Por: Matías Baldoncini (*)/ Télam
Anualmente, septiembre es el mes de concientización sobre el aneurisma cerebral. ¿De qué se trata específicamente esta patología?
Los aneurismas cerebrales son una condición médica seria que implica una debilidad en las paredes de los vasos sanguíneos en el cerebro, lo que puede resultar en una dilatación anormal y, potencialmente, peligrosa de estas arterias o venas. Esta debilidad puede causar que la pared del vaso se ensanche o se abombe, y forme una especie de saco lleno de sangre. Estos aneurismas pueden variar en tamaño y forma, y representan una amenaza significativa para la salud ya que pueden romperse y provocar hemorragias cerebrales que, eventualmente, pueden ser mortales.
Si bien son relativamente raros, pueden afectar a personas de todas las edades y géneros. Se estima que aproximadamente 5% de la población mundial puede tener un aneurisma cerebral en algún momento de su vida, aunque la mayoría tal vez no sea consciente de su presencia hasta que se produce una complicación, generalmente, asociada con su ruptura. Los factores de riesgo incluyen antecedentes familiares de aneurismas, hipertensión arterial, tabaquismo, consumo excesivo de alcohol y enfermedades genéticas que afectan al tejido conectivo.
Detectar un aneurisma cerebral antes de que se rompa puede ser difícil porque, a menudo, son asintomáticos. Sin embargo, cuando se expande o está a punto de romperse, puede presentar algunos signos de alerta, como:
1. Cefalea intensa y repentina: a menudo, se describe como «la peor cefalea de mi vida». Es un dolor de cabeza extremadamente intenso y repentino que puede ser un signo de ruptura.
2. Visión borrosa o doble: problemas visuales súbitos pueden ser un síntoma de presión sobre los nervios o tejidos circundantes.
3. Náuseas y vómitos: estos síntomas pueden acompañar a la cefalea intensa.
4. Rigidez en el cuello: puede ser un signo de irritación meníngea debido a una hemorragia.
5. Pérdida de conciencia: en casos graves, un aneurisma cerebral roto puede causar desmayos o pérdida de conciencia.
Su tratamiento depende de varios factores, incluido el tamaño, la ubicación y la salud general del paciente. Los enfoques principales incluyen:
1. Control periódico: los aneurismas pequeños, que no causan síntomas graves, a menudo se monitorean de cerca para detectar cualquier cambio en su tamaño o forma.
2. Cirugía: ciertos aneurismas grandes o aquellos que han comenzado a sangrar, la cirugía puede ser necesaria para cerrarlo con una técnica que aplica clips de titanio.
3. Embolización: en algunos casos, se utiliza la embolización endovascular para bloquear el flujo sanguíneo hacia el aneurisma y prevenir la ruptura.
4. Manejo de síntomas: se pueden recetar medicamentos para controlar la presión arterial y aliviar el dolor de cabeza y otros síntomas relacionados.
Es esencial que las personas con factores de riesgo conozcan la posibilidad de aneurismas cerebrales y busquen atención con neurología o neurocirugía si experimentan síntomas. La detección temprana y el tratamiento adecuado pueden ser cruciales para prevenir complicaciones graves asociadas.
* Es médico neurocirujano, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.