“El punto de contacto entre Alvarado y Maldonado son los automóviles. Uno de los elementos que estamos analizando como posible disparador del homicidio es un negocio que no resultó como Alvarado quería o alguna cuestión similar en cuanto a manejo de dinero”. La frase pertenece al fiscal Matías Edery, quien junto a un equipo de funcionarios del Ministerio Público de la Acusación, está a cargo desentrañar el asesinato del prestamista Lucio Maldonado, cuyo cuerpo apareció el 13 de noviembre a 200 metros de Oroño y Circunvalación. Este sábado, Edery pidió la captura nacional e internacional de Esteban Lindor Alvarador, un hampón de trayectoria, por ese crimen. “Podría ser instigador, podría ser partícipe: lo que sí se sabe es que tuvo una participación”, dijo el investigador.
Maldonado fue secuestrado por cuatro hombres armados frente a su casa de Garibaldi al 600 en los primeros minutos de la madrugada del domingo 11 pasado. Lo metieron en una Renault Kangoo y, según la pesquisa de los fiscales Luis Schiappa Pietra y Matías Edery, lo llevaron hasta una quinta en el paraje Los Muchachos, sobre la ruta A012, en jurisdicción de Piñero y según los investigadores propiedad de Esteban Alvarado. Se presume que allí lo mataron y que en la noche del lunes 12 lo tiraron a la vera de la autopista Aramburu, frente al barrio Las Flores, en medio de un cardal, donde sería hallado la mañana siguiente. Llevaba al menos 36 horas fallecido y le habían metido dos tiros en la espalda y otro en la nuca. En un bolsillo había una nota con una leyenda escrita con un fibrón: “Con la mafia no se jode”. Según un video aportado por familiares a la Justicia, los captores se llevaron el Chevrolet Cruze de la víctima al momento del secuestro, y horas después volvieron y lo dejaron estacionado frente a la vivienda. Antes, estuvieron media hora dentro de la casa.
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Alvarado estaba en en libertad condicional por una condena por robo de autos en provincia de Buenos Aires y no se lo encontró en los allanamientos. Edery remarcó que es buscado intensamente: “Hay orden de captura nacional e internacional, todas las agencias están interviniendo y trabajando”.
“Alvarado tuvo en principio alguna participación, sobre todo teniendo en cuenta el lugar en que se encontró a la persona, el lugar donde estuvo Lucio Maldonado en momentos previos a la muerte. Podría ser instigador, podría ser partícipe: lo que sí se sabe es que tuvo una participación en el homicidio”, dijo Edery. En la finca de Los Muchachos los investigadores secuestraron documentación que, unida con tareas de inteligencia, disparó otros 14 allanamientos a inmuebles vinculados con Alvarado, apodado Chunino o Rengo. Algunos de los procedimientos derivados fue en la quinta Funes Hill donde estaba su esposa, la sede de su empresa de transporte en la zona oeste, un domicilio donde se buscó a su hermano, y el ya conocido episodio en Condominios del Alto, donde el actual subjefe de inteligencia antinarcóticos de la Policía de Investigaciones de Rosario –quien en su destino anterior había sido custodio del Ministerio Público de la Acusación– recibió a los uniformados: dijo haber comprado el departamento en 2014 y dos cocheras a un médico, y terminó apartado de su cargo. El policía, Javier Makhat, hizo un descargo, a su vez que los fiscales aclararon que el efectivo no está involucrado en la causa de homicidio.
En diálogo con LT8, Edery reveló que el abogado de Alvarado, Claudio Tavella, se comunicó con la Fiscalía, y que no puso en consideración la entrega de su cliente. “Nunca manifestó esa posibilidad. Sólo pidió información del motivo de los allanamientos y del destino de los bienes secuestrados”, dijo el fiscal.
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De los procedimientos sólo una persona quedó bajo arresto, porque en su domicilio se secuestró un arma calibre 32, aunque es una causa independiente al crimen.
Otro aspecto por lo menos llamativo que deparó el enjambre de procedimientos fue la aparición de una camioneta a nombre de un familiar del referente gitano Colián Miguel (ver abajo), que estaba estacionada a metros de una casa allanada en barrio Belgrano. En esa vivienda –reveló Edery– los investigadores entrevistaron a una persona que en principio expresó no ser pariente de Alvarado pero que luego se estableció que sí lo es, dijo el fiscal. “Según esta persona, él estaba en trámites para realizar la transferencia (del vehículo)”, expuso Edery.
¿Conexión con el caso Enrique?
Cristian Enrique, de 22 años, fue secuestrado el 23 de octubre cuando cuatro hombres con chalecos de la PDI se lo llevaron en un auto de Cabín 9 y su cuerpo apareció el sábado 10 de este mes a la vera de la ruta 14 cerca de la localidad de Soldini. Una de las hipótesis de la causa que investiga el secuestro y la ejecución de Enrique se basó en que podría tener relación con el secuestro extorsivo que sufrió el 3 de septiembre Colían Miguel cuando hombres fuertemente armados irrumpieron en su concesionaria y se lo llevaron.
Por el secuestro de Miguel fueron detenidas siete personas de las cuales tres fueron procesadas por la Justicia federal. La casa del referente gitano fue allanada el martes pasado en el marco de la investigación por el asesinato de Enrique, un joven de Cabín 9 que, según la presunción del Ministerio Público de la Acusación, participó del secuestro de Miguel pero luego, por motivos que aún se desconocen, no fue incluido en la investigación federal.
En ese marco, el fiscal de la Unidad de Gravedad Institucional remarcó que la causa que investiga el secuestro de Colián Miguel, también empresario del rubro automotor, se realiza en paralelo con la pesquisa del crimen de Enrique.
En este complejo escenario –en el que no se descarta la participación de policías– llama la atención el asesinato en clave mafiosa de un hombre identificado como Marco Antonio García, de 44 años. El cuerpo apareció el 24 de noviembre, calcinado y con cuatro disparos –tres por la espalda y uno en la cabeza– en la zona rural de Camino Nuevo a Soldini. García era de Cabín 9, al igual que Enrique. Una vivienda en la cuadra, donde vivía, en Chingolos al 300, fue allanada la semana pasada, en busca de indicios y –según trascendidos– ropas policiales que habrían sido usadas en el secuestro y posterior asesinato de Enrique.