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André Robini, «el asesino de las ancianas»: en Francia mató a tres mujeres y agredió a otras 50

Nacido el 29 de abril de 1928 en Niza, este sujeto cometió sus ataques en distritos parisinos y en Versalles, entre 1955 y 1956. Dado su modus operandi, se describió como un gerontofóbico

Por: Gastón Marote/ NA 

André Robini fue un francés al que conocieron como «el asesino de las ancianas», ya que mató a tres de ellas y agredió en forma muy violenta a por lo menos 50.

Nacido el 29 de abril de 1928 en Niza, este sujeto cometió sus ataques en distritos parisinos y en Versalles entre 1955 y 1956 y dado su modus operandi se describió como un gerontofóbico.

Cuando Robini era adolescente, sufrió un golpe muy duro porque falleció su madre, lo que lo llevó a dejar su trabajo como panadero y comenzara a deambular por las calles de noche.

Enseguida fue detenido por un delito menor y enviado a un centro de detención juvenil y tras ser liberado, se alistó voluntariamente en la división de
paracaidistas del Cuerpo Expedicionario del Lejano Oriente francés, donde alcanzó el rango de sargento y más tarde luchó en los frentes de la Indochina francesa en la Primera Guerra de Indochina.

En 1955 fue licenciado de la fuerza y mientras esperaba su traslado a Marruecos, comenzó su ola de crímenes sangrientos.

Robini acechaba a las ancianas que había visto en las calles, luego las perseguía hasta sus casas y las violaría sin correr el riesgo de ser atrapado.

Cuando entraba a la vivienda de la víctima elegida, lo hacía por la fuerza y ​​golpeaba a la anciana en cuestión, en muchas ocasiones amordazándola y a veces apuñalándola. Posteriormente, le robaba sus objetos de valor y escapaba de la escena del crimen.

Los ataque los llevó a cabo con un revólver, una escopeta recortada y su cuchillo de combate del ejército.

De estas agresiones, dos mujeres fueron asesinadas de manera espantosa y otra murió a consecuencia de sus heridas.

La primera fue Antoinette Broquerie, de 77 años, quien era una pensionista que vive sola en su apartamento en la Rue de Levis y fue encontrada muerta a puñaladas y amordazada el 28 de mayo de 1955. Su arteria carótida había sido cortada y Broquerie se había desangrado hasta morir.

Luego fue el turno de Marie Chenaud, también de 77 años, quien era una vendedora de periódicos que vivía en 42 Rue des Martyrs. El cuerpo de Chenaud fue encontrado acostado en su cama el 20 de enero de 1956, luego de que su agresor la golpeara en la cabeza, tanto que su cráneo se había dislocado todo el camino desde la frente hasta el hueso occipital. Sin embargo, la causa de la muerte se estableció como asfixia por el trapo de lana que le habían metido en la garganta.

La tercera fue Marguerite Meurdrac, de 72 años, a quien mató seis días después del asesinato de Chenaud. El cuerpo de la periodista retirada Meurdrac fue encontrado en su apartamento de la Rue de Montmorency en Boulogne-Billancourt y según la autopsia, había sido apuñalada brutalmente alrededor de
20 veces en varios lugares de su cuerpo, incluido el corazón, con lo que parecía ser un cuchillo de comando. Al igual que Broquerie, a Meurdrac también le habían cortado la arteria carótida.

Durante este tiempo se registraron entre 40 y 50 ataques a ancianas, quienes lograron escapar de su agresor con cortes menores, puñaladas o heridas de bala.

El 28 de febrero de 1956 Robini había agredido a otra mujer, pero varios testigos lo sorprendieron in fraganti, incluido un empleado de la empresa postal local, a quien amenazó con su revólver.

El asesino serial huyó y se escondió en el sexto piso de un edificio cercano, situado en 9 Rue León.

Sin embargo, enseguida, el edificio fue rodeado por gendarmes y dos camionetas policiales, quienes lograron detener al delincuente sin oponer resistencia. 

Varias semanas después de su arresto, Robini fue llevado a juicio, donde fue acusado de tres asesinatos y 13 agresiones.

Asimismo, se sometió a un examen psiquiátrico y el especialista que lo examinó lo diagnosticó como un gerontofóbico pervertido sin ninguna consideración por el bienestar de los demás, pero sin embargo un individuo inteligente.

Esto fue verificado además por el testimonio del homicida ante el jurado y el juez, a quienes aclaró que después de cada asalto, usaría el dinero robado para visitar bares con amigos y comprar bebidas caras. También dijo que disfrutaba matando ancianos, pero que no podía entender por qué lo hacía.

Luego de dos días, Robini fue declarado culpable y condenado a muerte. 

Cuando se anunció el veredicto, simplemente respondió que tenía poco que agregar, además de arrepentirse de sus crímenes, pedir perdón a la ciudadanía y decir que no apelaría la decisión ante el Tribunal de Casación.

El 7 de agosto de 1958, Robini recibió el indulto del presidente Charles de Gaulle, el mismo día que otro asesino, Jacques Sermeus. Fue liberado después de permanecer entre 15 y 18 años tras las rejas y murió en 2001.

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