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Amanda Pacotti, la heredera del legado de las hermanas Olga y Leticia Cossettini

Fue alumna de la histórica escuela “Dr. Gabriel Carrasco” y pudo conocer como alumna la experiencia de la Escuela Viva, el proyecto pedagógico que lideraron las hermanas Olga y Leticia Cossettini

Gastón Felman

Amanda Pacotti es una de las herederas del “legado Cossettini”, Fue alumna de la histórica escuela N° 69 de barrio Alberdi “Dr. Gabriel Carrasco”. Cursaba segundo grado cuando en 1950 exoneraron a Olga Cossettini de su cargo de directora. Pero pudo conocer como alumna la experiencia de la Escuela Viva, el proyecto pedagógico que lideraron las hermanas Olga y Leticia Cossettini entre 1935 y 1950.

“Todo lo que yo viví, gocé, hice de mi vida. Fui maestra normal, trabajé y me dí cuenta relativamente tarde de lo que yo había recibido como alumna de la escuela primaria, y lo vi muy claro el día que murió Olga. Como éramos vecinas, nunca corté mi vínculo con ella y cada día del maestro era un pasar, una florcita, Olga era una persona muy seria enfocada en su proyecto educativo de ciudadanía, de solidaridad y cooperativismo; todo lo estético que ha quedado de su obra era un medio para conseguir otra cosa”.

Un 24 de  mayo de 1987 Olga fue velada en su casa. Amanda recuerda que era una noche de mucho frío. “Éramos poquitas personas quienes estábamos allí. En el féretro estaban los tacos de reina y las flores de su jardín, “fueron mujeres librepensadoras”. A la mañana siguiente se la despidió previo paso por la escuela Carrasco. “Llegamos con el féretro y nos recibió una portera, la directora de ese momento, la señora de Piombi que vivía en planta alta de la escuela, ni siquiera bajó; no sabíamos qué hacer, nos retiramos junto a la familia y cada uno se fue a su trabajo”… Ahí reflexioné: “Si todo lo que nos dieron no lo tomamos, el sistema no lo va a tomar, por diversas razones políticas, culturales, religiosas”.

Hay un salto temporal en la biografía de Amanda que en su historia de mucho trabajo obvia narrar, en su currículum consta que: desde 1962 hasta 1981 se desempeñó como maestra de grado en el Instituto Fisherton de Educación Integral, donde asumió la vice-dirección en 1982 y la dirección desde 1983 hasta 1990. En esa institución fue además Asesora en Expresión Creadora.

Se jubiló, se fue a vivir a Ginebra,  luego a Lima por 5 años (ciudad que le robó el corazón) y de regreso a Rosario. Se sumó  a la organización Chicos junto a Rubén Naranjo “otro grande olvidado que ayudó mucho a las Cossettini”. Entabló un intercambio con un maestro rural de Santa Elena –Entre Ríos–, Álvaro Justo Escobar, “que me escribió desde un ciber en el momento que se recuperó el hermoso documental dirigido por Mario Piazza, La escuela de la señorita Olga”. Este muchacho con gran avidez de conocimiento y mucha humildad me dijo: “Maestra, le escribo y me emociono… me empieza a demandar la obra de las Cossettini, encuentro detalles que ni los cientistas de la educación habían registrado. “Un día viajo a Santa Elena para conocerlo personalmente y lo encuentro dando clases, pero era un maestro que hacía cosas diferentes en un medio quizás muy conservador, se le terminaban los reemplazos y no podía plasmar su estilo de enseñanza”

Con las ideas de difundir, acompañar y, contagiar a docentes que hacen entrar riquezas culturales al aula nació la Red Cossettini (2002), una red  de alcance internacional, que colabora con el Irice-Conicet para preservar y difundir documentos de la experiencia educativa de Olga y Leticia.

“Encontramos a muchos maestros en Latinoamérica con puntos de conexión con Olga y Leticia y pensamos que es importante recuperar su palabra y experiencia; en un Jesualdo Sosa en Uruguay, en una Olga Blinder de Paraguay, o un maestro Encinas de Perú; personas que pasan inadvertidas en los planes de estudio y que queremos que nuestros docentes los conozcan; por ejemplo Olga estudia a (María) Montessori, pero la adapta a su entorno”.

Entre sus proyectos, viajes, congresos, conexiones de docentes y recursos Amanda reflexiona: “La escuela está en un momento difícil, creemos que hay un abandono de la infancia muy grande y no pasa sólo por lo económico, acá por ejemplo vemos que hay padres que acompañan a sus hijos a la biblioteca Alberdi pero son los menos…”.

Ella fue artífice de aquellas personas que impulsaron la compra de la casa Cossettini (Chiclana 345), la asociación Amigos del Paraná que alquila la casa; la Red gestiona y el Ministerio de Educación de Santa Fe la compra. Un lugar de lectura y reflexión, “cosa para la que el maestro de hoy tiene poco tiempo”. La casa es un punto de reflexión,»más en un momento tan difícil para la educación», es una oportunidad para «revisitar el pasado, pensando en el presente, con miras al futuro», y dar una mano a la maestra, al maestro pensante que encara nuevas experiencias. Un faro diseminador de la experiencia Cossettini para toda América latina, que va a contribuir de esa manera a reconocer de manera más significativa a los grandes maestros de nuestra Patria Grande la que, muchas veces, ha sido y es tan proclive a comprar y consumir modelos pedagógicos que poco tienen que ver con nuestra idiosincrasia.

Desde 2008 es secretaria de Prensa y Difusión de la Biblioteca Popular Nº 2004 “Juan Bautista Alberdi” de Rosario donde, a través de la Subcomisión de Cultura y Educación lleva a cabo un importante proyecto de extensión cultural dirigido a las escuelas y vecinos del barrio. “Lo que hago es pagar deudas de lo que recibí, esto lo decía Olga, uno tiene la obligación que lo poco o mucho, mal o bien de lo que recibió hay que devolverlo a la sociedad. Cerramos el año con 32 talleres, 146 adultos por semana y 150 niños”. Amanda devela otro tesoro que recibiera de una sobrina de Leticia: “la biblioteca personal de las Cossettini, sus lecturas no pedagógicas, sobre indigenismo, lecturas políticas, literarias, etc, ese material hoy está en la biblioteca Alberdi, la otra parte fue a la Pocho Lepratti”.

Amanda muestra el contenido de la valija Cossettini –material pedagógico del Irice-Conicet– que la red ofrece: “Estamos trabajando con los docentes sobre la idea de si se es inquilino o propietario de su obra, mostrarles al paso lo que fue el trabajo de ellas, les repartimos facsímiles de aquellos cuadernos de alumnos de la Escuela Viva…

Amanda siente, y confía plenamente, que el cambio en las formas de enseñar y aprender ya está en marcha y que es preciso en este momento unir y reunir experiencias y poner en marcha y sostener proyectos pedagógicos para devolver la alegría y motivación de aprender y enseñar tanto a los alumnos como a sus maestros.

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