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Amnistía lanzó campaña contra el comercio y uso de gas lacrimógeno porque fomenta el abuso policial

La organización afirma que se "está alimentando la comisión de violaciones de derechos humanos por las fuerzas de seguridad contra manifestantes pacíficos", mientras anunció el lanzamiento de un nuevo recurso que analiza el uso indebido de este dispositivo antidisturbios en todo el mundo

La comercialización mundial del gas lacrimógeno, oscura y mal regulada, está fomentando la comisión de violaciones de derechos humanos por la policía contra manifestantes pacíficos en escala global; así lo afirmó Amnistía Internacional con motivo del lanzamiento de un nuevo recurso que analiza el uso indebido de este dispositivo antidisturbios en todo el mundo.

Tear Gas: An investigation es el sitio multimedia interactivo de la organización donde se examina en qué consiste el gas lacrimógeno y cómo se utiliza, y se documentan decenas de casos de uso indebido por las fuerzas de seguridad en todo el mundo, a menudo con el resultado de lesiones graves o muerte.

El sitio es especialmente pertinente en estos días, cuando se cumple un año desde que la policía de Hong Kong empezó a usar gases lacrimógenos en manifestaciones pacíficas —uso que ha reanudado recientemente— y cuando la policía está bombardeando a manifestantes con gas lacrimógeno en decenas de ciudades de Estados Unidos y en otros países.

“Las fuerzas de seguridad suelen hacernos creer que el gas lacrimógeno es un medio «seguro» para dispersar multitudes violentas, que evita tener que recurrir a armas más nocivas. Pero nuestro análisis demuestra que las fuerzas policiales están haciendo un uso indebido de él, y en escala generalizada”, dijo Sam Dubberley, director del proyecto Evidence Lab del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional.

Hemos documentado el uso de gas lacrimógeno por fuerzas policiales en formas para las que no ha sido concebido, a menudo en cantidades excesivas contra manifestantes mayoritariamente pacíficos, o disparando proyectiles directamente contra personas, causando lesiones y muertes.

Investigación de fuentes de acceso público

Usando métodos de investigación de fuentes de acceso público, la organización verificó cerca de 500 vídeos y destacó casi 80 casos de uso indebido del gas lacrimógeno en 22 países y territorios, confirmando lugar, fecha y validez. El análisis fue realizado por el Cuerpo de Verificación Digital de Amnistía Internacional, red de estudiantes de seis universidades en cuatro continentes con formación en el rastreo y la verificación de contenido de las redes sociales.

Tipos de uso indebido

«Se ha disparado gas lacrimógeno por la ventanilla de un vehículo con pasajeros, en el interior de un autobús escolar, en un cortejo fúnebre, dentro de hospitales, en edificios residenciales, en el metro, en centros comerciales y, extrañamente, en calles prácticamente vacías», señala la organización de derechos humanos.

«Además, las fuerzas de seguridad han disparado cartuchos de gas directamente contra personas, causándoles la muerte, y también desde camiones, todoterrenos y drones pasando a gran velocidad. Entre las víctimas ha habido manifestantes, estudiantes de secundaria, personal médico, periodistas, migrantes y personas que defienden los derechos humanos, como las que integran el movimiento Devuelvan a Nuestras Niñas en Nigeria», remarcó Amnistía.

Amnistía Internacional se suma al relator especial de la ONU sobre la tortura al equiparar el uso del gas lacrimógeno en determinadas situaciones con la tortura y otros malos tratos.

Un comercio mal regulado

A pesar del mal uso generalizado, no se ha acordado una normativa internacional sobre el comercio del gas lacrimógeno y otros dispositivos antidisturbios. Muy pocos Estados ofrecen información pública sobre el volumen y el destino de las exportaciones de gas lacrimógeno, lo que dificulta una vigilancia independiente.

Amnistía Internacional y la Fundación de Investigación Omega llevan más de dos decenios haciendo campaña en favor de mayores controles sobre la producción, el uso y el comercio del gas lacrimógeno y otras armas menos letales. Como resultado, la ONU y organismos regionales como la Unión Europea y el Consejo de Europa han reconocido la necesidad de regular la exportación de las armas menos letales.

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