambie más allá del apellido que lleven, porque ellos van a seguir siendo así de violentos en la secundaria y en la sociedad”, concluyó.