Daniel Albachiaro trabaja como ambulancista del Sies en Villa Gobernador Gálvez. Y en estas horas pone el cuerpo en la batalla contra el coronavirus: “Hace diez años que hago esto. En realidad soy periodista y me había quedado sin laburo, no era esta mi vocación. Pero entré en la central telefónica y después me capacité en enfermería, también en emergencias médicas. Cuando pasé al móvil, con mis compañeros paramédicos fui aprendiendo mucho. En el día a día, ves un montón de injusticias, terminás siendo el receptor de contradicciones en la sociedad y además llegás después de un accidente, en medio de una emergencia, estás expuesto a que te apuñalen, te den un tiro o ahora a contagiarte. En ese momento, cuando llegás con la ambulancia, muchas veces te pasa que un minuto es eterno, laburás todo el tiempo en medio de la desesperación de la gente que te llamó. Te puedo asegurar que desgasta”.
Las guardias para un ambulancista son de 24 horas, por 72 de descanso. El sueldo promedio en blanco es de 37 mil pesos, un poco menos para los monotributistas. “Para completar el salario, muchos tienen dos trabajos y hacen 24 por 24, es decir que terminan haciendo catorce guardias por mes para poder llegar”, explica Albachiaro, que es delegado de ATE.
Albachiaro va y viene con la ambulancia al Hospital Gamen, en Villa Gobernador Gálvez. Y finalizado su turno de trabajo, explica la situación que se vive allí con la pandemia, temiendo en estas horas un desborde: “El Gamen es un Samco. No estuvo preparado originalmente para la atención Covid. Por obras que se anunciaron en estos meses y nunca se hicieron, ahora que subieron los casos estamos atendiendo acá a los pacientes con coronavirus. Se improvisaron unas camas. Pero esto está lleno de lugares de tránsito, porque fue teniendo ampliaciones según los años. Arquitectónicamente, el hospital hacé de cuenta que es una casita que te quedó chica y le fuiste armando habitaciones en el patio a medida que nacían los hijos. Acá no se agregó un ladrillo, se adaptó lo que había. Nosotros hicimos asambleas y pedimos que se haga de otra manera, con protocolos. Incluso del gremio pedimos que venga un infectólogo, para que se haga como corresponde. En la salas de internación transitoria con lugar para cinco pacientes, hay un solo baño. Una de las medicaciones que se utilizan, como efecto colateral puede producir diarrea y te genera una contaminación cruzada. Por esas cosas, reclamamos. Los casos Covid acá pueden permanecer hasta que necesitan oxígeno con mascarilla. Si se complica el cuadro y hay que pasarlos a respirador, tenemos que derivar. El asunto es que en Rosario está cada vez más complicado conseguir lugar”.
Otra fuente que pidió reserva reveló a El Ciudadano que ya el último sábado una derivación del Gamen se tuvo que enviar a Villa Constitución, por falta de lugares en Rosario. Dato que fue confirmado a este medio desde el propio municipio.
El acondicionamiento que no fue
El grupo +A, de salud privada, cerró hace tres años un sanatorio en Villa Gobernador Gálvez, el Gomara. En marzo, con la llegada de la pandemia, el municipio anunció que reabriría, con salas de terapia intensiva y respiradores, para atender el Covid en la ciudad. La promesa no se pudo concretar.
Albachiaro lo explica así: “Lo primero que se hizo fue formalizar unos contratos Covid, de 27 mil pesos, para mucamas y algo de personal complementario del médico. Como la obra nunca avanzó, esa gente se sumó al Gamen. Y después el municipio también habilitó unos centros de aislamiento en clubes, pero son para personas que no necesitan atención clínica. Acá se dijo después que también que podría hacer alguna terapia, cuando se vio que no avanzaba lo del Gomara, pero tampoco se hizo. Y así Villa Gobernador Gálvez está en el pico de la pandemia sin camas críticas. Tenemos cien mil habitantes y un sistema de salud como si fuéramos Pueblo Esther, pero en una ciudad con los mismos problemas sociales que tiene por ejemplo el conurbano bonaerense”.
El Hospital Gamen también tiene una farmacia, a la que concurren unas mil personas por día a buscar medicamentos, que no pueden pagarlos en otro lado por la situación económica. Albachiaro explica: “Nosotros somos trabajadores, no tomamos definiciones de política sanitaria. Y lo que sentimos es que ahora, que subieron los contagios, es como si estuviéramos rogando que el bichito éste circule menos, o sea un milagro. Me temo que acá en las próximas semanas pueda pasar lo que vimos en Italia o en otros países. Que te vengan a patear una puerta para pedir que internes a alguien y no tengas lugar. Y lo que da bronca es que toda la población acá hizo la cuarentena en Gálvez, a costa de un sacrificio económico importante, pero no se preparó el sistema de salud de manera adecuada”.
El desborde sanitario
En Rosario, en las últimas horas se empezó a complicar el ingreso de pacientes en terapia intensiva. Al lunes 21, había según datos de la Secretaría de Salud municipal un 96 por ciento de camas ocupadas en los efectores públicos y un 93 por ciento en los privados. Con un crecimiento vertiginoso de ocupación Covid.
Este martes 22 al mediodía, por ejemplo, en el Hospital Italiano Rosario Centro (ex Sanatorio Los Alerces), hubo tanta demora para las ambulancias que ya tenían turno asignado, por la sobrecarga de ingresos, que compartieron la espera con un ataúd (foto).
«Llegás al hospital con el paciente con turno asignado para internar con respirador. No te imaginás la desesperación que te agarra cuando pasa como hoy, con cuatro horas de espera por sobrecarga de ingresos. ¿Si se te termina el oxígeno que hacés?», dijo uno de los ambulancistas que compartió la foto con El Ciudadano.