Esteban Lindor Alvarado, de 41 años, estaba en libertad condicional cuando fue detenido el primero de febrero pasado en la ciudad cordobesa de Embalse Río Tercero, sospechado de instigar el crimen del prestamista Lucio Maldonado, secuestrado frente a su casa de barrio Tablada y hallado asesinado dos días más tarde frente al barrio Las Flores, en noviembre último. En aquella oportunidad, se le secuestró un celular Iphone 8 que fue remitido por orden judicial a las oficinas estadounidenses de la firma israelí Cellebrite, en la ciudad de Nueva Jersey, donde a finales de febrero lograron desbloquearlo.
Alvarado utilizaba el servicio de mensajería Telegram, que se presume inviolable, pero no tuvo en cuenta que los investigadores podían mandarlo a la firma para obtener los mensajes encriptados. El material que recogió la Fiscalía de este teléfono abrió una caja de Pandora y se convirtió en la prueba principal del caso.
De estos audios surge que Alvarado daba órdenes a personas bajo su mando y disponía de recursos económicos y humanos para llevar adelante sus operaciones.
Causa Alvarado: cinco personas se suman a acusación por asociación ilícita
Hay un mensaje del 22 de diciembre que dice: “Aparte yo no hablo teléfono con nadie. Uso Telegram nomás boludo. Y tiene el chip cambiado. Se van a cansar de buscarme”. A través de este servicio de mensajería, Alvarado armó todo lo necesario para involucrar a dos hombres, uno allegado a la banda de Los Monos y otro con el que está enfrentado, en el ataque a la casa de una funcionaria del Ministerio Público de la Acusación ocurrido en enero.
A mediados de ese mes, a la funcionaria le dejaron en la puerta de su casa de Rioja al 500 la cabeza de un perro y a los 15 días le balearon la fachada. El plan también consistía en involucrarlos en el crimen del prestamista Lucio Maldonado. Uno de estos hombres es testigo protegido en la causa y otro, Leandro “Chulo” Olivera, de 29 años.
Chulo está preso por otros de la primera saga de atentados a edificios públicos –ocurridos entre mayo y septiembre pasados– que buscaron intimidar a funcionarios judiciales. Para la acusación, Alvarado tenía como objetivo desviar la investigación del caso Maldonado y, además de inaugurar en diciembre una nueva seguidilla de balaceras que incluyeron los Tribunales y el Centro de Justicia Penal, para ello buscó ayuda para crear dos líneas telefónicas truchas adjudicadas a estos hombres a través de las cuales supuestamente se comunicaban, según se encargaban de insertar en la investigación cuatro policías cercanos a la Fiscalía que terminaron presos por ser parte de la asociación ilícita comandada por Alvarado.
De los mensajes de Telegram recuperados del celular secuestrado a Alvarado surge que el 20 de diciembre le explicó a su interlocutor cuáles eran los mensajes que tenía que enviar del teléfono trucho asignado al Chulo. “Mandamos un mensaje del Chulo a Rodrigo (el testigo de identidad protegida). «Amigo atendeme que es urgente. Atendeme que es urgente»”.
—“…le mando al de Rodrigo: «Amigo contestame que es urgente»”.
— “Al teléfono de Rodrigo que termina en 171 (el verdadero), sólo le mandamos un mensaje del teléfono del Chulo: «Amigo atendeme que es urgente»”.
—“…Por eso, para mandarle al otro y conectarlo, hay que esperar un rato que le mande del teléfono del Chulo: «Amigo estás? Amigo estás?»,¿Entendés?, fue la explicación y ordenó que su interlocutor le agregue otro texto: «Tengo la Kangoo, que querés que hagamos? Porque mañana va a haber ruido y la quiero descartar». Ahora lo armamos de vuelta…”.
— “…Y ahí nomás al toque, al ratito mandarle un mensaje del que supuestamente es de Rodrigo al teléfono del Chulo. «¿Qué pasó amigo? Fijate que mañana hay una banda de allanamientos. No tengo donde guardar la Kangoo. Tenés dónde guardarla? No tengo nada. No tengo donde guardarla…»”.
Estos mensajes se replicaron en los dos teléfonos truchos asignados a Chulo y a Rodrigo. Según la Fiscalía, el primero de ellos de marca LG fue plantado en un allanamiento en Rivero al 5200 por miembros de la Brigada de la Policía de Investigaciones que trabajaba con la Unidad Fiscal de Gravedad Institucional y hoy están presos.
Ese número de celular termina en 567. Para la Fiscalía esa línea, asignada a Chulo, es trucha al igual que el número terminado en 784 y asignado a Rodrigo. Ambas líneas comenzaron a tener actividad el 20 de diciembre y la primera tuvo movimiento hasta el 7 de febrero y la segunda hasta el 3 de ese mismo mes. Sólo tienen mensajes entre ellas y desde la línea terminada en 567 llamaron a Rodrigo a su celular verdadero en fecha 21 de diciembre que según el testigo no atendió. Luego devolvió la llamada pero no se acuerda si atendieron o no.
El plan de Esteban Alvarado: «Disfrazarse de mono y rociar la ciudad de balas»
Atentado a la funcionaria del MPA
El 14 de enero, la funcionaria encontró en la puerta de su casa una caja; esta tenía la cabeza de un perro y 15 días después su casa fue baleada por dos hombres en moto, quienes a las dos cuadras escaparon en un Volkswagen Up.
En el LG (línea trucha asignada a Chulo) secuestrado se encontraron los siguientes mensajes en fecha 13 de enero:
Del terminado en 567 —Amigo ya tenés el tema del perro. Ta, tengo los pibes listos.
784 —Si ya tengo todo que le pongo en el papel.
567 —Ponele así en el papel. Así vas a terminar. Te animas de verdad a ir o querés que mande alguno de los míos.
784 —Voy yo con un amiguito. Es una boludez, ya fui a ver la casa. No tiene cámaras. De la plata de ayer faltaron 4 mil, no seas rata.
Al día siguiente del celular terminado en 784 surge el mensaje: “El perro está en la jaula jajaja
567 —Dale esperemos. Que haga ruido.
Respecto del atentado de fines de enero a la casa de la funcionaria, surgieron del teléfono de Alvarado fotos de autos similares que buscaban comprar y algunos mensajes con Marcelo «Fino» Ocampo, otro de los imputados y detenidos en la causa, para que hiciera inteligencia sobre el testigo de identidad protegida. A su vez de los mensajes surge cómo prendían los celulares cerca de las viviendas de las personas que querían involucrar para que los tomara la antena asignada a ese domicilio y luego lo apagaban.
De la declaración del testigo protegido surge que le habían querido robar la patente de su Volkswagen Up, pero no pudieron arrancarla: quedó doblada. El auto en el que escaparon los tiradores tras el ataque a balazos era un VW Up del mismo color, con las mismas características. Las cámaras de seguridad lo tomaron pero no se pudo determinar la patente que luego incorporó a la pesquisa, según la Fiscalía, el comisario Martín Rey, imputado junto con su hermano Marcelo y los también policías Pablo Báncora y Jorgelina Chaves como parte de la banda. Era la patente del auto de Rodrigo, el testigo protegido.
El imperio económico de Esteban Lindor Alvarado, el gran simulador