Paulo Menotti / Especial para El Ciudadano
Aníbal Gordon fue un criminal argentino que de delincuente común pasó a ser jefe del grupo parapolicial conocido como Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) a mediados de la década de 1970.
Más tarde, durante la última dictadura militar argentina, Gordon lideró un grupo conocido como “patota” que se encargaba de raptar gente que eran trasladados al centro clandestino de detención, tortura y exterminio conocido como Automotores Orletti.
Con la vuelta de la democracia, este criminal fue condenado por delitos de lesa humanidad y murió en la cárcel en 1987. Al igual que otros tantos, Gordon se inició en el delito y Marcelo Larraquy en su libro Gordon.
Una novela reconstruye sus primeros años delinquiendo hasta que se fue entrelazando con los servicios de inteligencia, se fue mezclando con presos políticos y terminó siendo cooptado por la Triple A y, luego, el gobierno de la dictadura militar.
En una entrevista con El Ciudadano, el autor reflexionó acerca de su novela, de por qué eligió a Gordon, por qué lo atrae nuestra historia de los años 70 y sobre el último gobierno militar.
—¿Por qué lo elegiste a este personaje?
Es un personaje que estaba un poco en el aire. A mí me gustó tomar personajes de los años 70 que puedan explicar algo o que puedan mostrar algo nuevo de cómo se hacía política, política violenta y cómo se fueron dando los hechos. Con Rodolfo Galimberti tenía un relieve, básicamente por el esplendor de su juventud. En la JP y que a los 23 años abandonaba la vida política pública. Me refiero cuando Perón lo desautoriza como delegado, en abril de 1973. En el caso de José López Rega su llegada a la política fue por demás extraña a través de su contacto con Isabelita en Puerta de Hierro. Y el personaje de este libro, Gordon, es un delincuente común. Creo que es el único delincuente común que tiene una experiencia en el robo, en el delito muy aceitada. Él se convierte en una mano de obra muy útil, tanto para el peronismo del 73 como para la última dictadura militar. Yo había visto en el expediente de López Rega el “incidente Gordon” que estaba adjunto. También en mi libro sobre López Rega había adelantado algo. Esa etapa, principios de los 70, se mezclaban el delito común con robos con fines políticos. Con gente de los servicios de inteligencia que participaba en secuestros comunes, a diferencia de secuestros con fines políticos. Fue rara toda esa etapa. Yo hice foco en su época de delincuente común como una forma de plantar al personaje.
—También puede ser la construcción de un represor, de una persona que actuó en la época de la dictadura.
Claro. Mi idea fue plantar al personaje desde principios de los 70, en el origen. Era poco lo que se sabía, no había nada publicado. Resulta un poco extraño hacer una novela sobre un personaje sobre el cuál ni siquiera hay una biografía. Es raro, incluso durante el proceso de escritura y estructuración de la novela, pero me pareció atractivo.
—¿Qué parte de ficción y qué parte de investigación histórica.
Es difícil responder porque el libro es una verdad en sí misma. Dentro de la construcción de una novela es verosímil todo. Incluso en la no ficción se puede dar porque quién recuerda un diálogo exacto de hace treinta años. Recordás una idea de un diálogo, lejanamente. De cómo fue tal o cual cosa. Siempre me acuerdo que García Márquez le había ido a preguntar a sus amigos qué hizo o qué dijo él porque lo había olvidado y algunos lo recordaron de una manera, y otros de otra. Estos son hechos reales contados como una ficción. A mi me gusta decir que es una novela que cuenta una historia real. Después, obviamente tiene condimentos, partes de ficción que hacen al texto y a la necesidad de soltar con más soltura. La novela me permitió tener una voz más potente y ser yo mismo a la hora de escribir. En los libros anteriores de investigación histórica me atuve a protocolos que no podía saltarme. Acá es como que rompí los protocolos de la investigación y escritura histórica. Siempre me pregunté si era verosímil, si uno se lo cree a lo real. Yo sabía cómo habían sido los acontecimientos y preguntaba a mis conocidos qué era lo más creíble. Muchas veces me respondían que lo real era lo ficticio. A veces la propia ficción es más real de lo que sucedió. No importa el detalle de que no fue exactamente así. Me pareció que ayudaba al libro darle un vuelco hacia lo extraordinario a pesar de que los propios sucesos ya eran extraordinarios.
—¿Qué pensás cuando hay gente que dice que en la época de la dictadura había seguridad, que no había robos, etc.?
No podemos decir que había seguridad. Tal vez se podría pensar que había menos delitos porque era una sociedad militarizada pero si ves los diarios como Crónica, los delitos eran todos iguales. Quizás había más sensación de seguridad. Delitos, robos y todo eso existían. La sensación de seguridad por tener a un militar tranquilizaba a algunos pero a otros los exponía a una situación de riesgo. Muchachos que salían a bailar y los agarraba la policía o los militares y los llevaban a un baldío o donde sea y los indagaba, eso tampoco es seguridad. Pongo en duda esa frase. Tiene sus matices.
—¿Por qué te llamó la atención los 70?
Primero porque fue el detonante de una dictadura nunca antes vivida en la Argentina. El plan de la dictadura militar fue algo totalmente novedoso y tenebroso. A la vez el ocultamiento de todos los hechos que protagonizaron quienes llevaron adelante ese proceso histórico. Yo empecé a tomar conciencia en los 80 y con las lecturas del Nunca más y del juicio a las Juntas militares, mientras hacía la carrera de Historia que por entonces no explicaba mucho de lo que había pasado. Mi interés por la historia y por el conocimiento del proceso más que de los acontecimientos. Después tomé en cuenta a algunos personajes que fueron extraños por la manera en que surgieron y se movieron. Esos me permiten explicar una época. Como dije antes Galimberti, López Rega, Gordon e incluso Bergoglio, de quien escribí dos libros, puede dar cuenta de una época. Los 70 fueron vividos en todos los rincones del país. También, me llamó la atención porque de eso no se podía hablar. Cuando yo empecé a escribir sobre los 70 había muy pocos libros. A fines de los 90 había un gran silencio bibliográfico, académico y de los testigos que preferían no hablar. Nadie regala su pasado. No viene un muchacho con un grabador y vos le contás tu historia que, incluso, puede ser incomprendida para las generaciones posteriores si no son bien explicadas.
Datos del libro
Nombre:
Gordon. Una novela
Autor:
Marcelo Larraquy
Editorial:
Sudamericana
Páginas:
384