Bombos, redoblantes y dos chicas que se dejan guiar por el sonido. “¡Es allá, boluda! ¡Yo no lo puedo creer!” Un rato antes, desde el búnker en Costa Salguero, el presidente Mauricio Macri cerraba su discurso mandando a dormir a 40 millones de argentinos habiendo asumido la derrota en las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias sin que se hubiera publicado un solo dato oficial del escrutinio. Y fue ese mandato presidencial el que, justamente, sacó a muchas personas de la cama. El salto a la calle ocurrió poco después, cuando el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, dio los primeros números: una diferencia de casi 15 puntos ponía a la fórmula Fernández-Fernández por encima de Macri-Pichetto. En el microcentro de Rosario, las dos chicas avanzaron por San Lorenzo, doblaron por Mitre y encontraron lo que buscaban: la calle estallada en festejos por la victoria del Frente de Todos.
El Complejo Cultural Atlas funcionó desde las 18 de ayer como el búnker del ya candidato a diputado nacional Marcos Cleri, pero después de los anuncios del gobierno de Cambiemos se convirtió en la sede local del búnker de Alberto Fernández en el barrio porteño de Chacarita.
“¡Volvimos! ¡No cantemos más «vamos a volver»!”. De esa manera, un chico que con la cintura sostenía el redoblante que golpeteaba con dos palillos intentaba sin éxito corregir a las cientos de personas que hacían pogo alrededor de él y de sus compañeros de batuque.
Hasta esta madrugada, en la cuadra de Mitre al 500 a cada paso alguien contaba lo que había especulado la semana pasada. Y cómo esa especulación había ido mutando día tras día hasta que ayer, siendo optimistas, pensaban en un triunfo de Alberto por no mucho más de cinco puntos. El final de todos esos relatos era siempre el mismo: “¡15 puntos! ¿Entendés lo que son 15 puntos? ¿Y viste lo de Kicillof?”.
A las nueve y pico, Susana apagó el televisor de su casa de Rioja y avenida Francia y se fue para el centro. “Decidí venir cuando Macri nos mandó a dormir. ¿Cómo me iba a poder dormir después de eso? No hay que relajarse porque faltan las de octubre, pero esto es irreversible”, dijo mientras intercambiaba una mirada con Silvia, la jubilada de 69 años que a las 21, cuando los datos oficiales no se cargaron como estaba previsto, se acercó hasta el Atlas para ver si ahí había información.
Nahuel tiene 17 y ayer votó por primera vez. Fue al Atlas por el mismo motivo que Silvia, con algunos amigos. “Preparémonos para lo que se viene, este pueblo se la aguanta y le dijo que no a todo esto. Vamos con alegría a la batalla”, dijo, y Morena, su amiga, lo chicaneó: “Alegría, re macrista”. Nahuel le retrucó: “No, boluda. La alegría no se la pueden quedar ellos”.